Isabel Díaz Ayuso, la sonrisa de la Gioconda toma el poder

  • La presidenta “in pectore” será investida el próximo miércoles con los votos de C´s y Vox, para liderar una fórmula de cogobierno con los de Albert Rivera
  • Ella se defiende proclamando su honradez, pero, desde C´s advierten que no sería la primera vez que hacen dimitir a un presidente imputado por corrupción

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En la recta final de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, la cabeza de lista del PP, Isabel Díaz Ayuso, compartía mesa y mantel, en un encuentro discreto con un grupo de periodistas. Apenas faltaban cuatro días para la celebración de las elecciones y, tras hacer balance de lo que había supuesto para ella una campaña en la que sus continuos “gazapos” habían sido noticia diaria y dejar en el aire su testimonio de que los medios de comunicación se habían cebado contra su persona, Isabel Díaz Ayuso sentenció que ella tenía la conciencia tranquila, porque había hecho todo lo que estaba en su mano para pelear por la presidencia de la Comunidad de Madrid.  Hubo entre los comensales quienes creyeron, incluso, ver asomar el brillo de una lágrima en sus ojos. ¿Lágrimas de impotencia? ¿Acaso de temor?

Por aquellos días, las encuestas ponían seriamente en duda sus posibilidades de revalidar la presidencia de la Comunidad de Madrid para el PP, tras 24 años de gobiernos populares y un buen número de escándalos de corrupción salpicando sus respectivas gestiones. Pero las encuestas se equivocaron y quienes habían creído leer el desastre electoral en su mirada, también. El 26-M arrojó una aritmética favorable a la derecha, con permiso de la ultraderecha de VOX y de unos “Ciudadanos” decididos a ser muleta en la diestra, que no bisagra, en el panorama  electoral.

La candidata del PP, consciente de que desde su propio partido se habían puesto en duda sus posibilidades reales de victoria y se había criticado duramente su designación por parte de Pablo Casado, quien la convirtió en su “apuesta personal”, esbozó una sonrisa en la que se fusionaban alivio, rabia e incertidumbre. Con la sonrisa de “La Gioconda” y la paciencia del Santo Job, Díaz Ayuso transitó la etapa que creyó que iba a ser la más difícil de su carrera política: tratar de cerrar un pacto a tres, con Ciudadanos y VOX. Tragó saliva y, en ocasiones, sapos, procedentes de los representantes de “la nueva política”. Sus colaboradores más estrechos intentaron, por todos los medios, cerrar el acuerdo que todos sabían que terminaría por concretarse, mientras rezongaban a regañadientes: “Viva el bipartidismo”.

La presidenta “in pectore” ha cumplido su misión y el próximo miércoles será investida, con los votos de C´s y Vox, para liderar una fórmula de cogobierno con los de Albert Rivera, en la que se repartieron cargos y áreas hace tiempo. El reto, desde ese momento, será sobrevivir a sus compañeros de viaje: a Ignacio Aguado, que se convertirá en vicepresidente y portavoz del gobierno autonómico y a Rocío Monasterio, que amenaza con esgrimir las exigencias de su partido, desde la oposición, cobrando muy caro su apoyo a cualquier iniciativa legislativa, incluidos los presupuestos de la Comunidad, herramienta clave para el buen funcionamiento del Ejecutivo.

Díaz Ayuso, periodista experta en comunicación política, que se afilió al PP cuando Pablo Casado era líder de Nuevas Generaciones, ha dado formación a sus correligionarios en materia de oratoria, se ha sentado en platós televisivos a batirse el cobre con tertulianos y rivales políticos, ha sido diputada en la Asamblea, ha llevado las redes sociales del PP de Madrid y ha sido viceconsejera de Presidencia y Justicia, durante el gobierno de Cristina Cifuentes, aunque en estos días diga que con ella, igual que con Esperanza Aguirre, ha mantenido una relación como la de cualquier otro militante del partido. ¿Trata Díaz Ayuso de “soltar lastre” y renegar de su pasado? Eso es lo que creen, tanto en el entorno de Aguirre, como la propia Cristina Cifuentes.

Es tan cierto que la futura presidenta de Madrid sale mencionada en el sumario de la operación Púnica, como mediadora entre los empresarios Toledo y el PP, como que, hasta la fecha, el juez instructor no ha considerado su intervención constitutiva de delito alguno. Pero no sólo los escándalos del PP la persiguen más o menos tangencialmente. También su actividad privada. En los últimos días, Díaz Ayuso se siente de nuevo en el centro de la diana y los dardos disparan hacia el ámbito familiar. Según ha publicado el periódico digital Infolibre, unos créditos no devueltos a una empresa familiar de sus padres, el hecho de que ciertos bienes de la empresa le fueran donados antes de que pudieran ser embargados y sus supuestas comunicaciones con Avalmadrid, la empresa pública dependiente del gobierno de la Comunidad, están emborronando su llegada a la presidencia de la Comunidad.

Ella se defiende proclamando su honradez, pero, desde C´s advierten que no sería la primera vez que hacen dimitir a un presidente imputado por corrupción. A Díaz Ayuso le urge tomar posesión y tomar las riendas de su gobierno, defender y demostrar su honradez y cuidarse de sus amigos, examigos, enemigos y hasta de sus socios. Quizás lo peor esté por llegar.

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