Confinadas y desahuciadas de derechos
- "Las consecuencias más graves del Covid, que ha supuesto el empobrecimiento de nuestros barrios, se deben al proyecto neoliberal de los Gobiernos madrileños"
- "La pandemia ha sido la coartada para meternos la piqueta con la que terminar de derribar lo público"
- "¿Hasta cuándo vamos a permitir que esta mafia que nos ha desahuciado de derechos siga gobernando Madrid?"
Rommy Arce Legua (Militante de Anticapitalistas y ex concejal del Ayuntamiento de Madrid en Arganzuela y Usera)
Me duelen Vallecas y Usera porque he pasado una parte importante de mi vida en estos distritos como vecina e incluso como concejal del segundo. Conozco las heridas del territorio que no se ven en el mapa ni desde el helicóptero que ahora nos vigila con potentes cámaras. Conozco a su gente, sus anhelos, sus rabias y también sus alegrías. Durante los meses más duros de la pandemia en el culpable Puente de Vallecas donde vivo, las vecinas nos autoorganizamos para cuidar en la red de solidaridad Somos Tribu, red de cuidados que habla del orgullo de clase y la dignidad del pueblo de Madrid. El aliento y las respuestas inmediatas latían por teléfono y en los mensajes de los grupos cuando una vecina pedía alimentos, ropa, muebles, trabajo, ayuda sanitaria, ayuda con el cuidado de sus hijos para ir a trabajar o cuando sufría violencia machista, etc. Entre todas construimos un escudo social, el único escudo social que hemos conocido al sur de Madrid. Mientras que nosotras luchábamos para que este terremoto no se llevara por delante vidas que ya estaban en la cuerda floja antes del Covid, desde los poderes públicos no hemos encontrado más que un atronador silencio.
Puente de Vallecas es hoy una de las zonas con mayor incidencia del Covid con 1.240 casos por 100.000 habitantes en la ciudad de Madrid. Uno de los distritos estigmatizados por el confinamiento de clase decretado por Ayuso, junto con Usera, Villaverde, Carabanchel o Ciudad Lineal. La mayor incidencia del Covid está relacionada con múltiples causas: nuestra gente no se puede permitir el lujo de teletrabajar, en los meses más duros de la pandemia ya ponían el cuerpo en supermercados y otros servicios declarados esenciales incluso aquellos invisibilizados como el trabajo del hogar por cuenta ajena. Pero las consecuencias más graves del Covid, que ha supuesto el empobrecimiento masivo de nuestros barrios, se deben al proyecto neoliberal de los sucesivos Gobiernos madrileños. Puente de Vallecas afronta la pandemia con las heridas de la crisis del 2008 todavía abiertas: nuestros barrios eran ya furgón de cola en una ciudad profundamente desigual donde por nacer y vivir en Vallecas o en Orcasur estás condenado a tener dos años menos de esperanza de vida o a vivir en viviendas más pequeñas de escasos 66 m2 de media. Antes de la pandemia Vallecas ya tenía un lugar privilegiado en el mapa de la pobreza con un 41.5% de empobrecimiento por detrás de Usera que encabeza el ránking. El paro nos golpeaba con un índice del 10.9%, dos puntos por delante de la media de Madrid, de la población en paro el 61% no percibe ninguna prestación. Aquí en el sur, ni en Vallecas ni en Usera donde los indicadores son muy similares, tampoco ha servido para nada el inasible IMV, al que solo han podido acceder el 0,57% de los solicitantes.
Vallecas y Usera también encabezan otro ránking que hace las delicias de la ultraderecha que gobierna esta ciudad. Son distritos mestizos que huelen a sancocho, ceviche, pupusas y en los que suenan el reggaeton, la bachata y la salsa acompañando vidas de pérdidas, destierro y trabajo en negro. La proporción de migrantes en Usera es del 18,9% y en Vallecas del 14,2%. Los traficantes de odio ya se han apresurado a echar las culpas a las migrantes, convirtiéndonos en vectores del virus por nuestro “modo de vida”, por vivir en pisos pequeños cuyos alquileres han subido exponencialmente en los últimos años, más de un 50% en algunos barrios. Sobre nuestras vidas, les podemos dar unas cuantas lecciones de estrategias de supervivencia y resiliencia a aquellos que no tienen más méritos que haberse amamantado entre los cabecillas de la Púnica y la Gurtel.
Ahora el silencio con el que nos dieron la espalda durante los meses más duros, se ha tornado en acusaciones y señalamientos que no esconden el clasismo y el racismo del trifachito que gobierna Madrid. Este ensañamiento y criminalización de los barrios obreros es un paso más en la estrategia neoliberal de la derecha de demolición de los servicios públicos en la que llevan tres décadas. No es odio gratuito, se responsabiliza a las víctimas de su desgracia y con ello se quiere ocultar la negligencia de una gestión nefasta. Es nuestro “modo de vida” lo que propaga la pandemia, debemos elegir entre ser “virus o vacuna” porque es la responsabilidad individual y no la responsabilidad de los poderes públicos la culpable de que estemos con los hospitales al límite. No son los recortes en sanidad, los más de 2,150 millones que se han recortado desde el 2009, no es la pérdida de profesionales sanitarios por un número doloroso hoy a la luz de la pandemia de 4, 234 sanitarios. No son los fondos buitre que en alianza con el Partido Popular se han apoderado de hospitales, residencias y de nuestra escasa vivienda pública.
La pandemia ha sido la coartada para meternos la piqueta con la que terminar de derribar lo público, así hemos visto como se reformaban las ordenanzas fiscales para favorecer a las casas de apuestas, bingos y salones recreativos con bonificaciones del 25% en el IBI y el IAE. Nada menos que las casas de apuestas que inundan Marcelo Usera, la heroína del siglo XXI para la juventud de nuestros barrios. Almeida, con un cinismo digno de su casta, ha bramado por saltarse la regla de gasto, ya sabemos que no será en beneficio de la mayoría social si no de los de siempre, ya sabemos que los más de 420 millones de superávit del Ayuntamiento se van a dirigir a sufragar las exenciones fiscales y no las necesidades de la población más vulnerable.
Sin embargo, la absoluta desorientación política de Mas Madrid y el PSOE le han permitido protegerse bajo el capote del Pacto de Cibeles para seguir jugando al reparto de papeles de Gallardón y Aguirre que gusta tanto al PP. Mientras Almeida se elevaba a los cielos, Ayuso cargaba su táser y nos disparaba. En su haber la peor gestión de la pandemia, de la que se deberían derivar responsabilidades políticas y penales con más de 7000 muertos en las residencias de ancianos que se negó a medicalizar, el despropósito del IFEMA con sus jugosos contratos para la red clientelar del PP, los menús de Telepizza que llevaron aparejados también contratos para los amigos, la rescisión de los convenios de las escuelas infantiles con los municipios de la CAM, la suspensión del RMI en pleno agosto, la aprobación de la Operación Chamartín, la amenaza de liberalizar aún más la Ley del suelo o las recientes ocurrencias de blindar la educación concertada con una ley o la rebaja fiscal de medio punto del IRPF.
El Gobierno de progreso con el PSOE a la cabeza también ha desatendido Madrid mirando a otra parte mientras la crisis se profundizaba, ahí les tenemos anunciando subidas de la edad de jubilación o la fusión de Bankia con CaixaBank para terminar de socializar las pérdidas de la crisis anterior. Nos anunciaron un escudo social que no ha protegido a las más vulnerables que siguen a la intemperie en esta crisis, las migrantes sin papeles, las jornaleras del campo, las trabajadoras del hogar o las trabajadoras sexuales entre otras miles que se han quedado a la espera del tan cacareado escudo social. Nos gustaría pensar que harán algo para revertir esta senda inexorable en la que ya no es fácil reconocer una agenda vagamente progresista que ataque lo material y no solo los gestos cosméticos.
Para Madrid, para nuestros barrios, se necesita una mayor inversión pública que revierta la desigualdad, que le dé la vuelta al mapa de Madrid, para que la M30 deje de ser un muro de segregación territorial. No queremos que los chavales del sur sigan cantando “aunque te rugan las tripas, estamos resistiendo en Orcasitas”. Necesitamos que se grave con un impuesto extraordinario a los más ricos para acometer un rescate social y sanitario que ya llega tarde. La expropiación de la sanidad privada en una situación de crisis como la actual no es una opción, es urgente y de primer orden. Madrid no puede seguir siendo un paraíso fiscal donde el impuesto sobre el patrimonio tiene una bonificación del 100% con la pérdida millonaria que supone para las arcas públicas. Necesitamos que se refuerce el transporte público, que se pongan en el centro los cuidados y ello pasa por contratar más profesores y medidas efectivas de conciliación, que se suspendan los desahucios y se proporcionen alternativas habitacionales, que se refuercen los servicios sociales para que la gente pueda hacer uso efectivo de sus derechos sociales.
Ayuso nos ha convertido en metecos de la noche a la mañana, ejército de reserva de esclavos que solo deben trabajar y para los que la cultura, el descanso al aire libre, el derecho de reunión, el deporte, están vetados. Sometidos a todo tipo de arbitrariedades no podemos naturalizar este clima de estado de excepción. Se hace necesaria una movilización constante en la defensa de nuestros derechos por lo que debemos apoyar las huelgas en educación y sanidad así como denunciar los desmanes policiales que empezaremos a sufrir. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que esta mafia que nos ha desahuciado de derechos siga gobernando Madrid?, las calles tronaron al grito de Ayuso dimisión, queremos que se vaya, sí, pero nuestra rabia de clase no se va a saciar con un relevo dentro de la derecha, necesitamos desterrar por siempre las políticas de expolio y saqueo del Partido Popular.
Si nos desahuciáis de derechos, nosotras pararemos Madrid.
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