GEOPOLÍTICA

China: una garantía de paz para el mundo

  • "Se intenta volver a instalar un imaginario de Guerra Fría para explicar los conflictos entre China y Estados Unidos"
  • "Es una auténtica irresponsabilidad alimentar la confrontación bélica entre China y Occidente"
  • "Hay más garantías de estabilidad y paz con China que con unos Estados Unidos demasiado impredecibles e impulsivos"

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Desde la intensificación de la guerra comercial entre China y Estados Unidos se ha recrudecido enormemente la presión mediática y política occidental contra China. Una presión que persigue erosionar profundamente la imagen de China en Occidente y que es extremadamente irresponsable tanto geopolítica como políticamente.

El último capítulo de esta ofensiva coincide con el incremento de las referencias a Xinjiang por parte de los manifestantes de Hong Kong. En una coordinación casi milimétrica, El País y 20 medios occidentales (entre ellos The Washington Post y la BBC) sacaban el pasado lunes 25 de noviembre un enorme reportaje en portada titulado Los cables secretos de China donde se dibuja una distopía orwelliana en relación a los mecanismos de control ciudadano masivo y represión sin límites a parte de la minoría de los uigures. Más allá del contenido del minucioso reportaje, sorprende la coordinación con las nuevas demandas de las protestas en Hong Kong y la coincidencia en el tiempo con una guerra comercial que sólo se ha relajado modestamente en los últimos meses.

El reportaje es evidente que intenta dibujar una China que estaría derivando hacia las peores épocas del estalinismo en la URSS. Campos de trabajo, reeducación, control social…Palabras que se asocian al universo soviético y que se quiere repetir con China. Se intenta, de este modo, volver a instalar un imaginario de Guerra Fría para explicar los conflictos entre China y Estados Unidos.

El principal problema que existe es que China jamás fue la URSS. Las diferencias culturales, políticas e históricas son notorias pero a lo mejor habría que repasarlas para poder situarnos mejor. Para empezar, China no formó parte del bando de la URSS durante la guerra fría. Lideró al tercer bloque, el de los no alineados, y de hecho sigue liderando el G-77. Pekín siempre buscó su independencia en relación a Moscú.

La URSS tenía un proyecto ideológico con vocación mundial y tanto Rusia históricamente como la URSS siempre miraron a Europa, mientras China siempre ha estado demasiado preocupada de mirarse a sí misma sin preocuparse demasiado de lo que ocurría fuera. Rusia y la URSS siempre han arrastrado grandes defectos de la influencia europea. Por ejemplo, su mecanismo de expansión muchas veces fue a través de la conquista. China jamás se ha expandido por conquista sino por ósmosis. Esta idea la afirma alguien nada sospecho de filocomunista como Kissinger.

No solo existen diferencias sustanciales entre la URSS y China (también en sus modelos económicos, sociales y políticos) sino que intentar analizar el mundo como una nueva guerra fría del siglo XXI está totalmente fuera de la realidad y nos aleja profundamente de un mapa geopolítico ajustado a lo que realmente está ocurriendo. China no está oponiendo un modelo a Estados Unidos, el principal papel de China en la globalización está siendo la de enmendarla en favor de los países del sur. Enmiendas que se han dado en los organismos supranacionales para cambiar ciertas normas del juego –sobre todo en relación a los aranceles- y que está permitiendo a los países del sur ganar cierto poder de negociación y soberanía.

Estamos ante un profundo realineamiento global producto de una decadencia y obsolescencia del modelo de neoliberalismo salvaje propuesto por Estados Unidos. En este realineamiento China ha ganado muchas posiciones y está poniendo en muchos aprietos a grandes corporaciones americanas y europeas que siempre hicieron su agosto con tratados comerciales que humillaban a ciertos países y poblaciones.

China está muy lejos de ser una amenaza para la paz y la estabilidad en el mundo. Por eso es una auténtica irresponsabilidad alimentar la confrontación bélica entre China y Occidente. No lo olvidemos,  China tiene frontera con 14 países. En su ascensión como potencia global no ha provocado ni un solo conflicto bélico con ninguno de ellos.

China ha sido históricamente un actor de estabilidad y paz tanto en la región asiática como en el conjunto del mundo. No es casualidad que uno de los principios rectores del gobierno chino sea el Da Tong. Un ideal que se traduce por la idea de una gran armonía en base a la cohesión social derivada de una economía próspera y una sociedad estable. El comunismo chino es construir una China fuerte y próspera más el Da tong.

Hay más garantías de estabilidad y paz con China que con unos Estados Unidos demasiado impredecibles e impulsivos. Estados Unidos es un país de gatillo rápido, mientras que China se parece más a una anciana sabia que busca por encima de todo la estabilidad interna y externa.

El mundo está basculando hacia una multipolaridad en la que se deberán buscar equilibrios entre las distintas potencias en ascenso. Los que creemos firmemente en el multilateralismo democrático, la soberanía nacional y la paz tenemos que ponernos manos a la obra para detener cualquier tipo de espiral de confrontación que pudiera desencadenar en un conflicto fatal para el conjunto de poblaciones del globo. Para ello, será imprescindible seguir los principios de no injerencia en los asuntos internos de otros países y, sobre todo, favorecer siempre una arquitectura supranacional que trabaje en favor de la resolución política de los conflictos y la estabilización de un mundo demasiado frágil y que se aproxima a un colapso de consecuencias totalmente impredecibles.

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