¿Algo está pasando?

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Eugenia Bellver Moreira*

Stephane-Hessel, autor de '¡Indignaos!'. / Indignaos.com

Yo no he nacido en 1917,  he nacido en 1963 y soy una mujer que pertenece a esa generación del tardío baby boom español. Ya superados los 30 años,  tampoco formo parte de eses grupo, los jóvenes, a los que el Sr. Hessel trata de despertar de su letargo. Y, sin embargo, me siento categóricamente joven al recibir su mensaje de rebeldía, tan acertadamente prologado por José Luís Sampedro.

Desde la distancia generacional, admiro el coraje de estos nonagenarios y su envidiable vitalidad, recordándonos que podemos perder, en este magma de indiferencia los importantes y significativos logros sociales y políticos con los que los afortunados como nosotros nos hemos encontrado (como quien dice) en la segunda  mitad del Siglo XX.

Parafraseando a Bertol Bretch, nos encontramos con dos hombres, no sólo buenos, o muy buenos, más bien, imprescindibles, de los que luchan toda la vida.

Su “llamada de arrebato” reconforta, trae un mensaje de esperanza. En estos tiempos, en esta tierra, llama la atención el éxito de ventas de “Indignaos”, ese breve alegato contra la indiferencia, escrito por el diplomático, escritor y sobre todo militante político Stéphane Hessel.

Desconozco la edad de los lectores que han contribuido al éxito de este escrito, ni el efecto que sobre ellos o ellas ha podido causar,  pero sé que el interés que ha despertado resucita la posibilidad de despertar las  conciencias y las voces.

¿Estamos asistiendo a una vuelta de calcetín y las jóvenes minorías, que hasta ahora no parecían tener más miras que las directamente relacionadas con sus estudios y sus posibilidades profesionales, amplían sus perspectivas vitales?

¿Se rebelan también los mayores, sin que previamente hayan sido inducidos por los medios de comunicación dominantes? ¿Nos hallamos en la senda del despertar a la crítica constructiva con ideas que no han sido escritas por los poderosos de uno u otro signo?

La sencillez con la que está escrito el mensaje y sin embargo su contundencia, pueden ser la clave de su aceptación. La fácil comprensión de la prosa de Hessel no deja lugar a la duda: ¡indignaos, no aceptéis todo, no permitáis retrocesos! ¡La humanidad no puede permitírselos!

Como dice J.L Sampedro,”… al principio no sabemos qué pasa: ¿indignaos? ¿Por qué? Enseguida comprendemos, no podemos bajar la guardia”.

Tras la lectura de este “panfleto de humanidad” y su rejuvenecedor influjo, al que no puedo ni quiero resistirme, me  quedo con el compromiso frente a la indiferencia, con la insurrección pacífica frente a la apatía.

El pensador francés nos  enfrenta a una realidad, no por soslayada, menos evidente: la distancia cada vez mayor entre pobres y ricos, paradójicamente, en un mundo dirigido por valores cuantitativos, en el que se producen y consumen cada vez más bienes. El pensamiento productivista de Occidente, nos dice Hessel,  ha arrastrado al mundo a una crisis, de la que sólo se puede salir a través de una ruptura radical con la cultura del “siempre más”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, en cuya redacción participó y la necesidad de seguir avanzando en su cumplimiento, le llevan a alertar a los jóvenes del riesgo en el que están algunos de estos derechos sociales y económicos, en la actual crisis económica, o aquellos más básicos, existenciales y políticos, tras la situación de desconfianza creada  tras el “11 S”. Su proclama invita a no transigir  respecto a los derechos, da igual en qué zona del globo se produzcan los “atropellos”.

Cubierta de '¡Indignaos!'. / Indignaos.com

Hessel transmite esperanza y la contrapone a la exasperación, la insurrección pacífica frente al terrorismo, la resistencia frente a la aceptación de los mensajes de los medios de comunicación que, en manos de “gente pudiente”, transmiten consumo, desprecio a los más débiles y cultura de todos contra todos.  Imbuido del espíritu de la Resistencia, a los jóvenes que construirán el Siglo XXI, les dice: ¡coged el relevo, resistir es crear, crear es resistir!..Ciertamente, los motivos no son hoy tan evidentes como en los años de la resistencia frente al nazismo, pero hay que mirar alrededor y percibiremos situaciones concretas que nos lleven a resistir.

Del dinero, conviene reproducir lo que dice el autor: “…. el poder del dinero, tan combatido por la Resistencia, nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las grandes esferas del Estado”.

La pluma del prologuista, recientemente galardonado con la Orden de las Artes y las Letras de España, “tampoco es manca”. ¿Cómo esperar otra cosa de este autoproclamado disidente que  ha censurado el sistema económico basado “en el desarrollo sostenible, absolutamente insostenible”?.

Eso, sin olvidar su definición de la gente pudiente: “¿Quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos.

Definitivamente, al leer el texto de J. L Sampedro nos viene al corazón y a la cabeza su defensa del pensamiento libre y de la convicción de que ahí reside la grandeza del ser humano.

Y yo me pregunto: ¿es hoy posible el pensamiento libre? Tengo un amigo que piensa que nos manejan como a marionetas, sostiene que la imagen que percibimos de la pretendida realidad, la interpretación que hacemos de ella,  es fruto de la manipulación de los poderosos. Este filósofo aficionado me dice que no somos libres en absoluto, que grandes  corporaciones nos manejan, generando la ilusión de una amplia libertad del individuo.

Es una teoría,…… pero hoy, me quedo con el optimismo, hay motivos para indignarse, pero podemos luchar. La indiferencia es la peor de las actitudes, el  compromiso es la esencia del ser humano. ¿Por qué no? ¡Luchemos contra esa parte de nosotros mismos que ha decidido anclarse en la comodidad de la indiferencia!

Quizás la insurrección que nos propone Stéphane Hessel tiene algo que ver con aquello que escribía el novelista y político francés, André Malraux: “El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo. Pero uno solo se convierte en un hombre cuando supera esos combates”.

¡Si nuestras conciencias despiertan, hay motivos para la esperanza!

(*) Eugenia Bellver Moreira es Licenciada en Derecho y Máster en Seguridad y Defensa.
1 Comment
  1. celine says

    Eso me parece también: lo primero es el despertar de las conciencias, una por una, en cada uno de nosotros. Gracias por el comentario.

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