PANDEMIA COVID-19

Los cuidados, en el centro de nuestras vidas

  • "Sólo vamos a salir bien parados de esto si encontramos y ponemos en marcha de inmediato soluciones públicas que sitúen los cuidados como eje prioritario"
  • "Si no somos capaces de articular una salida digna a todo esto habremos fracasado de nuevo como sociedad y ganarán los de siempre"
  • "Construyamos desde ya más redes vecinales de apoyo como las que se están poniendo en práctica; hagamos barrio, pueblo, comunidad"

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Juan Ortega Casas, periodista y licenciado en Historia, integrante de la Secretaría de Organización de Podemos

Vivimos estos días desorientados ante la incertidumbre y tanto dolor cercano, sin saber muy bien lo que nos espera como sociedad pero con la sensación de que nada será como antes. Es más, si queremos que esto funcione el día de mañana como algo que merezca la pena y la dignidad de todas las personas prevalezca sobre el egoísmo de unos pocos, nada puede ni debe ser igual que antes.

La pandemia nos ha explotado en las narices y nos ha mostrado como seres vulnerables. Nos está tocando ser protagonistas de escenas de película apocalíptica que bien podrían haber funcionado como guión para cualquier distopía. Y al principio nadie sabía muy bien qué hacer ni qué decir mientras durase el confinamiento más allá de mantener la compostura, que no es poco.

El paso de los días, en todo caso, nos refuerza en una idea fundamental a quienes pensamos que nadie está por encima de nadie: sólo vamos a salir bien parados de esto si encontramos y ponemos en marcha de inmediato soluciones públicas que sitúen los cuidados como eje prioritario y jamás secundario; si ponemos la vida y la salud pública de todos y todas en el centro y olvidamos otros parámetros como el individualismo y el enriquecimiento personal; y también si dejamos a un lado el patrioterismo excluyente del penúltimo contra el último, por descontado.

La ficción neoliberal se basaba, entre otras muchas mentiras, en que todo iba bien para un montón de españolitos aspirantes a ser clase media hipotecada y capaz, sobre todo, de ir pagando su vida a plazos y soñando con un ascensor social gripado por definición. Junto a ello, años de recortes y privatizaciones han consolidado un sistema a tres bandas en el que, en realidad, a quienes les va de maravilla es a los de siempre mientras que existe una nada desdeñable capa de la sociedad pasándolas canutas y, en medio, los aspirantes a millonario devenidos en eterno pagador de la fiesta. Al mismo tiempo, los fondos para financiar el sistema social de ayuda a la dependencia han sido más bien exiguos y, en definitiva, el estado del bienestar apenas se sostenía por su enunciado. No había dinero, decían los gurús de la ingeniería financiera. Claro que lo hay, cretinos.

Si no somos capaces de articular una salida digna a todo esto habremos fracasado de nuevo como sociedad y ganarán los de siempre. Si no legislamos para poner los cuidados en el lugar que merecen y generar una cultura donde lo comunitario destierre al pensamiento individual y anarcocapitalista, que considera un robo pagar impuestos, seguiremos pareciéndonos cada día más a las sociedades desprovistas de cualquier colchón social. Existen muchos admiradores de los Estados Unidos en nuestro país, sobre todo desde que el trumpismo macarra y golpista se ha hecho hueco -y menudo hueco- en la vida política española, pero admirar su incapacidad para dotar lo público y su darwinismo social sólo nos conducirá al abismo. O a una nueva forma refinada de fascismo, ya puestos.

Construyamos desde ya más redes vecinales de apoyo como las que se están poniendo en práctica; hagamos barrio, pueblo, comunidad. Sembremos la esperanza después de constatar lo obvio: que aislados, aisladas, somos vulnerables, pero que juntos y juntas somos capaces de construir las cosas de otra forma, poniendo de una vez a la gente y no al dinero en el centro de nuestras vidas.

1 Comment
  1. Florentino says

    … Juan, el capitalismo junto con las sucursales «neoliberales en este país; al individuo lo han individualizado, los han exiliado dentro de una maraña estandarizada sin cobertura de la brújula y el GPS franquista. Estamos inertes ante tanto daño cerebral, que día a día nos embuten por soflamas mediáticas, desde unos medios ajenos al bien común, buscando el desarraigo de la solidaridad social y por lo tanto… ¡ humana !. Les ha dado resultados Juan, llevan tantos años trabajando para inutilizar la escalera de esos valores. Que hay verdaderos filibusteros falsarios entramados, compactados dentro de la «herramienta» transversal que es UP… ayudando, a la descomposición de ciertas acciones y en ciertos momentos oportunamente esenciales.
    Aquellos «españolistos», que gozan del paraíso fiscal sin moverse de Madrid; que es el centro del centro de todo núcleo irradiador de: exenciones fiscales, amnistías con el mismo apellido, centralización de empresas deslocalizadas, de «operaciones Chamartín»; pelotazos de prevaricaciones y privatizaciones sanitarias, educativas en favor del capitalismo depredador… ¡ para gloria del dictador !.
    Como apuntas, hay que legislar en otra «clave»; debemos de estar a la altura de las circunstancias, más cohesionados, favoreciendo ese mayoritario bien común social que espera lo mejor de cada uno. Un reto, de largo recorrido, pero ilusionante por ser de una necesidad esencial para desde allí asentar las bases, en un nuevo tiempo que puede ser duro… ¡ por tanta precariedad sembrada !. Juan, se puede y se debe de conseguir, con nuestra solidaridad !.

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