Juventud y emergencia climática
- "Somos las personas jóvenes quienes hemos puesto las políticas verdes en la agenda pública de todo el mundo"
- "Algo está fallando cuando el cambio climático solo es una preocupación importante para la juventud y el resto de la población permanece ajena ante un problema cada vez más acuciante"
- "Es vital que las personas jóvenes sigamos abanderando la lucha contra el cambio climático. Por la propia juventud y por la sociedad en su conjunto"
Ana Collados Mateos, Vocal de educación no formal y Transición Ecológica del Consejo de la Juventud
Somos la generación de personas jóvenes marcada por el cuidado del medioambiente. Y no es de extrañar, hemos crecido escuchando los peligros del agujero de la capa de ozono o de la lluvia ácida. Y si, además, eres de Murcia como yo, sabrás la labor de sensibilización en las escuelas sobre la importancia del ahorro de agua y los impactos de la sequía en nuestra agricultura. Soy de esas personas que se erizan cuando ven un grifo abierto.
Sin embargo, esto no viene de la nada. Hemos podido comprobar con nuestros propios ojos los efectos de todo lo que nos han ido enseñando en clase. Sin irnos muy lejos, en octubre de 2019, vimos la muerte del Mar Menor a manos de los vertidos ilegales que llevaban produciéndose desde hace años. La DANA fue solo un aliciente para la desgracia que en algún momento iba a ocurrir debido, sin duda, a los efectos negativos del modelo productivo en el que vivimos.
En todo el mundo crecimos concienciándonos de la vital importancia del cuidado medioambiental, por eso a nadie puede sorprender que los viernes, antes de la pandemia, cientos de jóvenes fueran a reclamar medidas urgentes a nuestros representantes frente al Congreso. Y prueba de ello son los datos que el INJUVE presentaba el pasado 10 de marzo.
En este documento nos encontramos que 4 de cada 5 personas jóvenes se interesan por las cuestiones vinculadas con el medio ambiente, siendo este interés particularmente intenso en los y las jóvenes de entre 14 y 19 años. Es más, casi 5 de cada 10 las personas jóvenes sienten una preocupación máxima por el medio ambiente (47% frente al 17% de adultos).
Estos datos son solo una pequeña fotografía de la realidad. Somos las personas jóvenes quienes hemos puesto las políticas verdes en la agenda pública de todo el mundo. Sin embargo, es bastante desesperanzador que solo se nos haya escuchado cuando hemos decidido faltar a clase todos los viernes durante meses. Algo está fallando, no nos sentimos representadas porque el sistema y las dinámicas políticas no propician que se nos escuche.
Pero sobre todo, algo está fallando cuando el cambio climático solo es una preocupación importante para la juventud y el resto de la población permanece ajena ante un problema cada vez más acuciante. Porque el cambio climático no solo pone en riesgo el futuro de la juventud, sino que es un peligro transversal a toda la sociedad, aunque haya sectores que se nieguen a verlo. El cambio climático no solo produce impactos nocivos en la agricultura, en el sector ganadero, en el medio marino y en los ecosistemas terrestres, sino que también encontramos su huella en las áreas urbanas, en el empleo, en nuestra salud física y en nuestro bienestar mental. Aunque la emergencia climática nos afecta a todas las personas de distintas formas dependiendo de nuestra situación, siendo por esto por lo que debemos entenderla de forma transversal y luchar por una solución justa que atienda a todas las realidades, hay que destacar que las minorías sociales son los colectivos más afectados por la crisis climática.
Así, se espera un aumento de las personas que huyen de sus países por el empeoramiento de la situación ambiental, convirtiéndose en personas refugiadas por motivos climáticos. Son también vulnerables las personas con menos recursos económicos y, especialmente, las mujeres, que en los países menos desarrollados dependen mayoritariamente de la agricultura en un entorno cada vez más hostil para el cultivo. O la infancia, la adolescencia y juventud, que no solo ven peligrar su futuro, si no que están expuestos tanto a agentes nocivos para la salud durante su desarrollo físico como a estresores que afectan a su bienestar mental y ven empeorada su calidad de vida.
Es imprescindible no olvidar que la transición hacia un mundo sostenible tiene que ser justa, es decir, que por el camino no dejemos regiones ni de España ni del resto del mundo con altas tasas de paro o despoblación como ya ha ocurrido con la descarbonización en Asturias y otras regiones. Es por eso por lo que, desde el Consejo de la Juventud de España, reivindicamos una transición justa y con perspectiva de género, que no deje a nadie atrás.
Es vital que las personas jóvenes sigamos abanderando la lucha contra el cambio climático. Por la propia juventud y por la sociedad en su conjunto.
La juventud tenemos un papel clave en hacer patentes este tipo de conflictos en la esfera pública, ya no solo porque se decide nuestro futuro, sino porque somos personas conscientes de la problemática que supone el consumo desmesurado de los recursos naturales. En una sociedad que lo quiere conquistar todo, que lo quiere poseer todo, que ve a la naturaleza como agente pasivo y como un mero utensilio humano, la juventud y los movimientos ecologistas de todo el mundo, hemos venido a cambiar el paradigma.