Luis María González *
Vivimos tiempos de zozobra y resignación. El Gobierno se rinde a Bruselas y los mercados, la derecha espera sentada las elecciones y la política cede el paso a los especuladores. Pareciera que los proyectos políticos de socialistas y conservadores hubiesen encontrado una zona ancha de convergencia en torno al liberalismo económico y social, y solo los gestos derivados de cada estrategia partidaria distinguen a unos y otros.
El catálogo de medidas anunciado por Zapatero, que se suman a las aprobadas antes del verano y que provocaron la convocatoria de la huelga general el 29-S, dibujan una gigantesca contrarreforma social y política, orientada a debilitar aún más las condiciones de vida y trabajo de los sectores más desfavorecidos. No es una frase hecha; es la constatación de la realidad y viene a confirmar que Zapatero desde que retiró a las tropas de Irak y construyó un proyecto imaginario de sociedad al calor de un patrón de crecimiento con dependencia casi exclusiva del sector inmobiliario, se apuntó a un curso acelerado sobre “cómo desmontar el Estado de bienestar en España”. Grupos e ideas que estuvieron en el origen de la crisis han acabado marcando el camino de salida, o lo que es lo mismo, la operación de acoso y derribo al mundo del trabajo y a los sistemas públicos de protección social. Zapatero es ya un alumno aventajado, aunque despistado, de ese ideario.
Los sindicatos vuelven a moverse
El martes, 1 de diciembre, el presidente del Gobierno anunció un nuevo paquete de medidas para aprobar en Consejo de Ministros, cortado por el mismo patrón que el de la pasada primavera: rebajas fiscales a las pymes, libertad de amortización en el Impuesto de Sociedades, privatización del 30% de Loterías y Apuestas del Estado y del 49% de AENA, gestión privada de los aeropuertos de El Prat y Barajas, desaparición para los nuevos funcionarios del Régimen de Clases Pasivas e integración en la Seguridad Social, inmediata constitución de las Agencias Privadas de Colocación, y fin de las ayudas de 426 euros a los parados sin protección. Si uno hace un pequeño esfuerzo de memoria y recuerda las medidas anteriores (anunciadas o aprobadas) –jubilación a los 67 años, congelación de las pensiones en 2011, reducción de 5 puntos del salario de los empleados públicos, stop al desarrollo de la Ley de Dependencia, golpe a la inversión pública, a la reactivación económica y al empleo, abaratamiento del despido, devaluación de la negociación colectiva, renuncia a combatir la temporalidad o a incentivar el empleo estable- será fácil concluir que estamos ante el mayor ataque al estado social desde la transición democrática. Cabe preguntarse ¿dónde queda la política?; ¿por qué los mercados intervienen en las instituciones y los poderes públicos y no al revés? ¿Quién elige a los broker de la especulación y las finanzas?
Ante el nuevo plan, la reacción de los sindicatos no se hizo esperar: las medidas, profundamente reaccionarias, vuelven a cargar contra los más débiles, adelgazan el ya insuficiente “Estado de bienestar”, frenan la actividad económica y se olvidan de algo elemental en la conducta de cualquier fuerza de izquierdas: las personas que peor lo están pasando con la crisis y que queriendo no pueden trabajar, los pensionistas, los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes. A Zapatero únicamente le preocupan el “índice de confianza de los mercados”, las declaraciones de Almunia o las del Gobernador del Banco de España. Ciertamente, lamentable.
De momento, CCOO y UGT han decidido intensificar la preparación de las movilizaciones del 15 de diciembre (paros, asambleas y actos en torno, fundamentalmente, a la marcha de los convenios colectivos, y en el marco de la Jornada de Acción Europea), y del 18 de diciembre, con manifestaciones en toda España. El conflicto social sigue abierto. Los sindicatos no se quedarán parados. Defenderemos los intereses de los trabajadores y pensionistas con inteligencia, firmeza y responsabilidad. Nos emplearemos a fondo.
Una reflexión concisa y acertada.
Escuchando el debate de Vicente Vallés en 24H, uno de los contertulios, no recuerdo ahora quién, decía que el tiempo dará la razón a Zapatero porque hizo lo único que podía hacer.
A mi entender esto es totalmente incierto. Independientemente de las circunstancias un Hombre (como especie humana) siempre tiene opción.
Y si desde el Gobierno no lo ven así, es que no están gobernando, les están gobernando y por consiguiente a todo el pueblo español.
Pueblo al que no nos vale, «es que los mercados», «es que el fondo monetario internacional», «es que Ángela Merkel».
Aquí, en España, ¿quién gobierna?