El guijarro y la montaña

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Juan Ángel Juristo *

En un reportaje que le hizo hace años Televisión Española en su casa de Lanzarote, contemplando el paisaje un tanto abismal del Timanfaya, José Saramago resumió en gran parte su modo de enfrentarse al mundo en su literatura cuando dijo fijarse indefectiblemente en el guijarro que tiene a sus pies antes que en la lejana montaña, por muy bella que fuera. Esa concreción que muchos, equivocándose, tacharían de naturalista, le viene quizá de unas raíces campesinas que nunca ocultó, antes bien toda la vida se sintió orgulloso de ellas hasta el punto de que en cierta manera nos dijo en todo momento que la sabiduría, la verdadera, se ocultaba siempre en el viejo campesino superviviente de muchas cosas, hasta de la tierra. Viene esto a cuento porque compruebo una y otra vez, dándole la razón a Camus, que la mayoría de las relaciones descansan sobre un malentendido, y desde el mismo momento que murió Saramago, me ha sorprendido asistir a las enormes cotas que ha alcanzado éste en torno su figura. Por supuesto aquel que ve en él al comunista recalcitrante, estalinista en tiempos de relativismo forzoso y forzado, sin tener en cuenta que el Partido Comunista Portugués, el de Alvaro Cunhal, fue un referente moral en su país y que buena parte de la esperanza contra la dictadura, venía en exclusiva de la actitud de hierro frente a ella de los comunistas portugueses En esa escuela se formó el carácter de Saramago y con ese referente murió hace dos días. No cabe mayor coherencia. Qué le vamos a hacer.

Luego están los que han hecho de él una suerte de santón laico, muy en la línea de los tiempos que corren, ensalzado de ese modo por los sobrantes de una izquierda sin objetivos concretos, errante por un mundo de liberalismo feroz. A unos y  a otros esta muerte les viene bien porque les ayuda a manifestar sus propios anhelos, que poco o nada tienen que ver con los del escritor. En realidad, muerto ya, convendría hablar de literatura, del oficio y destino de toda su vida.

A mí siempre me interesó el Saramago de sus primeros libros, desde luego El año de la muerte de Ricardo Reis, quizá hasta la publicación de La balsa de piedra: había en él un enlace con lo mejor de la literatura portuguesa del siglo, Fernando Pessoa, Miguel Torga, Agustina Bessa Lluís, que muchos tomaron como una esperanza real, como luego sucedió con Antonio Lobo Antunes. Creo que ese destino se torció en algún momento y que fue esa vía torcida la que, curiosamente, le impulsó hacia el Nobel. He asistido a discusiones bizantinas, infinitas, sobre si Saramago era el portugués idóneo para recibir el Nobel. Esas discusiones no tienen en cuenta varios factores. El Nobel es un premio, como todos, que a veces tiene que ver con la excelencia literaria, pero no siempre, vale decir, casi nunca,y que en esa concesión pesan otros factores. Portugal nunca tuvo un Premio de esas características y en Europa estaba reciente el descubrimiento de Pessoa gracias a la publicación de El libro del desasosiego, es decir, descubrieron, vía Francia, que en ese país existía una literatura interesante, que podía codearse con la de las principales tradiciones europeas, y en esos momentos el único escritor que era traducido con cierta profusión, que mantenía ese difícil don de ser popular, de llegar con su literatura a todo el mundo, era Saramago. Ahí empezó su leyenda de santón laico y los odios de buena parte de sus colegas portugueses, en especial de Lobo Antunes, que no se da, o no quiere darse cuenta, que si es conocido en Francia y, por ende, en el resto de Europa, es gracias a la labor de zapa de escritores que le han abierto ese infranqueable muro entre Portugal y Europa, y que entre esos escritores se encontraba Saramago, sobre todo él.

Lo dejo aquí en espera de que alguna vez, en fecha reciente, podamos hablar de la literatura de Saramago. Lo dejo aquí porque he caído en la cuenta de que este artículo puede descansar también en otro malentendido y que, por supuesto, así va a ser interpretado. Recuerden: nos hemos quedado en sus primeros libros.

(*) Juan Ángel Juristo. Crítico literario y escritor. Su última novela publicada es El hilo de las marionetas (Trama, 2008).
1 Comment
  1. celine says

    Y Cardoso Pires, Antonio Tavares… El apellido segundo de Agustina es Luis, ya que su abuela era española. De acuerdo en lo de los primeros libros, con su aroma de Pessoa. Un articulo interesante, JAJ.

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