España, ingobernable: sin nuevo ejecutivo y sin presupuestos

  • El gobierno de Pedro Sánchez está en funciones y, por tanto, con su actividad limitada por ley
  • Tampoco los PGE de 2019 están aprobados. Aún operan las cuentas diseñadas por Montoro.

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El pasado 28 de abril, el mensaje que arrojaron las urnas en las elecciones generales fue claro: si quieren gobernar, los partidos políticos tienen que pactar. Sin embargo, este jueves los españoles asistieron a una nueva investidura fallida en la que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, no ha conseguido la confianza de la cámara. Los ciudadanos se irán de vacaciones este agosto con un gobierno en funciones y sin los Presupuestos Generales del Estado 2019 aprobados.

Han pasado ya tres meses desde que se pusieron sobre la mesa las urnas de los comicios generales para que los españoles eligiesen a un nuevo Congreso y Senado. Hasta julio, la investidura lo había parado todo. Aún, no ha habido sesiones de control al Gobierno y no se debaten leyes. "Llevamos tres meses aquí cobrando sin prácticamente trabajar", reconocía un diputado a este medio.

La actividad legislativa está parada, pero la ejecutiva también está limitada. De no cerrarse un acuerdo antes, no habría elecciones hasta el 10 de noviembre, lo que significaría estar sin gobierno a pleno rendimiento hasta finales de año. Sánchez lleva semanas liderando un gabinete en funciones, que tiene sus poderes limitados hasta la formación de un nuevo ejecutivo. El presidente del Gobierno en esta circunstancia tiene la obligación de asegurar que la maquinaria del Estado sigue funcionando, aunque baje la actividad política. Esto es, encargarse de que se completan las inversiones ya programadas, que los funcionarios cobran o de que la administración funciona con regularidad.

Sin embargo, la propia ley del Gobierno (50/1997) limita al "despacho ordinario de los asuntos públicos" los poderes del Ejecutivo en esta circunstancia especial. Por tanto, en las actas del Consejos de Ministros han desaparecido las medidas estrella y han sido sustituidas por decretos y acuerdos.

Durante los últimos días, fuentes gubernamentales han expresado su preocupación porque acontecimientos de gran relevancia como el Brexit puedan pillar a España con un gobierno en funciones. La ley prohíbe también expresamente aprobar el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado, que marcan las líneas maestras presupuestarias de ese año, o presentar proyectos de ley en el Congreso. Si hay una nueva convocatoria electoral, el artículo 21.6 de la citada ley también deja "en suspenso" las delegaciones legislativas otorgadas por las Cortes Generales.

La legislación también pone límites a la actividad del presidente del Gobierno. No le permite disolver las Cámaras, plantear una cuestión de confianza o proponer una convocatoria de referéndum. 

Esto complica algunos trámites. Por ejemplo, el ministro de Exteriores, Josep Borrell, debe cesar como muy tarde el 31 de octubre, ya que se incorpora a su nuevo cargo europeo el día 1 de noviembre. Si no hubiera gobierno aún por la convocatoria electoral, Sánchez no podría sustituirle y tendría que delegar el despacho ordinario de los asuntos de este ministerio a otro mediante un real decreto.

Las cuentas también paralizadas

A la parálisis política le acompaña la parálisis presupuestaria. Los Presupuestos Generales del Estado 2018 diseñados por Mariano Rajoy ya se aprobaron con retraso en junio de 2018. De hecho, los aprobó el recién estrenado presidente Sánchez, que ha gobernado durante meses con unos presupuestos que no recogen las prioridades del PSOE.

El partido tenía como primera tarea aprobar las cuentas públicas para este año. Tras un acuerdo con Unidas Podemos, lo intentó en febrero de 2019, pero el Congreso los tumbó, precipitando el rumbo a las elecciones. Mientras, las inversiones plurianuales y los gastos corrientes siguen funcionando, pero el Gobierno no puede comprometer al Estado entrante con grandes inversiones a futuro, ni puede aprobar nuevos impuestos que llenen las arcas públicas. Por el momento, Sánchez sigue gobernando con los presupuestos diseñados por el exministro Cristobal Montoro.

2 Comments
  1. florentino del Amo Antolin says

    … Sara, las arrogancias en temas tan viejos, dan lo justito, para desde la misma arrogancia ignorar que no sumó ningún voto extra, bueno el del PRC Partido Regionalista Cántabro. Hombre, que casualidad , Sánchez en sus críticas y salidas de tono puso una diana permanente ( antes y después ) sobre Iglesias; él no era culpable de nada, ni de los vetos, los tiempos perdidos en el limbo del bipartidismo, de las filtraciones interesadas con las negociaciones y cambiar «propuesta» por «exigencias». No aceptar nada en directo de las ofertas, porque al PsoE lo manejan contrarios a las decisiones de sus mismos votantes y militantes; rechazar su propia propuesta… Sánchez debe de ir al psicólogo, tiene manías persecutorias y sueños oníricos; sumados los millones de euros de «violín» a la banca y sus influencias mediáticas… Siente, tantas contradicciones, que no ayudan para nada; además transmiten fracaso y ceguera a la vez; cuando no, buscar culpables que hayan sido fieles a las propuestas que aceptaron sus votantes, sus consultas… ¿ A quién consultó Sánchez ? aparte de esos 60 «gudaris» de las puertas giratorias ?.
    Buscar el desgaste de Podemos, al cual necesitas; filtrar por parte de la jefa Raquel Raboso Fernández y Gema Castillo Ramos a la cadena SER… Fuera del Congreso la vice Calvo desvelaba lo que negaba ¡ toda una falta de ética profesional !. El asesor, está en otros escenarios, al no poner al mulo en el sitio adecuado. El mal está hecho. Y sería deseable no aguardar (otra vez) al agotamiento de fechas; Septiembre viene rápido, por eso las comunicaciones cruzadas nunca deben de cerrarse, deben de usarse. Hay rumores de un cambio de estrategia y de búsqueda de otros caminos; tales rumores tiemblan al saber que puedan ser interpretados por actores ajenos de la mayoría social…
    Igual el problema es Sánchez… ¿ Podría ser vetado ?.

  2. José Honorio Fernandez Baldomi says

    ¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité…? Como decía la icónica canción de “El último de la fila”.
    ¿Dónde estaba y hablando en pretérito, la sintonía que ha de destilar una mesa de acuerdos entre formaciones políticas coincidentes en lo sustancial?
    Una pregunta que se formula el electorado, comúnmente llamado de izquierda, a la vez de sectores sociales no alineados políticamente que ven con preocupación la prolongación de un no Gobierno. Una preocupación con una posible mutación en desafección in crescendo hacia la “clase política” volcada en el inmovilismo táctico, cuando no en suerte de avance que enmascara un atrincheramiento.
    De nada sirve hablar con “boca Podemita” culpando al PSOE de intransigente, manipulador, hedonista o utilizar cualquier otro epíteto que hacerlo en viceversa; el resultado tenga más culpa uno u otro del no acuerdo es el mismo.
    Las bancadas reaccionarias y las fluctuantes en su autodefinición, no podían disimular su sonrisa y aunque solo fuese por esa imagen tan relevante, las partes negociadoras habrían de darse cuenta de lo mal que lo estaban haciendo; las dos.
    Ahora queda la reválida en septiembre donde ver si la actitud del anciano profesor del siglo XIX se abre un poco más a lo contemporáneo y el alumno aventajado cierra oídos a sus propios cantos de sirena.
    Yo o el caos, nosotrxs o el caos, no debe ser la disyuntiva. Tanto por incierta como preámbulo de un discurso que puede caer en la irrelevancia.

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