David se enfrentará otra vez a Goliat en el valle de Ela

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Fernando Álvarez-Barón *

Oficiales de la Fuerza Aérea Israelí, junto a un avión egipcio destruido durante la Guerra de los 6 días. / Wikipedia

Los humanos aprendemos comparando y diferenciando las cosas en un proceso cognitivo dominado por lo relativo y no por lo absoluto. Al mismo tiempo, la vivencia consciente del presente está regulada cerebralmente por la “memoria de trabajo”, que  reescribe el pasado manipulando los recuerdos para adaptarlos a los intereses del momento.

Lyndon  Johnson y Barack Obama, ambos demócratas y ambos presidentes de EEUU  han vivido una crisis politica muy similar con cuarenta y cinco años de diferencia; de las cinco prioridades que ambos líderes tenían en política exterior, una de ellas fue,  para su aliado Israel, una amenaza existencial, y por tanto la  prioridad número uno del estado hebreo.

Johnson compartía esencialmente los puntos de vista de Eshkol sobre Nasser, y Obama  coincide con Netanyahu sobre la inaceptabilidad de consentir que  Ahmadineyad se haga con capacidades nucleares.  Pero ambos presidentes norteamericanos empujan a su aliado israelí a que ejecute en solitario  la cirugía que ellos desean, y que prefieren que otros realicen.  Walt Rostow  recibió en las últimas horas del 5 de junio de 1967 un informe de Israel con la descripción de las asombrosas victorias conseguidas en  el primer día de guerra, que incluían la destrucción de 400 aviones árabes  (frente a 19 propios). El Consejero de Seguridad  Nacional  de EEUU  lo reenvió a Johnson con la siguiente apostilla; “ha sido coser y cantar”.  Probablemente esa misma anotación es la que espera recibir Barack Hussein del puño y letra de Hillary Clinton en los próximos meses.

Benjamin Netanyahu y  Ehud Barak  eran dos jóvenes de 18 y 25 años cuando Israel , en 1967, respondió  con una guerra preventiva a las amenazas de Gamal Abdel  Nasser  de borrar  a la Entidad Sionista del mapa. Como la memoria es reconstructiva y nuestro cerebro reescribe el pasado continuamente en función de nuestras preocupaciones del presente, es muy probable que ambos dirigentes reevalúen los mismos tópicos, que con asombroso paralelismo, se reproducen 45 años después.

La rueda de la historia  del pueblo de Israel, exige otra vez que David se enfrente a Goliat en el valle de Ela. Esta vez, no obstante, Israel parte en condiciones mucho más ventajosas  que en la Guerra de los 6 Días, porque la batalla decisiva solo será en el aire. Hoy la 4ª potencia  aérea del mundo  tiene una misión muy complicada que es la destrucción de las instalaciones nucleares de  Irán,  situadas a 1800 kilómetros de distancia y dispersas por un país que es mas de tres veces la extensión de España.  Seguro que Netanyahu y Barak recordarán y compararán que en 1967 la fuerza aérea de Israel  necesitó utilizar todos sus aviones al mismo tiempo (excepto  13), para realizar la complejísima maniobra de atacar todos los aeropuertos de Egipto simultáneamente.

Igual que el 5 de junio  de 1967 las relaciones con EEUU van a pasar por un momento de elevada tensión, pero  Avigdor Lieberman lo va a tener muchísimo más fácil que Abba Eban, pues ya no existe la URSS  ni el bloque soviético, ni ninguna superpotencia nuclear aliada de Irán, amenaza con atacar a Israel.

Esta vez, en medio  de un enfrentamiento generalizado entre chiitas y suníes,  el mundo musulmán aparece más dividido que nunca. La amenaza de cortar el suministro de petróleo, cerrando el estrecho de Ormuz provocaría la intervención directa de EEUU y el incremento del suministro de petróleo por parte de Arabia Saudí. A medio plazo una crisis del petróleo seria una bendición para el mundo, ya que impulsaría a las tres grandes potencias perjudicadas, China, Japón e India a acelerar la inversión en energías renovables y en Europa y América, tal vez daría el empujón definitivo para la consolidación del coche eléctrico.

En 1967 Nasser,  cuando se vio ante la destrucción de la totalidad de su fuerza aérea por Israel en 24 horas,  acusó  a las superpotencias  EEUU y Gran Bretaña de haber realizado el ataque aéreo, para salvar su propio pellejo y no admitir la humillación ante su pueblo y ante el mundo, de la derrota ante el pequeño David sionista. Y no dudó tampoco en engañar a sus aliados soviéticos con esta invención, que el presidente Lyndon Johnson denominó:”la gran mentira”.  Ahmadineyad ha manipulado la televisión iraní para poner en boca de los ganadores del óscar su apoyo al plan nuclear de Irán en el discurso de aceptación del galardón, mentira  que ha sido rápidamente denunciada por la blogosfera iraní. En 2012, los ayatolas van a tener un enemigo adicional, que es la libre y masiva circulación de la información por internet y las redes sociales,  y su utilización por la amplia disidencia interna.

Los  dirigentes de hoy en Israel, que eran  adolescentes en 1967, tienen,  a diferencia de otros analistas e intervinientes en el conflicto,  una hoja de ruta interna individual y subjetiva que es la reconstrucción  de sus recuerdos   en los seis días de lucha existencial  de 1967. Y la “actualización” del pasado inevitablemente se hace modificándolo en función de los intereses del presente, hasta niveles de crear una nueva  síntesis proteica en el cerebro, como nos ha enseñado Joseph LeDoux. Y una vez que el pasado, los recuerdos,  se traen al presente entran en funcionamiento las comparaciones, que hoy día son enormemente más favorables para  Start Up Nation .

La resilencia identitaria del pueblo judío en torno al Tanaj  lleva camino de reescribir una nueva versión de la  historia del tañedor de arpa, pues, ¿no es acaso  la piedra de la honda de David una  metáfora de los misiles y los aviones que van a quebrar a los enemigos de Israel?

(*) Fernández Álvarez-Barón es sociólogo.

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