“Yo no voto”: la “adolescente” democracia española ante las urnas del 10N

  • Los expertos alertan de que la gestión de las negociaciones puede agudizar la desafección política
  • "Van a ir enfadados y cabreados, pero van a ir a votar", opina Jesús Palomar, profesor de la Universidad de Barcelona  
 

1

"Las personas podemos equivocarnos, podemos también cansarnos e incluso desfallecer, pero la democracia es más sabia, más constante y más fuerte que las personas". Con este epitafio enterraba la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, la legislatura el pasado miércoles. La política socialista reconocía los pecados de los representantes políticos, pero salvaba de la quema a las instituciones que conforman la arquitectura democrática. Horas después de que se consumase la falta de candidato para una nueva investidura, surgieron pequeñas iniciativas impregnadas de enfado, desde la etiqueta #YoNoVoto en Twitter hasta una petición en Change.org titulada 'Diputados, si NO curráis ¡NO cobráis!', que ya tiene más de 400.000 firmas, ¿hasta dónde llega la desafección?

"¿Son los 350 diputados responsables directos e individuales de que no haya un Gobierno? seguramente no", reflexiona Jesús Palomar, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, sobre la necesidad de analizar a fondo y bajo un prisma racional este tipo de acciones y, especialmente, su origen. El experto celebra la iniciativa ciudadana, pero cree que hay que tener en cuenta varios criterios, como que las soluciones tengan "salidas legales", que "garanticen que las reglas del juego siguen intactas" y "que no beneficien a nadie en un momento puntual". Estos criterios funcionan como barreras para que ningún líder o partido con un discurso populista fagocite el desencanto en momentos de tensión política como una convocatoria electoral.

El desafecto hacia los representantes políticos es un hecho. El CIS corrobora que los españoles les consideran un problema, al que solo supera el paro. La crisis de representatividad que se evidenció en el estallido del 15-M en 2011 parece que no acaba de cerrarse, aunque el pulso ahora es distinto y menos amenazador para el sistema: "Hay una falta de confianza hacia determinados líderes políticos, pero el sistema está funcionando. Cuando no hay pacto, pierdes el partido", argumenta Palomar.

Aunque el PSOE ha aludido a la actitud bloqueadora del resto de partidos, también propone cambios en el sistema para evitar que un candidato vuelva a verse en el mismo brete que Pedro Sánchez. Los socialistas propusieron modificar el artículo 99 de la Constitución, que obliga a obtener mayoría simple en una segunda vuelta (absoluta en la primera) para ser investido presidente. El debate se centra en modelos como el vasco o el asturiano, donde gobierna la lista más votada si no hay alternativa.

"Los problemas a los que nos enfrentamos ahora no son producto del diseño institucional sino del mal ejercicio de las funciones por quienes están en las instituciones políticas", explica Miguel Ángel Presno, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo.

Presno enmarca este fenómeno como una tendencia común dentro de las democracias contemporáneas, en las que las instituciones "están sujetas a un escrutinio continuado": "Desde hace tiempo parece percibirse un descontento social entre el “ideal” y la realidad cotidiana". Aún así, ninguno de los dos expertos evaden a los políticos de su responsabilidad: "La ciudadanía suele ser comprensiva e indulgente con los errores políticos y no guarda especial rencor a quienes no cumplen las expectativas pero al menos se esfuerzan; lo peculiar de la situación actual es que hay una creciente irritación porque no se ha notado ese esfuerzo mínimo", explica Miguel Ángel Presno.

Aunque ha habido una renovación de liderazgos y la democracia Española hace tiempo que cumplió los 40, Palomar cree que "estamos en la adolescencia democrática, del yoismo". El profesor de la UB alude al deseo no satisfecho de tener una democracia madura, donde "el resultado electoral nos lleva a un gobierno": "La política no deja de ser pacto y aquí no hay pactos", asevera sobre el manejo del multipartidismo.

La abstención y otras formas de desafección

La desafección puede pasar una factura a medio y largo plazo, como "un mayor desinterés por lo público, en particular por la participación en los procesos electorales, y/o en la apuesta por formaciones políticas supuestamente “alternativas” que se nutren del descontento con la política 'clásica'", argumenta Presno. La abstención será la gran incógnita de estos comicios aunque el partido que ostenta el Gobierno asegure no tenerla miedo. 

Aún así, Palomar cree que "habrá una elevada participación pese a todo" porque por su propia historia, los españoles siguen sintiendo su paso por las urnas como un deber: "Van a ir enfadados y cabreados, pero van a ir a votar". Además, considera un acierto que se haya acortado la campaña a ocho días: "La gente no se cree las campañas electorales, pero querrán saber con quién van a pactar los partidos y bajo qué condiciones. Las propuestas no pueden ser muy diferentes de hace seis meses y los líderes son los mismos.

Los partidos preparan ya sus maquinarias sin la certeza de que las urnas del 10 de noviembre arrojen un resultado diferente que permita desbloquear el país.

1 Comment
  1. Pedre says

    BASTA YA de criminalizar la abstención, el voto nulo y el odio al cis-tema, por favor.
    Queríais un cambio generacional en el electorado. No es el que queríais, el que más periódicos podría vender, pero aquí lo tenéis. Apechugad.

Leave A Reply