Fernando González Urbaneja (*)
Entre los pronósticos más agoreros, entre las metáforas más delirantes, nadie propuso que un canal de noticias 24 horas fuera sustituido, como mejor opción, por un programa de «telerrealidad» tan peculiar como Gran Hermano 24 horas. En la televisión casi todo es posible, en el periodismo hemos visto de todo, pero esta mutación de CNN en GH se convierte en indicador, aviso a navegantes, de mayor cuantía. Más que una anécdota. La factoría Tele5-Mediaset, tan exitosa y tan rentable, no deja margen al equívoco, su mercancía es clara, no esconden la mano ni la piedra. ¿Hay imagen mejor para certificar el estado del periodismo en España?
El último cuarto de siglo, de 1980 y 2006, ha sido de crecimiento para el periodismo. No diré de éxito ya que el prestigio ganado durante la transición y la etapa constitucional, se dilapidó durante los años posteriores por méritos varios, también de los periodistas, poco diligentes para defender su caso, el modelo profesional que dio prestigio. Hemos ido a más en número y oportunidades, y a menos en profesionalidad.
Dos tentaciones han contribuido a ese proceso: por un lado la del multimedia, diversificar el negocio a otros medios, especialmente a la televisión, consumiendo recursos distraídos del negocio principal, en el que se ha invertido cada vez menos. Y también mezclando los géneros: el entretenimiento con la información, la ficción con la realidad, la publicidad y la propaganda con las noticias. En ese revolutum vale casi todo. Y como el público, los consumidores-clientes no son tontos, toman nota y cautelas. Se achaca a las nuevas tecnologías la crisis del periodismo, pero me parece que esa proposición tiene más de excusa que de causa.
La otra tentación ha sido la influencia política, el poder, la complicidad con los gobiernos, interesados en manipular y en influir en los medios. El reparto graciable, arbitrario, de licencias (para el multimedia) ha funcionado como adormidera de la conciencia crítica, como argumento para dejar el buen periodismo para más adelante. Y el resultado final ha sido dejar herido el periodismo con el argumento de que vende poco. En estas estamos, sin proyecto, confundidos y rodeados.