Del marketing a la dura realidad: sobre la composición y la “crisis” del Gobierno Sánchez

  • Asistimos a una resurrección acelerada del eje clásico de disputa izquierda-derecha.
  • El Gobierno parece el rehén de los típicos comportamientos de una minoría privilegiada.

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Raúl Camargo es anticapitalista y diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid 

Hace escasos meses el recién investido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiso aparecer como un mago de la política de la imagen presentando un gabinete rodeado de mujeres, de gente solvente, técnicamente capaz y supuestamente proclive a integrar, aunque fuera parcialmente, algunas demandas sociales. Un movimiento que ya fue interpretado en clave de programa electoral más para el futuro que para lo que podía quedar de legislatura efectiva en este periodo. Un movimiento con el que Sánchez trató de dejar noqueada tanto a su derecha como a su izquierda con determinados nombramientos. De fondo, se trataba de instalar una idea-fuerza: este es un gobierno que rompe con los viejos gobiernos del PP carcomidos por la corrupción. Se trataba, en definitiva, de presentar un gobierno de tecnócratas alejados de la corrupción, de profesionales intachables. Gente de orden, “jóvenes”, dialogantes, abiertos, progres. La ola de esos nombramientos y las expectativas que generó (más por su comparación con el pasado inmediato que por lo que realmente suponía) relanzó a Sánchez entre mucha gente bienintencionada de ese bloque amplio que podemos llamar “pueblo de izquierdas”.

Pasados unos meses es un buen momento para hacer algún balance sobre esa política de golpes de efecto, no ya tanto sobre la política desplegada por el Gobierno y los límites evidentes que muestra en el día a día, si no sobre lo que tiene de proyecto detrás una determinada composición del equipo de Gobierno.

Antes de nada una evidencia palpable estos días. La (extrema) derecha no va a dar ni un respiro a este Gobierno. En la lógica política patrocinada por el bipartidismo tampoco cabía esperar otra cosa. De hecho asistimos a una resurrección acelerada del eje clásico de disputa izquierda-derecha en donde el PSOE, lamentablemente, vuelve a ocupar la posición hegemónica en el campo de la izquierda. En este sentido, sabemos que siempre que gobierna el PSOE, las derechas emprenden una serie de guerras político-culturales en las que sobreactúan, como si hubiera, poco menos, que una revolución en curso. Eso tiene un efecto ideológico, pues genera un escenario ficticio de radicalización en el que, sin embargo, las relaciones sociales dominantes se mantienen inalterables pero que, a su vez, también tiene efectos políticos en la izquierda y su base social. Del mismo, la izquierda que se mueve dentro de los límites del progresismo aprovecha también funcionalmente ese marco. Utiliza la agresividad de la derecha para generar lealtades en torno a un gobierno de izquierdas que no disputa en el terreno de juego de la estructura económica, pero tampoco transforma la cultural y que refuerza la lógica del mal menor, y “del todos contra la derecha.” Este es el típico campo de juego en el que el PSOE se mueve a la perfección para presentarse como la única salida posible frente al mal mayor que representa la derecha.

En las últimas semanas, aprovechando la retórica regeneracionista impulsada por Sánchez, la derecha y sus medios afines se han lanzado a pasar la “prueba del algodón” de la honorabilidad al conjunto del Gobierno. Todo ello aderezado con la inestimable participación de las cloacas más indeseables del Estado. Sin embargo, reconocer y denunciar la estrategia de la derecha, no debería evitarnos hacer otro tipo de análisis y reflexiones. Asistimos, caso ministerial tras caso ministerial, a la demolición de la ilusión de ese gobierno de los currículums brillantes y las buenas intenciones. Ministras con currículms aderezados con sus buenas dosis de másteres-estafa, ministros que han defraudado a Hacienda creando sociedades fantasma, un presidente al que, no nos engañemos, le han venido a regalar un doctorado en una universidad privada rodeado de amiguetes, una ministra envilecida en sus relaciones con lo más oscuro de los aparatos policiales. En fin, un Gobierno que no parece el espejo de la mayoría social si no, más bien, rehén de los típicos comportamientos de una minoría privilegiada bien enlazada a las formas clásicas de reproducción social del sistema.

Hace no mucho tiempo a estos comportamientos tan propios de una determinada clase social se le puso un nombre que irritó a muchos pero que hizo comprensible una denuncia clara sobre toda una clase política: la casta. Un calificativo que trascendía a los partidos del régimen (pero que los apuntaba con el dedo) y señalaba a toda una élite política y empresarial. Pasados unos meses desde la operación de propaganda electoral que escondía los nombramientos gubernamentales, podemos decir que estamos ante un gobierno en el que los currículums ejemplares pueden ser ya la anécdota y sobre el que se extiende, de forma imparable, la cruda realidad: el Gobierno de los mejores de Sánchez es un Gobierno del que, mayoritariamente, forman parte personas que no viven como la mayoría social, no comparten sus problemas, sus preocupaciones ni comparten espacios sociales y donde es más común que la relación con Hacienda esté bordeando la ley a que les salga “a devolver”. No hay en esta afirmación, por otro lado, ninguna novedad respecto a lo que ha sido la experiencia de quienes, en su mayoría, han formado parte de los gobiernos del PSOE en los últimos 40 años. O bien ya antes de llegar a los gobiernos o bien después hablamos de gente cuyas preocupaciones vitales y comportamientos personales tienen más que ver con los de la minoría que conforma la élite y el establishment que las de la gente trabajadora más pendientes de llegar a fin de mes haciendo equilibrios infinitos para poder pagar el alquiler o la luz. Las puertas giratorias no son cosa solo de Aznar y Rato. Bien sabemos que Felipe González y Elena Salgado las usaron de la misma manera habiendo ocupado puestos idénticos a los otros dos.

Decía Marx aquello de que las condiciones materiales determinan la conciencia. Sería un error establecer una ley de hierro inexorable sobre las posibilidades de que quien vive más desahogado no pueda tener y desarrollar proyectos de progreso y justicia social. Pero sería ingenuo negar que este factor tan importante también influye para, al final, tener una política concreta o para defender los beneficios, por ejemplo, de la educación privada. A todo este conglomerado de intereses políticos, empresariales y culturales lo hemos denominado Régimen del 78. Que no fuéramos capaces de derribarlo no significa que haya desaparecido, que sus motivaciones fueran loables o que debamos pedirle alguna suerte de excusas. Desentrañar esta trama de favores mutuos sigue siendo el principal objetivo de cualquier fuerza política que aspire a transformar en profundidad la sociedad española. El 15-M  entendió muy bien el carácter sistémico del bipartidismo pero de aquellas plazas repletas ya casi solo nos quedan las brasas. No olvidemos, no obstante, que las brasas pueden reavivar la hoguera en cualquier momento. De nosotras y nosotras depende que vuelvan a prender.

3 Comments
  1. florentino del Amo Antolin says

    Este Gobierno, es el de los golpes de efecto… ¡ Populísta !. Que presume de ser de izquierdas, lanzando soflamas, que alientan mucho más a la extrema derecha. No deroga nada que pudiese romper con el pasado; ahí están los ejemplos claros: Presupuestos, derogación de la ley de deficit, pensiones y pensionístas, educación…
    ¿ Como puede pensar por los desahuciados y pensionístas el Sr Borrell ?. Y tantos otros que no les urge el día a día, viven de puta madre y les sudan los problemas de otros. No, pueden representarnos, aquellos que están ejerciendo de tapón de las aspiraciones sociales más necesitadas y perentorias.
    Las condiciones materiales determínan la pertenencia a una clase social ( La conciencia lo dejanos para las religiones ). Este Gobierno es un calco de una forma de vida elitísta, representando esa sociedad de presumir de socialístas, sosteniendo solapadamente y firmando el 80 % del ideario de la derecha últra. Unidos por las cloacas y sus agentes incontrolados, propagadores de las cizañas contra sus enemigos politicos. Por eso no derogan nada, aparecerían los contratos firmados, los honorarios y cuanto nos costó a los que no tenemos Patria evasora. ¡ Les da a devolver !. ¿ Como se pueden preocupar de algo que no se nota en sus cuentas ?. ¡ Desentrañando !. En aquellos que no sufren en sus carnes, la lepra inducida amablemente por estos yupies del riñón cubierto, abrigado del frio y al fresco del tórrido desierto social, en el que los muy ladinos, con sus pócimas… nos dan arcadas, nauseas. A ellos a: Devolver !.

  2. prusiner says

    Las puertas giratorias siguen siendo uno de los principales paradigmas de una estructura institucional y empresarial corrupta, alrededor de un régimen decadente y trasfranquista.
    El reciente nombramiento de Jordi Sevilla y Juan Ávila para el consejo de administración de Red Eléctrica, significa que tendremos que seguir pagando elevadísimas facturas a las cuales muchos ciudadanos no pueden hacer frente, mientras el gobierno sigue trabajando como un esbirros para las compañías energéticas.

  3. ninja45 says

    Un país que estuvo en estado de excepción con el 155, donde hay presos, exiliados y
    embargados políticos, un país en el que se apalea a la gente por querer votar, se la
    encarcela por rapear y se la despoja de sus prendas de vestir arbitrariamente; un país
    hasta ahora gobernado por ladrones, con un partido de facinerosos, unos tribunales al
    servicio del gobierno y unos medios que son puros aparatos de propaganda, era un
    «Estado de derecho a nivel europeo», según la manga de ideólogos al servicio de este
    régimen neofranquista al que apoya la oposición en pleno, por activa o por pasiva,
    cuando se trata de Cataluña. Dijo Miguel Iceta que la situación sería muy distinta si
    gobernara el PSOE, como queriendo marcar unas distancias inexistentes con el Partido
    Podrido. Porque era otra mentira. En primer lugar, estamos así precisamente porque el
    PSOE de Zapatero comenzó una reforma del Estatuto en 2006 que luego no tuvo la
    inteligencia, ni el valor, ni la honestidad de mantener. En segundo porque el PSOE
    carece de todo proyecto catalán (ya ni menciona las bobadas federales o de reforma de
    la Constitución con que amenizaba las fiestas del partido) y prefería apoyar el del
    Partido Podrido y, sobre todo, su modo de resolverlo a palos. En tercero porque un
    partido que tiene en su historia los GAL es posible que haga algo distinto que el PP,
    y probablemente peor y más sucio. Intolerable y vergonzoso. Si me pegan, me divorcio.
    Som República !!*!!

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