El “joven Marx” de 2018
Eduardo Sánchez Iglesias*
A diferencia de las celebraciones y homenajes dedicados a Mayo del 68, en los actos centrados en el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx, el protagonismo es de la gente joven. No es de extrañar que sea al “joven Marx” a quién se dedique una reciente película, y que sean los jóvenes que prácticamente solo han conocido la crisis, el público que más llene los actos o sea quien organice muchos de ellos. Y es por esa razón que el Bicentenario se está convirtiendo en algo más, en algo no previsto.
Con los efectos de la crisis de 2008, el interés por la obra de Karl Marx ha resurgido, motivado por una sociedad que tiene interés o que demanda responder a la pregunta de ¿qué es lo que ha pasado?
«Su descubrimiento se da en entornos familiares y personales marcados por la precariedad y la crisis»
A diferencia de décadas anteriores, el acercamiento a Marx se da en el contexto marcado por la precariedad como la realidad estructural. El Marx de la derrota después de la caída de la URSS, el Marx de la nostalgia de la década neoliberal, el Marx como artefacto académico o de consumo de élites culturales en la época del boom del ladrillo, es sustituido por un ambiente donde su descubrimiento se da en entornos familiares y personales marcados por la precariedad y la crisis.
Mucha gente descubre a Marx ante la necesidad de entender qué pasa. Y es que por mucha propaganda, no se entiende por qué estamos ahora en crisis, cuando se nos decía que vivíamos un boom económico y éramos de la Champions League europea. La sociedad sigue denunciando por qué habiendo tanta vivienda vacía, lo que se producían todos los días eran desahucios. Asimismo, entendemos que tenemos que trabajar horas extras para traer más dinero a casa, porque en España los salarios son muy bajos. Pero lo que es difícilmente entendible es que encima, luego la empresa no las pagase.
Una nueva generación, quizás dos, quieren profundizar en el porqué de estas realidades. Pero las explicaciones que se dan no satisfacen y hay que buscar otras; es ahí cuando aparece la fuerza de la Teoría crítica en general y de Marx, en particular. Se nos explica que nos encontramos en una sociedad de mercado, y en este entorno de mercado a veces de producen desequilibrios, y que fruto de esos desequilibrios se producen esas desigualdades. Pero se nos dice también, que dichos desequilibrios son puntuales y que todo volverá a la normalidad (la prosperidad) con el paso del tiempo o después de llevar a cabo las políticas (siempre llamadas reformas) correctas.
Así, con Marx encontramos otras explicaciones más próximas a nuestra realidad. Por ejemplo, no es que estuviésemos en un “momento” álgido de la economía, sino que estábamos en un ciclo, y es que para el autor de El Capital, la economía en el capitalismo se desenvuelve mediante ciclos económicos, así en 2007 habíamos llegado al final de uno, y el capitalismo acude a las crisis para retomar su expansión.
Desde estos ejemplos cotidianos, se puede captar la dimensión de este renacer de Marx en 2018, y es que frente al “marxismo” rápidamente millones de personas en las sociedades actuales saben que estamos ante un pensamiento político opuesto al individualismo hoy predominante.De la misma forma, la lógica de que “exista gente sin casas y casas sin gente” se debía a que hay una lógica, sino dos; una lógica de los capitalistas y una lógica de los trabajadores. Es por esto que el objetivo del capitalismo no es producir bienes o prestar servicios útiles a la sociedad (vivienda, salud, alimentación, calefacción en invierno), sino que solo produce aquello que conlleva un beneficio. Por eso, tirar la comida aumenta los beneficios, aunque haya miles de personas que sufren malnutrición en nuestro país. No es que hagamos horas extras no pagadas, sino que prácticamente todo el trabajo que realizamos va a ser siempre no pagado.
El pensador alemán ofrece una acción globalizadora, que recoge preocupaciones que son generales a muchos para dotarles de esquemas de interpretación sistemáticos, no fragmentados. Estamos, por tanto, ante un pensamiento materialista, porque en su compresión de los problemas reales decide no acudir a instancias transcendentes, como la explicación religiosa (todos merecemos el castigo de la crisis) o el tecnocratismo de raíz científica (son los hechos que preceden a la “inevitable” llegada de los robots). Es un pensamiento histórico, opuesto a la existencia de un orden natural de las cosas (siempre al servicio del poderoso), porque capta el despliegue conflictivo que hay en las sociedades y, por tanto, entiende que somos capaces de transformarlo.
«El ejemplo de Marx aparece como una contribución a articular nuestra indignación»
Con Marx estamos ante la presencia de una forma de pensar nuestros problemas de forma crítica, porque no se limita a la compresión y explicación de “lo que hay” sino que toma partido a favor de las clases subalternas. Aporta un pensamiento revolucionario en dos sentidos: uno teórico, porque capta los puntos débiles del sistema social y económico que critica, postulando la transformación radical del mismo; y en el sentido práctico, porque pretende que la comprensión crítica del sistema capitalista arraigue en la mayoría de los oprimidos y explotados, llenando de razón su indignación moral, pretendiendo con ello ayudar a su organización y, con ellos, a su formación.
El ejemplo de Marx aparece como una contribución a articular nuestra indignación. Un antídoto para no caer en la resignación y que permite seguir avanzando en el cambio real de las cosas que nos afectan. Y esa es la explicación de un Marx vigente, la de alguien conforme con una explicación de la sociedad de su momento, sino que pretendía ir más allá, construir un método, una teoría más general, y esa teoría hoy nos es útil. Por ahí, con otras aportaciones, avanzamos.
(*) Profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM. Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) (@EddyIU)