CATALUNYA

Como en las películas, ¿cumplió usted la orden de la Junta Electoral?

  • El abogado del President Torra, Gonzalo Boye citaba a Tom Cruise interrogando a un desagradable Jack Nicholson:  “¿Ordenó usted el código rojo?”
  • "El raccord emocional del President era el de alguien deseoso de explicar que había desobedecido. No había la más mínima resistencia en su confesión"
  • "El mal calco de la escena de Boye y Torra dejó en evidencia una acción que pretendió revestirse de épica con una ejecución sobreactuada dando lugar a una triste parodia"

1

El jueves 20 de diciembre el TSJC condenó al Molt honorable President de la Generalitat Quim Torra, a 18 meses de inhabilitación por un delito de desobediencia. La noticia quedó eclipsada porque el mismo día, el Tribunal de Justicia de la UE sentenció que Oriol Junqueras gozaba de inmunidad desde el mismo momento en que se proclamaron los resultados electorales, antes de ser condenado por la causa del 1 de Octubre. La sentencia del TSJC no es firme, y el President puede recurrir alargando un poco más la trama judicial en la que la política catalana, española y europea se ha ido enredando y ramificando por incompetencia o dejación de funciones.

-Como en las películas, ¿cumplió usted la orden de la Junta Electoral? ¿Sí o no?

-Como en las películas, no, no la cumplí… sí, la desobedecí. Era imposible cumplir una orden ilegal. Todos en esta sala saben que era una orden ilegal y yo cumplí con mi deber de defender los deberes y libertades de mis conciudadanos.

La escena tuvo lugar el 18 de Noviembre, durante el juicio al President Quim Torra por no retirar los lazos amarillos del espacio público. A cualquiera con un poco de cultura cinematográfica la estructura de la pregunta le sonará. El abogado del President, Gonzalo Boye citaba a Tom Cruise interrogando a un desagradable Jack Nicholson:  “¿Ordenó usted el código rojo?” La escena se sitúa en el clímax de “Algunos hombres buenos” 1992, dirigida por Rob Reiner y escrita por Aaron Sorkin, que adaptaba su propia obra de teatro. El momento (o “momentum” para los que quieran aprender cómo se construye uno no artificial) se sustenta sobre una tensión dramática en progresión ascendente durante casi dos horas de película que se resume en las siguientes preguntas: 1) ¿cómo murieron aquellos dos soldados que no estaban a la altura física y mental de la unidad que Jack Nicholson comandaba? Y 2) ¿Tuvo algo que ver Jack Nicholson en la muerte de esos soldados? En definitiva, si Jack Nicholson ordenó el código rojo y por tanto, si era el último responsable de la muerte de los dos soldados.

¿Por qué es tan emocionante esa pregunta? ¿Por qué la recordamos veinticinco años más tarde? Porque el espectador ha estado dos horas esperando la resolución del enigma. Pero sobre todo, porque Jack Nicholson no quiere incriminarse ante el tribunal; Jack Nicholson no quiere acabar con sus huesos en la cárcel; Jack Nicholson quiere disfrutar de la libertad de decirle al pelele de Tom Cruise: “vivimos en un mundo que tiene muros, y esos muros tienen que estar vigilados por hombres armados…” “…tú me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro”. Todo está en contra de Tom Cruise cuando le pregunta si ordenó el código rojo. Sin embargo, Jack Nicholson, en el fondo de su corazón lo que quiere no es ni más ni menos, que le reconozcan su labor. Quiere casito, quiere aprobación y quiere que este petimetre de Washington que nunca ha pegado un tiro en su vida, sepa que lo que hace él es, nada más y nada menos que cimentar su bienestar. Y entonces, Jack Nicholson confiesa.

El truco de Aaron Sorkin es desnudar la debilidad del personaje en el momento más climático. La soberbia y la necesidad de validación de Nicholson sobresalen por encima del principio de seguridad. Esto es justo lo contrario de lo que Quim Torra y su abogado perpetraron. El raccord emocional del President era el de alguien deseoso de explicar que había desobedecido. No había la más mínima resistencia en su confesión. De ahí lo artificial de la pregunta, y la media sonrisa, casi pudorosa, avergonzada en la respuesta. El objetivo del President Torra era el de dejar un legado político de honorabilidad y dignidad ante una justicia injusta y politizada de un estado represor. Al contrario que Nicholson, Quim Torra quería decir lo que dijo, generando no un clímax épico, sino todo lo contrario: un anticlímax que revela la debilidad de su trayectoria política, su incapacidad de generar consensos y la búsqueda desesperada de una salida honrosa a su figura vicaria.

Que la jugada del destino haya hecho coincidir la sentencia de Torra con la de Junqueras, aún desnuda más -por contraste- la falta de altura política de uno, frente al político encarcelado (este sí, en contra de su voluntad), cuyo relato narrativo sí es de injusticia y dignidad. Torra ya tiene su condena e inhabilitación, que es la condena y la inhabilitación a todo un President de la Generalitat con todo lo que conlleva. El mal calco de la escena de Boye y Torra dejó en evidencia una acción política que pretendió revestirse de épica con una ejecución sobreactuada y artificial dando lugar a una triste parodia.

1 Comment
  1. Andres says

    No acabo de entender tu parrafada. Es una idiotez hablar de «cultura cinematografica» ¿Cultura? ¿De Que?

    Creo que te deben de parecer poco las hostias que españita se gana ultimamente: Dinamarca, Alemana, Escocia, Suiza, El tribunal de Justicia Europeo, que por cierto esta en Luxemburgo NO en Belgica. Aqui las payasadas vienen de los españoles y mucho español, Que si la Leyenda Negra, que si los tercios de Flandes. Algun imbecil decia en publico que habia que hacer un gesto de fuerza contra Belgica. Sera gilipollas. ¿Con que? ¿Con el ejercito rebelde? En españita el ejercito lleva desde Granada sin ganar nada (Carlos V gano todas las batallas con sus ejercitos IMPERIALES, o sea, alemanes y perdio todas las guerras) salvo contra el pueblo.

    Pero claro, para que hablo. cuartopoder.es tambien asienta su culo en el madrid mesetero de los cojones.

Leave A Reply