Reformas laborales posibles

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Por Vicente Albero *

Las horas de trabajo, los turnos, la distribución de las vacaciones y de los festivos y en general el reparto de los tiempos libres y laborales son elementos que condicionan, a veces decisivamente, al conjunto de nuestra economía.

La concentración de las compras en horarios vespertinos, la incapacidad de muchas infraestructuras para soportar vacaciones, puentes y fines de semana, la inútil dureza de muchos horarios laborales con sus implicaciones familiares. En resumen, una infrautilización de muchas potencialidades de todo tipo en un porcentaje bastante elevado del tiempo y una saturación costosísima y poco rentable e incluso socialmente irritante en el resto del tiempo de que dispone el sistema para producir riqueza.

Las epocas de dificultades pueden o deben ayudar a tomar decisiones que no tienen porque ser impopulares, pero que como todo cambio suelen generar rechazos casi instintivos.

Si a ello añadimos que cuando algo es escaso y ademas en general penoso, (el trabajo en nuestro caso) la logica social es repartirlo y si ademas, el tiempo, el unico bien de verdad insostenible y por otra parte absolutamente imprescindible para mantener nuestro sistema de producción y consumo, el tiempo libre en nuestra sociedad se debe ampliar, deberemos pues aplicar medidas que actúen en el doble sentido.

En la decada de los setenta, en plena crisis del petroleo y en contra de la opinión de casi todos los sectores empresariales se produjo una reducción rapidísima de las cuarenta y ocho horas semanales hasta las cuarenta y de los tradicionales quince días de vacaciones a los treinta. La productividad se incremento y se paro la emigración, lo contrario que pronosticaban los ortodoxos.

Las propuestas que a continuación se enumeran pueden representar una modificación relativamente suave de nuestros hábitos y tener en cambio repercusiones relevantes en nuestro modo de producción y de vida.

  1. Reducción de la jornada laboral a 36 horas semanales, manteniendo el mismo coste horario, lo cual representaría inicialmente una caída de ingresos salariales de algo menos del 10%, si ajustamos la reducción de retenciones y cotizaciones. (Aproximadamente un 8,5% mensual que quedaria reducido al 2,25% de acuerdo con el punto 5 )
  2. Las jornadas de trabajo a tres turnos de 8 horas con descanso de 30 minutos, pasarían a ser de cuatro turnos de seis horas sin descanso, volviendo a recuperar los sábados como horario normal de trabajo.
  3. En las instalaciones continuas el correturnos adicional podría ser un quinto turno o dejar libertad para cubrir las 24 de déficit con horas extra a precio de hora ordinaria.
  4. En los trabajos a turno central,( una parte importante de los servicios) el empleador tendría la opción de completar el servicio a los clientes durante todo el día, de 8 a 8 o de 9 a 9… incorporando un segundo turno si sus necesidades de atención a los clientes lo requieren, con el aliciente adicional de que la actividad (de compras, consultas, etc.) con los nuevos horarios va a estar mucho mas repartida, a lo largo del día y de la semana.
  5. La eliminación de la “media hora del bocadillo” y por tanto el pago por parte de la empresa recuperaría un 6’25% del aproximadamente 8’5% de reducción que hemos visto en el punto 1. La rebaja salarial a penas superaría los dos puntos a cambio de tener 18 horas libres al día.
  6. El incremento de la productividad de cada una de las unidades y del conjunto del sistema llegaría por diferentes vias. Enumeraremos algunas.
    1. Las instalaciones de cinco días semana incrementarían su utilización directamente en un 20%, al pasar a seis días. (Fundamentalmente las industriales que permiten parar el proceso.)
    2. La eficiencia y la concentración en el trabajo empiezan a disminuir a partir de las últimas horas y antes si ha habido interrupción de bocadillo (necesaria por otra parte en jornadas de ocho horas). En un turno de seis horas la reducción de la fatiga y de la rutina es bastante considerable y por tanto el incremento de la productividad.
    3. No es necesario resaltar el impacto sobre la accidentalidad laboral. La curva de siniestralidad crece en las horas finales del turno de ocho horas y se puede deducir la reducción de accidentes que se produciría casi tan mecánica como el incremento de la utilización de las plantas.
    4. En un modelo típico de producción industrial con turnos de 6 de la mañana a 12 de mediodía, de 12 a 18 h., de 18 a 24h y de 0h. a 6h, el tiempo de descanso y de actividad extralaboral se reparte de forma más homogénea tanto durante el día como durante la semana.
    5. En la jornada partida en muchos subsectores de servicios, existiría la opción de prolongar un día más la atención a los clientes con un 50% de tiempo para la atención al publico o de reducir el horario y el coste de personal. Una buena parte de los servicios administrativos, informáticos, áreas de gestión y consulta etc. tienen mas necesidad de presencia diaria, incluidos los sábados, que de las horas muertas que los horarios actuales hacen inevitables.
    6. En todos los casos, incluidos los cinco días a tres turnos, los seis o siete días a dos turnos u otras modalidades, la adaptación del modelo de “seis horas, seis días” seria en general beneficiosa para las empresas y para los trabajadores y sobre todo para las infraestructuras de comunicaciones, comerciales, educativas, deportivas etc. con un reparto de la carga de usuarios mucho mejor distribuida y racional.
    7. En una situación como la actual, como mínimo permitirá a las empresas un reajuste laboral menos traumático, una reducción más suave de la producción y en el mejor de los casos si se puede mantener o incrementar el ritmo de producción al menos una parte del recorte de jornada requerirá nuevos empleados con el mismo coste horario o incluso menor si se suplen horas extras.
    8. Si el proyecto de apertura de los centros escolares los sábados se confirma, la jornada de seis horas facilitara el acceso de la mujer a muchos puestos de trabajo.
    9. No es necesario resaltar que un modelo laboral de este tipo tendrá también efectos muy directos sobre el índice de absentismo actual por consultas médicas, colegios de los niños, tramites administrativos, etc. que la jornada actual obliga o justifica a perder un turno o una mañana o una tarde para una actividad que quizá no requiera mas de dos horas.

Las bajas laborales por enfermedad se suelen conceder a la demanda del usuario y por tanto es muy difícil estimar la reducción del absentismo, pero no seria arriesgado estimar entre un uno y un dos por ciento de disminución.

  1. Seria probablemente bastante innecesario hacer esfuerzos para compatibilizar la vida laboral con la familiar, una jornada de seis horas facilitara las obligaciones familiares sin necesidad de demasiados artificios.
  2. La formación y el aprendizaje en la propia empresa serian mas posibles en horas adicionales con una fatiga menor y mas margen de tiempo libre que en la actualidad.

Por ultimo parece bastante ilógico que un país que vende turismo especialmente estival, mantenga sus propias vacaciones en las mismas fechas forzando más si cabe la estacionalidad del sector turístico y la sobresaturación de las infraestructuras. Al igual que algunos estados de la Unión reparten las vacaciones por regiones solo para evitar la saturación del transporte, nosotros por doble motivo ya que somos los que necesitamos a nuestros clientes, deberíamos eliminar el periodo del 15 de julio al 15 o incluso 30 de agosto, de nuestros calendarios vacacionales y sin necesidad de grandes inversiones colaboraríamos a la tan necesaria desestacionalización.

(*) Vicente Albero (Valencia, 1944). Economista. Ex ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.

9 Comments
  1. Nicanor says

    ¿Y por qué este tío no es ministro de Economía? Nos iría mucho mejor

  2. Ramón says

    Gracias por sus aportaciones, don Vicente. Un saludo.

  3. Posidonio says

    Me sumo a Ramón y a Nicanor en sus comentarios. Su artículo, aunque creo que Estado se pone con mayúscula, me parece sensato y sus propuestas factibles. Gracias, Vicente.

  4. juan says

    me suena muy bien lo que dice. Creo que todos mejorariamos, las empresas y los que trabajamos y el pais

  5. alfredo says

    Aunque no soy de tu cuerda lo que dices me parece por primera vez algo sensato

  6. sofia says

    Estoy pero mas que de acuerdo con Nicanor, hay que pensar formulas nuevas mas humanas y creo que mas productivas

  7. sanchez says

    No estaria mal para empezar a racionalizar todo esto

  8. garciaGarcia says

    Las reformas se hacen cuando existe un fracaso, y el fracaso como siempre que hay una crisis de este tipo no es laboral, es financiero y como siempre la solucion es meter la mano en el bolsillo del empleado. Los trabajadores hemos cumplido con las hipotecas, con los creditos de los coches con todas las obligaciones y aqui quien no ha cumplido son los financieros, osea que el trabajador que ha asistido mudo e impasible a esta vorágine consumista ademas tiene que correr con la factura del crack. Enhorabuena, si señor eso es imaginacion.

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