Caso Floyd: “Cuando el abuso policial se comete en España no encontramos la misma indignación”

Estos días, las redes sociales se llenan de mensajes de rechazo contra la muerte del estadounidense George Floyd, víctima de un violencia policial que ha desencadenado toda una ola de protestas en Estados Unidos. El sentimiento de repulsa alcanza también los medios de comunicación y los perfiles españoles. Mientras, los activistas y organizaciones de africanos y afrodescendientes españoles comparten el abrumador apoyo que la lucha contra la discriminación recibe al otro lado del Atlántico, se quejan del silencio que recibe cuando las agresiones se producen en su país. "A mí me parece bastante hipócrita. Lo que ocurre en Estados Unidos ocurre aquí", opina Antoinette Torres, fundadora de Afroféminas.

Los movimientos antirracistas españoles ya se están organizando para mostrar su rechazo al asesinato de George Floyd. El perfil de la Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente en España (CNAAE) en redes ha anunciado la convocatoria de una concentración en la Plaza de Sant Jaume el próximo domingo. Los colectivos de afrodescendientes se están coordinando por delegaciones territoriales para lanzar convocatorias sincronizadas en otras ciudades como Madrid, Canarias, Murcia, Sevilla o Barcelona.

Este domingo la Comunidad Negra de Cataluña convocamos una concentración en la Pl. Sant Jaume en memoria de George Floyd, las vidas negras y contra el racismo.
Esta convocatoria nace de la necesidad de expresar nuestra rabia y dolor contra un nuevo crimen racista, esta vez en USA pic.twitter.com/3Og7fIY4ds

— CNAAE BCN (@CnaaeB) June 1, 2020

"Estados Unidos tiene un historial muy largo de abuso policial y racismo", explica Jennifer Molina, del colectivo de africanos y afrodescendientes de Catalunya. El contexto español es muy diferente al estadounidense, pero la portavoz asegura que en nuestro país también hay discriminación, aunque tenga menos visibilidad: "El racismo que hay en España es doble porque lo hay, pero a la vez no se habla de él".

Durante estos días, las campañas en redes han sido intensas por el caso Floyd, como el Blackout Tuesday por el que el mundo de la cultura ha hecho un apagón digital antirracista, pero el movimiento de afrodescendientes aprovechará la ola de indignación para recordar que en España las personas racializadas también sufren discriminación.

El racismo: la viga en el ojo propio

"Cuando el abuso policial se comete en el Estado español no encontramos la misma repercusión ni la misma indignación porque España no se ve así misma como un país racista. Las personas españolas blancas están convencidas de que el racismo es algo que ocurre más allá de sus fronteras. Eso es rotundamente falso", asegura Paula Guerra, presidenta de SOS Racismo Madrid.  La portavoz recuerda que hace menos de un año, se encontró a un joven muerto en un centro de menores de Almería y "no vimos en las calles mareas de personas protestando como ocurre en Estados Unidos, haciéndose eco de campañas por Twitter y redes sociales criticando esa violencia".

Durante los últimos años, los activistas han ido tejiendo memoria de las que consideran víctimas de la violencia institucional, desde el asesinato de Lucrecia Pérez en 1992 hasta la muerte del mantero Mame Mbaye, fallecido tras una persecución policial, pasando por el fallecimiento de Samba Martine en un CIE en 2011, todos en circunstancias muy distintas. Muchos de los casos se acaban archivando.

Un debate difícil en España

El abogado de Iridia, Andrés García, asegura que "las denuncias efectivas son la punta de un iceberg mucho más grande", que tiene como base otras situaciones como que los agentes pidan la documentación con más frecuencia a las personas racializadas. Ni siquiera aquellos nacidos en España logran librarse de la discriminación: "Los afroespañoles no son niños, ya son gente que tiene mi edad y la siguen preguntando '¿Tú de dónde eres?'", explica Torres.

"Hay mucho racismo, pero hay menos número de personas afroespañolas, menos cantidad de personas negras, lo que hace que estemos más invisibilizadas a todos los niveles, desde los medios de comunicación a las películas", recuerda Jennifer Molina, del colectivo de africanos y afrodescendientes de Catalunya. Como ejemplo, pone las ficciones en los que los personajes negros interpretan el papel de extranjeros y nunca de españoles.

Mientras los aplausos y las caceroladas han protagonizado minutos y minutos de televisión, hasta la muerte de Floyd no se habían dedicado apenas espacio a la campaña #QueSeVeaElRacismo , que pusieron en marcha en redes entidades como SOS Racismo, invitando a que se grabaran las agresiones y se denunciaran.

El estado de alarma

España tampoco está libre de sospecha de actuaciones policiales polémicas, especialmente, durante el estado de alarma cuando se han puesto miles de sanciones. El pasado 16 de abril, varias organizaciones defensoras de los derechos humanos, muchas de ellas englobadas bajo la plataforma Defender a Quien Defiende, presentaron un escrito al Ministerio del Interior y al Defensor del Pueblo en el que se advertía de siete supuestos casos de "violencia institucional" por parte de cuerpos policiales por un supuesto "uso de la fuerza no autorizado" en pleno estado de alarma, según la organización. El pasado 25 de marzo ya habían comunicado otros cuatro. Sin embargo, Andrés García, abogado de Iridia, dice que son muchos más los que les llegan por distintas vías como las redes sociales.

García cree que hay problemas estructurales mucho más allá de la emergencia sanitaria. "No hay suficientes mecanismos de control para prevenir y corregir el uso indebido de la fuerza. En estado de alarma ha habido una tensión más grande en la calle", opina el abogado.

La directora de Afroféminas apunta a una faceta de los ciudadanos que hasta ahora ella no había visto en España, lo que se ha denominado popularmente como "policía de balcón": vecinos que desde sus casas insultan a los viandantes por saltarse el confinamiento, sin conocer sus circunstancias: "El estado de alarma hizo que la gente empezara a señalar, el chivateo, que se controlen entre vecinos", señala.