Ciudadanos: de la arrogancia al odio
- El odio y la ira es una novedad que en Madrid han introducido los partidos que querrían haber hecho alcaldesa a Esperanza Aguirre en vez de a Manuela Carmena con un liderazgo indiscutible de Begoña Villacís y Ciudadanos
- Aunque Ciudadanos fuera una organización repleta de mentes brillantes que defienden contra viento y marea las libertades y la democracia no se subirían a esa atalaya de desprecio al otro
El viernes pasado, la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís se mofó y llamaba “justicia poética” al hecho de que la concejala de Arganzuela hubiera tenido que llamar a la policía porque un grupúsculo estaba reventando el pleno del distrito mediante gritos e insultos. Esto es: impedían que se desarrollara el debate entre los distintos grupos municipales, que se supone que representan a todos los vecinos. Después se fueron a reventar el pregón de las fiestas de La Melonera, unas fiestas típicas de Arganzuela. Una vecina de 70 años (que ya en su día fue víctima de la violencia franquista, por cierto) les pidió que le dejaran escuchar el pregón y una persona de este grupo tan divertido le dio una patada y le rompió una costilla.
El clima vivido en el pleno de Arganzuela no es aislado. En otros distritos también se ha convocado a grupúsculos que impiden el normal desarrollo del pleno mediante gritos, abucheos e insultos a los vocales y concejales de Ahora Madrid y del PSOE (salvo allí donde le ríen las gracias a estos grupúsculos). Las excusas para reventar los plenos suelen ser de una gravedad inmensa: una pequeña intervención urbanística para calmar el tráfico de un barrio, cambiar aparcamientos en línea por aparcamientos en batería… Y siempre, absolutamente siempre, cuentan con un aplauso de Ciudadanos y del PP (y de los medios que hacen política municipal a su dictado) aún más entusiasta que el que Ciudadanos y PP reciben de estos grupúsculos.
Esto nunca había sido así. Conozco los plenos de mi distrito desde hace muchos años. Fui portavoz del grupo de IU en Chamberí cuando el PP nos robó un parque para construir un campo de golf ilegal como parte del caso Lezo. Parece que era un motivo un poco más relevante que el color con el que se había pintado una maceta. Los vecinos movilizados (obviamente ninguno de los que ahora participan en estos grupúsculos que revientan los plenos) presentaron acciones judiciales (que ganaron), convocaron manifestaciones, hicieron preguntas en la Junta de Distrito, presentaron miles de firmas al Ayuntamiento y a la Comunidad… pero no hay una sola persona en Madrid ni un solo cargo del PP que pueda recordar no ya una agresión física, sino simplemente que no se le dejara hablar cuanto quisiera.
El odio y la ira es una novedad que en Madrid han introducido los partidos que querrían haber hecho alcaldesa a Esperanza Aguirre en vez de a Manuela Carmena con un liderazgo indiscutible de Begoña Villacís y Ciudadanos.
No es una exclusiva de Madrid sino que es más bien una consecuencia natural de la forma en la que Ciudadanos afronta la política. Es casi imposible encontrar un debate en el que el representante de Ciudadanos (sea un periodista o un dirigente político) no sostenga su posición desde una atalaya de desprecio al discrepante que siempre es un imbécil, un ignorante y nunca un demócrata. Si un periodista no le hace a Albert Rivera las preguntas que él ha decidido es un mercenario propagandista; si un partido hace una propuesta con la que discrepan es populismo y secesionismo (aunque la propuesta sea recortar las tasas de las escuelas infantiles un año antes de que ellos simulen exigir la gratuidad de las escuelas infantiles); incluso cuando un partido llega a acuerdos con ellos siempre los humillan e insultan como si no fueran de la mano.
Lo menos importante es que la arrogancia intelectual y política que desprende Ciudadanos sea absolutamente injustificada. Efectivamente cualquier examen mínimamente distante del común de cargos públicos y portavoces (políticos y periodísticos) de Ciudadanos evidencia que esa pretendida brillantez intelectual y profesional es, digamos, un ejercicio de autocomplacencia bastante generoso consigo. El examen de la justificación de esa atalaya política es bastante más complejo por los continuos vaivenes que van desde el machismo más duro (nos contaron que la mayoría de las denuncias de violencia machista son falsas y propusieron eliminar la violencia machista del Código Penal para tratarla como violencia común) a erigirse en líderes del feminismo; pero precisamente esos vaivenes son la muestra, como mínimo, de que someten la consistencia política al oportunismo o al lobby de turno que llame a su puerta (una evidencia para todos los que convivimos con Ciudadanos en las instituciones).
Que esa arrogancia sea injustificada es lo de menos. Aunque Ciudadanos fuera una organización repleta de mentes brillantes que defienden contra viento y marea y a riesgo de no ser populares las libertades y la democracia no se subirían a esa atalaya de desprecio al otro.
Precisamente porque nada hay más alejado de la democracia y del liberalismo que ese elitismo. Insisto: aunque encontraran alguna razón para sentirse una élite. Es esa arrogancia la que empuja al odio. Sólo ellos son demócratas y por eso al cámara de televisión que creen que cobra su nómina de una televisión que no les gusta se le puede rodear, insultar, boicotear… y el más tonto del grupo piensa que también le puede pegar. Por eso a una periodista se le puede dictar qué pregunta le tienen que hacer, porque si no hace la pregunta que él le dicta no es una periodista libre. Por eso es justicia poética que revienten los plenos para aplaudir a los suyos, a los demócratas e inteligentes, haciendo saber a gritos a los otros que son unos mierdas (sic), unos imbéciles y cualquier insulto o mentira que se les ocurra.
Si tras lo que pasó en la Ciutadella con el cámara de televisión y en La Melonera con la “justicia poética” Ciudadanos no reflexiona sobre cómo está haciendo política igual sobre lo que hay que reflexionar es sobre qué tipo de partido es Ciudadanos.
Bastó que saliera a la calle Arcadi Espada a pintar rojigualdas (también llamadas «estanqueras»)
y quitar lazos amarillos para que la pareja que lidera esa formación tan claramente neofascista,
C’s Fachas, decidiera asimismo pasar a la acción contra los lazos. Bastó que Arrimadas y Rivera
hicieran lo que El Plural llama un posado quitando lazos para que el mundo entero se tornara
amarillo. Cristina Fallarás acuñó el hashtag ##RiveraQuitameEste, convertido de inmediato en TT
mundial. Están histéricos. Andan provocando por donde pasan (dejándolo todo lleno de basura, por
cierto) para conseguir respuestas violentas y justificar así la represión que pretenden. Como no
las consiguen (ni las conseguirán), se las inventan. La única violencia la traen ellos (y ellos
se la llevan); las únicas agresiones son las suyas, al extremo de que, a falta de gente a la que
atacar, se zurran entre sí. Es lógico: neofascistas, ultras de vox, agentes de policía de
paisano (a veces con banderas de la policía), delincuentes, nazis europeos y españoles,
nostálgicos del KKK, tabarnios y claque autobusera de bocata. Lo raro sería que no se liaran a
mamporros entre ellos mismos. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!
Eres un lazi apesebrado o adoctrinado?
El autor fue portavoz de IU. Pos vale.
¿Portavoz de IU? Te deseo una muerte dolorosa.
te retratas y los retratas a ellos y en el avatar la de abajo eres tu ??
En el articulo cambias «Ciudadanos» por «Pablemos» y te queda perfecto.