Un domingo negro

  • "Me gustaría saber cómo se habría contado esta pandemia si sólo hubiese golpeado a África, a Latinoamérica o si se hubiese reducido a la población de China"
  • "La defensa de la democracia y la lucha contra el fascismo se ha hecho en las calles, y se está haciendo ahora intentando respetar las recomendaciones sanitarias"
  • "El domingo fue un día en el que las personas negras dieron un paso más para acabar con la pandemia que asola sus vidas y que va a seguir asolándolas"

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Me gustaría saber cómo se habría contado esta pandemia si sólo hubiese golpeado a África, a Latinoamérica o incluso si se hubiese quedado reducido a la población de China o del Sudeste Asiático. Imagino que lo vería dentro de unos meses o años en un documental de Netflix o de Amazon Prime, en la comodidad de mi salón, en mi piso de una ciudad europea mayoritariamente blanca. Porque así es cómo vemos la realidad que va más allá de las fronteras mediáticas, políticas y geográficas occidentales, aunque pasemos las vacaciones bañándonos en el mismo mar que se traga cada año miles y miles de vidas.

Invito a reflexionar sobre esto a muchos periodistas de los que creo aún pueden llamarse así y que vieron con ojos críticos las movilizaciones contra el racismo convocadas el domingo en varias ciudades de nuestro país. Y les invito a reflexionar porque creo que se han acostumbrado a escribir solo sobre los marcos que los grandes poderes ponen sobre la mesa, y aunque puedan hacerlo desde la muy necesaria ética periodística e incluso a veces desde la disidencia, no se salen de los mismos, y no son capaces de ver que ese marco encierra lienzos de una blancura que deja ciego. ¿Cuántas páginas de sus columnas o cuánto tiempo de sus espacios de tertulia hubiesen dedicado a esta pandemia de haberse llegado sólo a países africanos?

Las vidas negras también importan. Deberían pararse a reflexionar de una maldita vez esos periodistas que si el domingo la comunidad negra tuvo que salir a las calles de España y de muchos países de mayoría blanca, fue porque los micrófonos y las cámaras de nuestro mundo eurocentrista (en el que solo las vidas blancas importan) habían detenido su agenda para dedicar unos minutos a la pandemia que asola sus vidas desde hace siglos.

Qué fácil es ver el mundo para nosotros en Netflix. O que fácil hacerlo con un DNI en la mano, papeles que te dan acceso a las medidas sociales del Gobierno o una tarjeta sanitaria con la que te entregan las mascarillas de la Comunidad de Madrid. Me gustaría saber si todos estos periodistas hablaron con los organizadores para conocer de primera mano las precauciones que durante días llevaron a cabo, pidiendo por favor que la gente llevara mascarillas y mantuviese las distancias de seguridad, incluso en la misma acción, cuando se quedaron roncos de pedir respetar las restricciones sanitarias. Quizás prefirieron dejarse llevar por Twitter, la nueva fuente periodística por excelencia, porque alguno de hecho ha llegado a tuitear que fueron manifestaciones de blancos apoyando las movilizaciones en EEUU. Son tan invisibles las personas negras y migrantes para los ojos eurocentristas que ni en esto se les ha visto. Está claro que el coronavirus mata, pero el racismo también.

 

Resulta curioso cómo algunos de estos periodistas andan pidiendo luego a los intelectuales que ante los discursos del odio de la extrema derecha no se muestren equidistantes, que está en juego la democracia y las libertades. Desde luego es muy necesario, pero la defensa de la democracia, los derechos y las libertades no se ha hecho sólo en los libros y no toda la fuente de conocimiento está en lo que se considere 'intelectual' (me gustaría ver la definición de ese término y a quien se clasifica en el mismo). Los sectores populares, el movimiento obrero, la gente organizada, el pueblo es una fuente incomparable de conocimiento, y no caigamos en el error de denunciar el clasismo social mediante una especie de clasismo intelectual. La defensa de la democracia y la lucha contra el fascismo se ha hecho en las calles, y se está haciendo ahora intentando respetar las recomendaciones sanitarias. Una y otra vez hemos denunciado que esta crisis también entiende de clases, como se está viendo en los barrios populares con las redes de cuidado vecinal o las despensas de alimentos. Pues resulta que también entiende de razas, aquí, en EEUU, en Brasil y en la China Popular. Y una y otra vez caemos en el juego y en las trampas de la extrema derecha agrandando las brechas que sutilmente ellos abren para criminalizar la solidaridad, la fraternidad y la esperanza mediante los discurso de odio.

El domingo fue un día negro. Qué paradoja utilizar este término para describirlo. Quizás utilizar el apelativo negro para decir que algo es malo no es una casualidad de nuestro lenguaje. Pero yo prefiero quedarme con que fue un día en el que las personas negras dieron un paso más para acabar con la pandemia que asola sus vidas y que va a seguir asolándolas cuando pase la crisis sanitaria, sobre todo con una extrema derecha trumpista y pinochetista en continuo crecimiento, que basa una de sus líneas ideológicas en el racismo y la xenofobía. Por cierto, cuando llegue la vacuna y en los países ricos tengamos acceso a ella, a ver quién denuncia que esa vacuna no llegará a África, a Sudamérica, y a todos esos países que no salen en el lienzo blanco de nuestros marcos mediáticos, políticos y geográficos. O a las personas migrantes o negras de nuestros barrios y pueblos que al parecer no sufren el racismo institucional y social existente en EEUU. Los CIEs, el Tarajal, el Mediterráneo, Samba Martine.

Por último, es increíble cómo aparece en estas cuestiones la doble vara de medir. A la vez que salían las concentraciones convocadas por la Comunidad Negra, Africana y Afrodescendiente de España a las calles, se movilizaban también los trabajadores de Alcoa en Viveiro, y hace unos días los de Nissan en Barcelona con idénticas imágenes y ante el riesgo de perder sus puestos de trabajo. Porque las multinacionales tampoco han detenido su agenda precarizadora y extractiva como muestra de respeto hasta que la gente pueda salir a hacer uso de sus derechos legítimos en defensa del futuro de sus familias. Como tampoco se ha detenido la Comunidad de Madrid, que ha privatizado un hospital y el servicio de limpieza de seis hospitales en plena crisis. Y ese es el problema que no se señala. Como el de que el racismo no se detiene ante la pandemia. No he visto tuits al respecto. Que cada uno valore, pero a veces la equidistancia también va de eso, solo hay que meter el tema en cuestión dentro del marco.

"Me parece de una violencia insólita criticar en público por un poco de capital digital acciones políticas organizadas por colectivos, por personas, que están dejándose las horas, la vida, en asambleas. La defensa de las vidas golpeadas no es una peli que reseñar en FilmAffinity", tuiteaba el periodista Nacho Pato. ¡Cuánta razón!

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