HUMOR

Ante el pin neandertal, el pin postpotorro

  • Ante la polémica suscitada por la ultraderecha, Las Postpotorras otorgan el pin potspotorro

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En nuestra época no había pin neandertal, la elipsis en torno a la diversidad sexual era lo bastante evidente como para necesitarlo. Tampoco cuestionamos en voz alta entonces la norma sexo/género ni el binarismo brutal al que éramos sometides, hacíamos malabares dentro del armario en el que nos obligaban a estar nuestros padres, nuestros profesores, nuestros grupos de pares… Y todes aquelles que, como nosotras, no querían ser leídes fuera de la normalidad.

Nuestros referentes culturales en torno a la diversidad afectivosexual eran las películas de Disney, La Bravo, La Loka (comprándola a escondidas, por supuesto, el pin neandertal era la bronca de tu madre como te viera con esa revista), algún capítulo de Sexo en Nueva York y la pornografía de “excelente” calidad que transmitían en canales como Localia. Porno que obviamente ni entendíamos ni podíamos ver con mirada crítica, y que nos llevó a pensar durante un largo tiempo que eso era el sexo.

Tampoco nos ayudó la información que se nos facilitó en el colegio, donde las escasas charlas que recibimos estaban todas enfocadas desde la heterosexualidad (¿vosotres también os acordáis del condón y el plátano? ¿Y en qué parte hablaban de las ITS que nos podemos transmitir en prácticas no heterosexuales? ¿O en qué parte se hablaba del deseo fuera de esta norma? Ajá, nosotras tampoco nos acordamos). O nos contaban cómo usar compresas y tampones cuando todavía ni nos había venido la regla y nos preocupaba más tener un deseo “equivocado”.

Sobre las posibilidades infinitas del deseo, la diversidad afectivo-sexual y sexo-genérica, la diversidad de modelos relacionales y afectivos (más allá del amor romántico y monógamo y las violencias que se ejercen en su nombre), el consentimiento y la necesidad de construir relaciones más igualitarias, sanas y equitativas… Silencio absoluto. Y como lo que no se nombra no existe, es así como crecimos y aprendimos, con una ausencia total de referentes, socializadas en la cisheteronorma imperante.

Como grupo, muchas de nuestras experiencias vitales difieren. Algunas de nosotras no pudimos compartir nuestra sexualidad con nuestras m/padres hasta que fuimos adultas. Y supuso un problema que aún no podemos compartir ni siquiera con toda nuestra familia, no vayamos a ser motivo de vergüenza y cuchicheo porque uno de tus tíos lejanos sepa que eres bollera. En nuestra infancia, el pin era el silencio y el miedo a saltarnos la norma, a ser señaladas. Y aun así, tuvimos la suerte de, poco a poco, tener acceso a nuevos recursos y vivencias con los que sentirnos identificadas.

Una de nosotras sí que compartió con su madre y querido padrastro que era bollera a los 15 años. Al día siguiente aparecieron con un catálogo sobre educación sexual para bolleras: desde sexo oral hasta sexo anal pasando por dildos y arneses. Toda la información sobre ITS y ETS, todo. Entre otras cosas, por esto es tan importante no ceder ante el pin parental. Ella tuvo la suerte de tener una madre que le brindó información para obtener la educación sexual que en el colegio e instituto era invisible. Por esto es importante que cuidemos la educación pública: para que cualquier criatura, tenga la familia que tenga, pueda conocer sobre sus realidades específicas. Pueda saber que lo suyo también es una realidad.

El pin neandertal nos lleva a la necesidad de plantear también nosotras un pin, el nuestro, el pin postpotorro. Un pin cargadito de desviación y purpurina para que podáis decidir qué queréis escuchar y qué no, para bloquear aquellos discursos que pretenden cuestionar que todas las vidas sean vivibles, al margen de cómo sea la familia de cada cual. Os dejamos una lista (que se nos queda corta, pero el espacio es limitado) de diez utilidades que tendría nuestro pin:

  • Pin postpotorro a quienes dicen "mis hijos son míos". Tuyos, pero mucho mejor que te los eduque un fascista o la Iglesia, ¿verdad?

  • Pin postpotorro a los que dicen que no son machistas porque tienen una madre y cinco hermanas. A tu novio, mi padre, su hijo, nuestro amigo. A los hijos sanos del patriarcado.

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  • Pin postpotorro a quienes nos llaman porque buscan una mujer, una bibollera, una racializada, una coja, una trans, para su cuota. Qué mujer, qué bibollera, qué racializada, qué coja, qué trans, qué cuota ni qué cuota. No somos reemplazables. Dime un nombre, espabilao.

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  • Pin postpotorro a Bertín Osborne y su programa de mierda. Mi casa no es la tuya ni aunque el fin del mundo esté por llegar, menos con entrevistas a seres indeseables como Jiménez Losantos. Como en el comunismo, ¿para ser mamarracha hay que ser millonaria y si quieres hacerte millonaria hazte mamarracha? Nosotras nacimos para ser mamarrachas, que no millonarias (como Rosalía), pero de momento panojita por nuestra purpurina escasa, la verdad.

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  • Pin postpotorro a Vox y toda su desfachatez. Contra la contramanifestación del 8M vendrá una contra de la contra. Podemos enredarnos así hasta que al propio lenguaje le explote un ojo por retorcimiento ilustrado. Queremos una autorización expresa cada vez que salgan en la tele diciendo basura o llenando las redes de odio. A veces nos pilla en plena comida y se nos corta la digestión. Vomitamos de colores, por supuesto, que para eso estamos bien impregnaditas de ideología de género y desviación.

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  • Pin postpotorro a les p/madres que presentan a les novies de sus hijes como sus amigues. Como bien decía Akellare: no somos amigas, nos comemos el boniato.

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  • Pin postpotorro a todas las personas adultas que hacen caso omiso del bullying que sufren sus hijes, sus compañeres o sus alumnes por no plegarse a la norma heterosexual. También a los chavales que perpetúan en bullying hacia sus compañeros.

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  • Pin postpotorro a Lidia Falcón, que critica el pin neandertal porque hay que ver el poder de la Iglesia, pero ya para contener el influjo posmoderno que pretende gobernarnos a todes no le parece tan descabellado. Chica, sin querer ser tú nada de eso (o eso queremos creer), estás cada vez más cerca de los discursos del trifachito. Menos mal que, como bien dices, las defensoras de la teoría queer se han introducido en la escuela, porque si no el único Feminismo que nos llegaría sería cisheteroblanco y con tufillo a cargo institucional de señoras bien.

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  • Pin postpotorro a quienes por ser lesbianas consideran que no pueden ser tránsfobas. A todas las perlas que se soltaron en el Congreso de Gijón, que se siguen escuchando en otros espacios académicos y activistas. A las que nos quitan el carné de feministas, a quienes dicen mucho y se revisan poco.

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  • Y por último pero no menos importante, Pin postpotorro al privilegio de nuestra blanquitud. A los espacios inaccesibles, empezando por los de nuestras propias asambleas. Que “antirracismo”, “anticapacitismo”, “antialosexismo” y todos los “antis” que enumeramos en nuestros discursos no sean solo palabras que sumar a una enumeración, sino que se hagan efectivas.

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2 Comments
  1. Anónima says

    Lo post operatorio no tiene nada que ver con lo que has explicado ni es para orientaciones sexual es anda deja de incitar el odio las trans que nos operamos lo hacemos por que no nos gustan los genitales con los que nacemos deja de excluirnos idiota

  2. Mujer trans anonima says

    Se odian muchas cosas en la vida pero por eso las excluimos todas o las apartamos de la sociedad arriba la visibilidad trans

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