Más de cien sindicalistas fueron asesinados en todo el mundo

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Pascual García Arano *

La Confederación Sindical Internacional (CSI) ha publicado su Informe Anual sobre los derechos sindicales en el mundo. La CSI, que representa a 170 millones de trabajadores de 151 países, denuncia que hasta 101 trabajadores fueron asesinados por ejercer actividades sindicales y advierte que la crisis económica se ha convertido también en una crisis de los, en muchos casos, ya precarios derechos sindicales. El informe, que hace un relato pormenorizado -país por país-  de las principales vulneraciones, recuerda que la crisis ha tenido un enorme impacto en el nivel de empleo en todo el mundo. “Decenas de millones de puestos de trabajo se han perdido y la amenaza del despido pesa aún sobre muchos otros millones de trabajadores y trabajadoras”, precisa el documento, que incide también en que, en muchos casos, las autoridades públicas y el sector empresarial han utilizado estas circunstancias como pretexto para debilitar y socavar los derechos de los trabajadores.

El informe recoge documentación detallada sobre acoso, intimidación y, en el peor de los casos, asesinatos de sindicalistas, que aumentaron un 30% respecto al año anterior. Casi la mitad de los asesinatos (48) se registraron en Colombia, 16 en Guatemala, 12 en Honduras, seis en México, seis en Bangladesh, cuatro en Brasil, tres en la República Dominicana, tres en Filipinas, uno en India, uno en Irak y otro en Nigeria. De los asesinados, 22 eran dirigentes sindicales y cinco,  mujeres. “Se ha tenido noticia, además,” precisa la Confederación, “de otros 10 intentos de asesinato y 35 amenazas de muerte”.

Según la CSI, la represión de huelgas y ataques contra los huelguistas, así como los despidos a causa de actividades sindicales, siguen creciendo en todos los rincones del planeta. En Bangladesh, se relata, seis trabajadores de la confección que estaban en huelga para reclamar un incremento salarial y el pago de nóminas adeudadas perdieron la vida en el transcurso de una intervención policial.

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El informe, que no hace referencias expresas a España, sí que relata situaciones similares a las que, en los últimos meses, se vienen produciendo en nuestro país con asuntos como la reforma laboral o las propuestas para ajustar el sistema de pensiones, que estos días centran el debate social y político. “Algunos códigos laborales”, denuncia la CSI, “fueron enmendados para permitir mayor flexibilidad y para desbaratar sistemas de seguridad social, lo que empobrece la calidad del mercado laboral y recorta los derechos sindicales”. Otro efecto perverso de la crisis económica y financiera es que cada vez más trabajadores se ven obligados a aceptar trabajos precarios. De hecho, según la OIT, un 50% de la mano de obra global tiene un empleo vulnerable. “Conviene mencionar”, recuerda el trabajo, “que estas situaciones afectan mayoritariamente a las mujeres empleadas en sectores como el servicio doméstico o la agricultura y a los trabajadores migrantes”.

Las recetas que propone la CSI para afrontar la crisis son diametralmente opuestas a las que se defienden desde ámbitos como el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea, el Banco de España o las distintas agencias de calificación, que insisten recurrentemente en rebajar la solvencia española si el Gobierno no impulsa, en breve, reformas como la descentralización de la negociación colectiva o ajustes en el sistema de pensiones. “El respeto de los derechos de sindicalización y negociación colectiva resulta crucial para restaurar el poder adquisitivo y el crecimiento económico en el mundo entero… La alternativa es una mayor desigualdad y una recesión más profunda”.

La CSI divide el planeta en cinco granes áreas geográficas. Esta es la panorámica que dibuja de cada una de ellas.

África. La Confederación denuncia que en este continente los sindicatos sufren una falta general de respeto hacia sus organizaciones y activistas, tanto por parte de los empleadores como  de las autoridades. “En ocasiones los dirigentes sindicales se convierten en blanco directo de los ataques, como demuestran los intentos de asesinatos de tres sindicalistas en Burundi y Chad”, subraya la Confederación, que menciona expresamente las violentas represiones sufridas por los huelguistas en Sudáfrica, donde se registraron decenas de heridos. En Kenia, la Teacher’s Commission ordenó a miles de profesores que ocupaban cargos superiores y directivos que abandonaran los sindicatos de docentes.

Américas. El clima de creciente violencia costó la vida a 89 sindicalistas y activistas pro derechos laborales, incluyendo al menos seis mujeres, lo que convierte a las Amércias en el continente más mortífero del mundo. En Colombia, 48 activistas sindicales fueron asesinados; en México, cuatro miembros del sindicato nacional de mineros perdieron la vida durante una huelga, mientras que en otros incidentes dos dirigentes fueron asesinados, uno de ellos, masacrado en presencia de su familia. En Brasil aumentaron los actos de violencia contra los trabajadores del sector agrícola, siendo asesinados tres dirigentes sindicales, así como un activista defensor de los trabajadores rurales. En Guatemala, la represión se cebó especialmente con el Movimiento Sindical, Indígena y Campesino Guatemalteco  (MSICG), registrándose asesinatos, amenazas de muerte, confinamiento y torturas. En buena parte del continente, multitud de trabajadores informales y no protegidos no pueden afiliarse a sindicatos, fundamentalmente en las zonas francas industriales de América Central.

Asia y Pacífico. Un total de 10 trabajadores perdieron la vida a causa de sus actividades y centenares de trabajadores resultaron heridos en enfrentamientos con la policía, las guardias de seguridad o los matones a sueldo. En Filipinas, tres dirigentes sindicales fueron asesinados, uno de ellos tras ser interrogado por las Fuerzas de Seguridad. En Bangladesh, seis trabajadores de la confección perdieron la vida en el transcurso de una huelga. En Corea del Sur, numerosos trabajadores fueron agredidos, detenidos y acosados por la Policía tras el despido masivo de 3.000 trabajadores, que condujo a un paro de dos meses. Se formularon cargos contra muchos de ellos que, además, fueron despedidos. Al menos dos dirigentes sindicales de aquel país  fueron condenados a largas penas de prisión por el mismo motivo. Además, la violenta represión de los derechos fundamentales siguió siendo implacable en Birmania, donde todas las organizaciones de trabajadores se ven obligadas a funcionar en la clandestinidad. Tampoco mejoró la terrible situación en Corea del Norte. En Camboya, Indonesia y Pakistán se dieron casos de sindicatos amarillos creados y controlados por los empresarios. Uno de los colectivos más golpeado es el de los inmigrantes empleados en el servicio doméstico. En Malasia, una sirvienta indonesia resultó muerta tras una tremenda paliza de su empleador y otra consiguió escapar de la casa en la que estaba empleada y donde recibió repetidas torturas durante tres años. El trabajo infantil está generalizado en Bangladesh, Birmania o Indonesia.

Oriente Medio. En Irak fue asesinado el secretario de Relaciones Internas de la Federación General de Trabajadores Iraquíes. La situación no es mejor en Irán, donde destacados activistas laborales siguen en prisión. Entre ellos, Mansoor Osanloo, presidente del sindicato de la compañía de autobuses Teherán y suburbios, un auténtico símbolo de la lucha por la libertad sindical en ese país. También en esa zona del mundo los trabajadores migrantes representan una significativa cifra de la mano de obra en buen número de países, particularmente en Omán y en los Emiratos Árabes Unidos. Muchos son empleados sin los permisos de trabajo adecuados y se les requisa el pasaporte a su llegada. Los empleados en el trabajo doméstico suelen ser víctimas de abuso sexual o malos tratos. Para algunos la situación es tan terrible que el suicido se convierte en una opción. En Kuwait se verificaron trece suicidios o intentos de suicidio en un solo mes. En Arabia Saudí, 23 trabajadores chinos fueron arrestados y repatriados a la fuerza después de haber organizado una huelga en demanda de mejoras salariales.

Europa. La crisis económica afectó profundamente a numerosos países europeos, provocando el despido de decenas de miles de trabajadores. En diversos estados se organizaron protestas multitudinarias en respuesta no solo a la incapacidad de los gobiernos de hacer frente a la crisis, sino contra las políticas que hacen recaer en los trabajadores la mayor parte de las cargas. En la Federación Rusa, se remitió una queja a la OIT por los continuos ataques contra los dirigentes sindicales. Los sindicatos belgas presentaron una queja ante el Comité Europeo de Derechos Sociales por violaciones en el ejercicio de la huelga. En Turquía, al menos 61 trabajadores fueron arrestados por participar en actividades sindicales y decenas de ellos fueron encarcelados. En Albania, se ha registrado una alarmante tendencia a tomar como blanco a los familiares de los dirigentes sindicales mediante despidos. En  muchos países europeos se han seguido produciendo violaciones del derecho de huelga mediante la imposición de requisitos excesivos (servicios mínimos) que han de prestarse en caso de huelga.

España. No aparece en el informe 2010 de la CSI de forma específica, pero con toda seguridad ocupará un espacio en el de 2011, que analizará el panorama registrado en los últimos doce meses, durante los que, entre otras cosas,  se ha aprobado una reforma laboral que ha sido el origen de una huelga general. Además, en las últimas semanas se han colocado sobre la mesa propuestas para modificar aspectos relevantes  de la negociación colectiva y del sistema público de pensiones. Las denuncias que la  Confederación recoge en su balance anual proceden de las organizaciones sindicales miembro de cada país, en este caso, CCOO y UGT. Javier Doz, responsable de Relaciones Internacionales de CCOO, ha anticipado que piensan trasladar a la Confederación la vulneración que ha supuesto el establecimiento de servicios mínimos en convocatorias de huelga registradas en distintas comunidades autónomas (como la de Madrid) durante el pasado 29 de septiembre. Además, advierte que si el Gobierno sigue estrangulando el derecho a la negociación colectiva, uno de los considerados básicos, se elevarán los informes correspondientes. También recuerda que el principio de respetar lo acordado se ha puesto en cuestión durante 2010 tanto por parte de las organizaciones patronales (que en muchos casos no han aplicado las clausulas de salvaguarda firmadas en los convenios) como por el  Gobierno, que incumplió los acuerdos firmados con las organizaciones de funcionarios y que, lejos de respetarlos, aprobó severos recortes salariales para el colectivo de los trabajadores públicos.

(*) Pascual García Arano es periodista y escritor.
2 Comments
  1. michael says

    excelente ensayo

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