ELECCIONES 10-N

Una campaña relámpago para sacar de su casa a los escépticos

  • Un 10% de los encuestados ya le anunciaron al CIS que no irán a votar y el 30% que sí lo harán aún no saben a quien
 

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El 10 de noviembre, los españoles serán, de nuevo, llamados a las urnas. A los objetivos de cualquier comicio, se le suma en esta nueva convocatoria general el reto de seducir para sacar del hastío y el hartazgo a los votantes. Esta campaña será más rápida que las anteriores y durará solo una semana, pero los españoles ya tuvieron que decidir hace seis meses.

"La investigación ha venido constatando que el principal efecto que han tenido las campañas ha sido el de reforzar predisposiciones políticas previas y movilizar al electorado, siendo relativamente escasa la capacidad de conversión de voto. Sin embargo, en las democracias modernas se está produciendo un proceso de desalineamiento de los electores con los partidos tradicionales, lo que supone un incremento de la volatilidad electoral y un creciente retraso a la hora de decidir el voto", explica Alberto Mora, coordinador del Máster en Análisis Político Aplicado de la Universidad de Murcia. Además, el experto apunta a que las campañas refuerzan la legitimidad democrática, al contribuir "a reducir las desigualdades de información que hay entre población informada y desinformada".

No es la primera vez que España se enfrenta a una repetición electoral después de una investidura fallida. Ya pasó en las elecciones generales de 2016. Los españoles que decidieron abstenerse en diciembre de 2015 fueron 26,8%, mientras en la repetición de los meses posteriores la cifra ascendió al 30,16%. El candidato beneficiado fue el líder del PP, Mariano Rajoy, que logró formar gobierno, aunque a costa de la abstención en el Congreso del PSOE.

Andrés Santana, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, cree que la caída puede repetirse y más teniendo en cuenta que la participación del pasado 28 de abril fue alta, llegando al 75,75%. Este 10 de noviembre, las papeletas estarán encabezadas por los mismos líderes y la única sorpresa será la aparición de Más País, pero además, los electores tienen algo más de información. En las anteriores elecciones, ya irrumpió Vox con menos diputados de los pronosticados y el pacto entre las izquierdas que PSOE y Unidas Podemos dibujaban en campaña murió en unas desastrosas negociaciones. "Hay dos motivos: el cansancio, ya que se acaba de votar, y la molestia porque los líderes no se hayan puesto de acuerdo", explica el profesor.

Sin embargo, Alberto Mora apunta a algunos elementos diferenciales con respecto al 28 de abril: "La elección va sobre cosas distintas: la campaña anterior tuvo un fuerte componente ideológico, mientras que esta campaña se plantea en términos de gobernabilidad y acabar con el bloqueo. Asimismo, las distancias entre los dos principales partidos se han acortado notablemente, lo que dibuja un escenario de competición mayor". El profesor de la Universidad de Murcia también apunta al reparto de escaños tras el 10 de noviembre, que será esencial para configurar mayorías: "VOX y PP están concentrando un mayor caudal de voto, lo que afectará también al rendimiento que estos partidos obtengan en el reparto de escaños".

Para compensar ese hartazgo, la campaña durará apenas unas semana, pero es una cuestión práctica que no tendrá mucha influencia en el voto, más allá de afectar a la organización de los partidos: "Más allá de la campaña formal, la campaña informal ha empezado mucho antes", recuerda Santana sobre la larga precampaña. La inestabilidad política de los últimos cinco años ha hecho que haya un marco de permanente tensión electoral.

Indecisos, infieles y abstencionistas

El último CIS también da algunas pistas de lo que puede ocurrir, aunque no recoge dos de los hechos que pueden tener influencia en el voto, como el impacto de la sentencia del procés o la exhumación del dictador Francisco Franco. Un 67,3% de los encuestados tiene decidido que irá a votar "con toda seguridad", mientras el 10,3% asegura que no lo hará. De los que han decidido votar, hay un 32,3% que aún no ha decidido a quién votará.

Ciudadanos es el que más riesgo de fuga tiene. "Especialmente claves resultan las dinámicas de participación del electorado de C’s, que presenta una alta probabilidad de abstención en estos momentos". En todo caso, la clave estará en la participación.

El último CIS también pregunta por qué hay un 10% de ciudadanos que, incluso antes de la campaña, han decidido que no van a votar. El 35% confiesa estar "harto de la política", el 22,5% no "está de acuerdo con la repetición de las elecciones" y al 22% "no le convence ningún partido ni líder". El 11,4% nunca vota.

Los líderes han llenado su agenda de mítines para apurar hasta el último momento los discursos ante sus militantes y simpatizantes, pero es el debate televisado entre candidatos el hito que los asesores miman y miden hasta el milímetro. Si en abril hubo dos consecutivos, para la repetición electoral solo habrá uno y será el 4 de noviembre. Sin embargo, según el CIS poselectoral de mayo de 2019, solo 7,1% de los encuestados afirma que después de los debates cambió su intención de voto, frente a 92,7 que asegura que no.

Caballo ganador o perro: hasta dónde llega el efecto de las encuestas

Una de las características de estas últimas campañas ha sido la inflación del número de encuestas. Sin embargo, en el citado sondeo poselectoral ,el 59% sí tuvo conocimiento de sondeos preelectorales de las elecciones, pero el 82,5% confiesa que no contó "nada" en su voto.

Los posibles efectos de las encuestas sí están estudiados, pero es difícil medir la incidencia real en la decisión final del elector. El profesor Mora apunta a dos grandes impactos. Por un lado, el del "caballo ganador” (bandwagon) por el que aquellos "electores con bajos niveles de lealtad" se decantarían por el partido que encabeza las encuestas. Y, en el polo opuesto, el efecto underdog, en el que "el partido que no tiene opciones de victoria levanta una ola de solidaridad".

Pero la obsesión por las encuestas también tiene algún efecto negativo en términos de calidad democrática, "desplazando el debate sobre programas e ideas a un debate sobre qué partido va primero en la competición". También pueden propiciar el llamado voto útil.

 

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