Ni sapos ni princesas

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Mural contra el machismo y en recuerdo de las víctimas de la violencia de género
Mural contra el machismo y en recuerdo de las víctimas de la violencia de género realizado en un Instituto de Vallecas. / Agustín Moreno

El día en que sea posible que la mujer ame, no con su debilidad
sino con su fuerza, no para escapar de sí misma sino para
encontrarse, no para rebajarse sino para reafirmarse; aquel
día el amor llegará a ser para ella, como para el hombre, una
fuente de vida y no de peligro mortalSimone de Beauvoir

Acaban de ser asesinadas dos mujeres más en Esplugues de Llobregat y en Ibiza a manos de sus parejas. Como todos los veranos, se vuelve a disparar la violencia de género y los crímenes machistas. Dicen las noticias: “Mujer apuñalada, degollada, estrangulada, tiroteada en plena calle, asesinada y emparedada…” Van 36 mujeres muertas en lo que llevamos de año y 11 este verano. La magnitud del problema es de tal calibre que las medidas legales y policiales son necesarias pero no son suficientes. Hace falta invertir a largo plazo, de forma paciente, sistemática y socialmente coordinada para ir cambiando una mentalidad patriarcal y posesiva que conduce al desprecio, al maltrato y, en situaciones extremas, al crimen.

En este sentido, cobra gran importancia la educación de los jóvenes en el respeto y la igualdad. Desde la conciencia de su valor venimos trabajando estos temas en algunos centros educativos. Este año hemos dedicado parte de la celebración del 8 de marzo en el instituto a desmontar mitos sobre el amor romántico y los celos, bastante frecuentes en el patriarcal modelo de pareja clásico. A veces se encuentran entre las causas de un sorprendente nivel de aceptación de la violencia por muchas mujeres.

Partimos de que el concepto de amor en pareja ha cambiado a lo largo de la Historia. Tenemos conocimiento del amor platónico, del amor cortés y, especialmente, del amor romántico, el que hoy muchos reconocen como el “verdadero” amor y que forma parte del imaginario colectivo. Reflexionamos sobre cómo se ha construido este concepto de amor romántico en el contexto de la sociedad patriarcal y analizamos sus mitos y sus trampas. Buscamos aprender cómo sigue consolidándose a través de los modelos que nos devuelven la literatura, las canciones, las películas, las series de televisión o los videojuegos. El pacto entre mercado y patriarcado no solo se produce para vender en San Valentín, sino que está presente en el desarrollo de modelos de consumo que se reproducen comportamientos machistas para mayor gloria de los beneficios empresariales y la inmutabilidad del sistema.

Intentamos desmontar cuatro grupos de falacias sobre el amor romántico. Y para ello nos ha sido muy útil seguir las pautas del estudio sobre Sexismo y Violencia de Género del Instituto Andaluz de la Mujer:

1. El mito de que el amor lo puede todo. No es cierto que todas las personas puedan cambiar por la fuerza arrebatadora del amor. Las personas cambian si quieren o porque se les ayuda. No hay por qué aguantar ni perdonar las ofensas recibidas si no es excepcionalmente y siempre que haya voluntad real de modificar la conducta. Por eso, no se puede dar naturaleza de normalidad a la violencia y al desprecio: no hay ni rastro de amor en el maltrato.

2. El mito del amor predestinado. Estamos evolucionados culturalmente como para seguir creyendo en los tópicos: la media naranja, en la vida solo puede haber un amor verdadero, el amor es eterno, etc. La experiencia significativa de cada cual demuestra, en carne propia o por experiencias ajenas, que hay muchos tipos de relaciones, de parejas, de situaciones de estabilidad, de nuevos afectos totalmente satisfactorios, etc. No se debe considerar la pareja como un yugo indisoluble, por más que así lo afirmen las iglesias. Nadie debe soportar a nadie por un supuesto lazo eterno: el amor puede acabarse y no debe vivirse como un fracaso. El divorcio existe en las sociedades modernas para rehacer la vida de los miembros de una pareja que no funciona. Cada persona es una naranja entera un ser completo que debe decidir libremente su relación con otras para que sea equilibrada y sin dominación.

3. El mito de que el amor exige entrega total por ser lo más importante. No, lo más importante es el bienestar de las personas, su autoestima, su libertad, el respeto a sus derechos humanos. Nada ni nadie puede suponer un coste tan alto como que una persona deba renunciar a ser ella misma o ser sometida a maltrato. Las relaciones amorosas y afectivas tienen que ser un acto de entrega recíproca, voluntario y racional. Si se pierde la racionalidad consustancial a la naturaleza de persona, se corre el riesgo de actuar desde la enajenación pasajera del enamoramiento y aceptar condiciones que no son deseables para el bienestar de ambas personas. El amor no debe ser ciego ni suponer la despersonalización y la pérdida de la intimidad del individuo.

4.  El mito de que los celosos aman más y, por tanto, que el amor debe ser exclusivista. Esta falsa idea encubre el afán de posesión total de la otra persona y convierte el amor en un ejercicio de sospecha. Los celos son una relación desequilibrada en el doble sentido de patología y falta de igualdad entre las partes de la pareja. Cada persona no puede renunciar a su entorno de relaciones y amistades por una concepción excluyente de la relación de pareja. Son muy preocupantes los estudios que admiten como natural y justificado que los novios/as controlen el móvil, el WhatsApp y las comunicaciones en las redes sociales de su pareja. Nadie pertenece a nadie. Sin libertad no hay amor maduro. Ante un novio/a celoso/a, si no muestra actitud de cambio, más vale salir corriendo antes de que sea tarde. Y huir de ensoñaciones que hacen creer a muchas mujeres que se enamoran de un príncipe y luego, cuando se despiertan, el príncipe las aporrea.

Estos mitos conducen a una idealización del amor y a la creencia de que es compatible con la violencia. Así parece demostrarse en diferentes estudios que establecen una relación causal directa. Visto el daño que hacen estos mitos debemos revisar lo aprendido y rechazarlos si queremos ensanchar nuestra idea del amor y construir un mundo más igualitario, más justo y más feliz. El reto es la reformulación de los modelos amorosos que deben estar exentos de toda violencia, basarse en el respeto y el afecto, la confianza y la reciprocidad. Creo que a estas alturas deberíamos ya saber que, como dijeron al alumnado el 8 de marzo las conferenciantes Vicky Toajas y Pilar Lucía López, ningún sapo se convierte en príncipe, y que las princesas ya no son lo que eran. O no deberían de serlo.

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