La cuenta atrás hacia la investidura arranca con una guerra de relatos entre PSOE y Unidas Podemos
- Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reunirán este martes en el Congreso de los Diputados
- Los fallidos Presupuestos Generales del Estado 2019 se había convertido en una prueba de consenso, pero el PSOE prefiere llevar a Iglesias una "síntesis" de su programa electoral
Tras acudir a varias citas internacionales, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, se centra esta semana en una empresa de máxima importancia dentro de la política nacional: su propia investidura. La cuenta atrás del reloj de la democracia ya ha comenzado y el líder socialista debe recabar los apoyos necesarios en menos de 15 días para conseguir mantenerse en Moncloa. La etapa poselectoral, que comenzó con Podemos insistiendo en la "discreción", ha acabado con ofertas en los medios de comunicación y con una desconfianza manifiesta entre ambas formaciones. Este martes, ambos líderes se reúnen a las 12 h. en el Congreso de los Diputados, una cita de la que saldrán los primeros mimbres para un acuerdo o para un reparto de culpas.
El PSOE ha decidido aumentar la presión sobre su "socio preferente" durante la última semana y visibilizar su empeño por llegar a un acuerdo. Primero, puso en marcha el calendario colocando la votación de investidura el próximo día 23 de julio. Con las negociaciones encalladas por la negativa a que Podemos entrase en el Consejo de Ministros, ahora obliga a los morados a tomar una decisión sobre su apoyo en unos pocos días. Después, el PSOE ofreció cooperación en tres ámbitos (parlamentaria, programática e institucional) y una comisión de seguimiento. El último paso ha sido poner 38 páginas de medidas sobre la mesa para que los españoles sepan qué es exactamente lo que se plantea rechazar Iglesias, al que dibujan más preocupado por los sillones que por las medidas.
Iglesias también ha hecho lo posible para resolver cada duda que inyecta el PSOE en la prensa. Si el argumento para rechazar el gobierno de coalición era que ambos partidos no suman la mayoría absoluta, Podemos reta a Sánchez a que lleve su propuesta de ejecutivo compartido a una votación del Congreso. Si el problema es la posición sobre el referéndum catalán y la futura sentencia del Procés, los morados se comprometen a firmar un documento en el que "asumirían con lealtad el liderazgo del PSOE en materias como Catalunya o política exterior", tal y como publicó El Periódico. Si los socialistas proponen una comisión de seguimiento de los acuerdos, los podemistas reiteran que el mejor control es estar en la primera línea de gobierno y apuestan por repartir las competencias.
En el PSOE siempre creyeron que la investidura fallida de 2016, que desembocó en un gobierno del PP, fue un fallo táctico de Iglesias arrastrado por la ilusión del sorpasso. Ahora, con los malos resultados electorales de Unidas Podemos, los socialistas creen tener más margen para presionar e intentar la investidura con un gobierno monocolor. Si no hay acuerdo, habrá que repartir también las culpas a ojos de los electores.
La experiencia
La semana pasada, el PSOE aseguraba que "hay bases sólidas" para llegar a un acuerdo con los morados, "tal y como hemos demostrado estos 12 meses". Durante ese periodo, los fallidos Presupuestos Generales del Estado pasaron a ser el ejemplo de que la relación de ambas izquierdas podía desembocar en un acuerdo exitoso y durante la campaña electoral los socialistas se esforzaron en resaltar la lealtad con la que habían trabajado con Podemos desde la moción de censura. Sin embargo, el lunes la base socialista para negociar ese consenso pasaba a ser el documento 'España avanza', aprobado por la Ejecutiva, que la presidenta del partido, Cristina Narbona, definía como una "síntesis" del programa del partido.
Aunque la sintonía haya mejorado entre ambas formaciones respecto a 2016, el PSOE sabe que Podemos hará valer sus diputados cuando sea necesario, como ya hizo tumbando el decreto de vivienda en la pasada legislatura. Sánchez no quiere un gobierno de dos cabezas, ni que Iglesias acapare excesivo protagonismo.
Aún así, lo que más desconfianza ha generado fue la negativa de Podemos en la Mesa del Congreso a suspender a los presos electos en las pasadas elecciones. Las diferencias con respecto a Catalunya son notables entre ambas formaciones. Ni Podemos apoyó la aplicación del 155 ni la cúpula del PSOE plantea un referéndum de independencia.
Aún así, Sánchez no puede permitirse el lujo de la pasividad, con todos los ojos mirándole. Ya comienzan a llegar las primeras críticas de la oposición por impedir que un Congreso paralizado controle al Gobierno en funciones, más allá de las preguntas parlamentarias. Además, la falta de iniciativa del partido ganador ha sido uno de los principales reproches que desde el PSOE le hicieron a Ciudadanos después de que Inés Arrimadas ganara las elecciones en Catalunya. Este martes, el presidente del Gobierno quiere hablar de programa y postergar la discusión sobre los cargos.