CINE / El velo del secreto

Vida pública, vida privada y vida secreta

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Marilyn Monroe con su entonces marido, el escritor Arthur Miller, durante su viaje a Londres.

Se cuenta que en 1955, cuando Marilyn Monroe firmó con la productora 20th Century Fox un contrato millonario sin precedentes en la industria cinematográfica de Hollywood, la actriz exclamó: “¡Ya nunca tendré que volver a comerme otra polla judía!”. En el libro Norma Jean: mi vida secreta con Marilyn Monroe, su buen amigo Ted Jordan aseguraba ―treinta años tras haber muerto ella― que Monroe accedía a tener sexo con cualquiera que pudiera ayudarla a avanzar en su carrera. Un año después de soltar la procaz frase, Marilyn se convertía al judaísmo para poder casarse con el escritor Arthur Miller, dedicando largas horas a estudiar los principios de su nueva fe bajo la tutela del rabino Robert Goldburg, lo que descarta el antisemitismo por parte de la actriz. Cuando Marilyn Monroe exclamó con su sarcasmo habitual que no tendría que volver a hacer felaciones laborales, por así llamarlas, se refería a haberse librado por fin de los consabidos servicios sexuales a los gerifaltes que dirigían la industria cinematográfica de Hollywood. En octubre de este año, es decir, 72 años después de aquel episodio, se ha descubierto que el productor estadounidense Harvey Weinstein tiene un largo historial de acoso sexual y posterior chantaje a las actrices de sus películas y a las empleadas de sus empresas. Por cierto, Weinstein es judío, así que las gráficas palabras de Monroe mantienen toda su frescura siete décadas después.

¿Y qué interés tiene el asunto en España? Podría parecer que Harvey Weinstein guarda poca relación con este rincón meridional de Europa. La última vez que visitó nuestro país fue en el verano de 2015, para dar una conferencia en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid, invitado por el ex embajador estadounidense James Costos. En esa charla citó la fórmula de Pedro Almodóvar para ganar un Oscar: “Lograr que Weinstein te distribuya la película o ir a la iglesia a rezar mucho”, frase que al parecer le hacía mucha gracia al aludido. Resultó ser una profecía autocumplida, pues Weinstein no solo distribuyó Átame a partir de 1990 en Estados Unidos, sino que pleiteó ―y perdió― durante un año con la poderosa Asociación Cinematográfica de América por haberla calificado como película pornográfica, distribuyendo también la siguiente entrega de Almodóvar, Tacones Lejanos. El Oscar al Mejor Guion y la nominación al Oscar como Mejor Director le llegarían al cineasta manchego en 2003 por Hable con ella, pero nunca habrían sido posibles sin Harvey Weinstein. Tal vez sea este el motivo por el que Almodóvar no se ha pronunciado sobre el polémico escándalo.

«Antonio Banderas y Penélope Cruz sí han condenado la conducta de quien fuera su mecenas, ella con la apostilla casi obligatoria de que nunca fue acosada por él»

Antonio Banderas y Penélope Cruz sí han condenado la conducta de quien fuera su mecenas, ella con la apostilla casi obligatoria de que nunca fue acosada por él. Lo indudable es que la distribuidora Miramax, fundada por Harvey Weinstein en 1979 con su hermano menor Bob, ha sido crucial para el reconocimiento mundial del cine español. Javier Bardem tiene un ‘Oscar Miramax’ por No es país para viejos, Penélope Cruz ganó un ‘Oscar Miramax’ por Vicky Cristina Barcelona y Antonio Banderas despegó internacionalmente con Átame y continuó con otras seis ‘películas Miramax’. Por tanto, el cine español más prestigioso debe su reconocimiento universal al apoyo incondicional que recibieron en su momento por parte del productor estadounidense meteóricamente caído en desgracia. El caso Harvey Weinstein recuerda al caso Woody Allen, fulminado de su trono como el Bergman neoyorquino en la década de 1990, tras hacerse pública la relación sexual que mantenía en secreto con su hija adoptiva de origen coreano Soon-Yi Previn. ¿Debe un creador llevar una vida pura o el fin último es su obra? ¿Tiene derecho el público a opinar sobre la moralidad personal de un artista o pensador? En el ensayo Intelectuales, el escritor británico Paul Johnson se preguntaba si autores como Rousseau, Marx, Ibsen, Tolstoi, Hemingway y Sartre, cuyas ideas cambiaron la historia de la humanidad, estaban capacitados para impartir doctrina, teniendo en cuenta la enorme discrepancia entre su vida y su obra.

Cuando el catedrático británico Gerald Martin planteó a Gabriel García-Márquez escribir su biografía sin omitir nada, el autor colombiano respondió: “Todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta”. Poco sospechaba el Nobel colombiano que en la era global el concepto de privacidad cambiaría para siempre con la realidad virtual, las redes sociales y el hackeo de información. Lástima que Weinstein no leyera el Oráculo manual de Gracián en su bien vendida versión inglesa, pues hace casi cuatro siglos el lúcido autor español recomendaba actuar siempre como si nos vieran y “tratar ya como testigos a quienes lo serán después”. El acoso no es sexo; es un alarde de poder. La gran paradoja es que Marilyn Monroe parecía expresarse y actuar con más libertad en 1955, hace siete décadas, que los centenares de personas que han guardado ―y guardan todavía― silencio sobre Harvey Weinstein en el globalizado ‘Mundo Libre’ del siglo XXI.

3 Comments
  1. Eduardo says

    Me gusta el artículo. Hace días vengo pensando lo mismo, ¿hasta dónde una persona se puede separar de su creación? ¿Cuántos cosas buenas son necesarias para ganarle a algo terrible? ¿No somos, en gran parte, el resultado de una sociedad que desde siempre ha convertido a la mujer en cosa? ¿No participan muchas mujeres en acentuar esa misma cosificación? ¿Quién puede establecer la línea que divide lo aceptable de lo incorrecto? Toda mi vida he estado en contra del abuso de poder, pero hay un área gris, un espacio blando que tiene piel, que tiene calor y que no me es queda claro si pertenece a Dios o al Diablo.

  2. LDMuras says

    Hay una vieja antropologia sobre Hollywood publicada en español por FONDO DE CULTURA autor HORTENSE POWDERMAKER donde ya hablaba de la carrereras de las actrices y como pasaban por la cama del director o del productor para tener trabajo o sea NADA NUEVO

  3. LDMuras says

    La
    megaexplosividad del sexoescándalo del sádico Weinstein implica en forma
    directa a Ehud Barak, ex premier israelí y ex ministro de Defensa, así
    como al Mossad –mediante la firma israelí Black Cube, repleta de
    veteranos del ejército de Israel– que desplegaron la militarizada Operación Paracaídas para perseguir (sic) sin pudor al raudal de mujeres y periodistas denunciantes.

    ¿El acoso sexual y la prostitución, acoplados de su sincrónico espionaje, son armas sionistas del instrumental bélico de Israel?

    The Times of Israel exhibe las conexiones epicúreas del ex premier Barak y el Mossad con el sádico sexual y confeso sionista Weinstein (http://goo.gl/zMDaWc).

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