Túnez, ¿cambiar para seguir casi igual?

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Carmen Ruiz Bravo-Villasante *

La inseguridad y la grave crisis que vive el vecino Túnez no son del todo inesperadas. En el plano político, irritaba cada vez más la actitud recalcitrante del hasta hace poco Presidente Ben Ali. Éste daba señales de querer mantenerse indefinidamente en el puesto, pese a que en septiembre de 2011 cumpliría los 75 años, límite establecido por la Constitución del país para ocupar el cargo. ¿Pretendía llegar a los 30 años de gobierno de su antecesor Burguiba, el presidente de la independencia y el consenso nacional, apartado por él de su puesto (en 1987), en lo que llegó a calificarse como un “golpe de estado blanco”?

El anuncio hecho por el Presidente del Parlamento de crear un gobierno de consenso y unidad en Túnez, hoy en día, puede tranquilizar de momento. Pero sólo tendrá sentido si se abre paso inmediatamente a una democracia en la que los candidatos y partidos democráticos diversos puedan manifestarse con claridad, presentarse sin cortapisas forzadas, no siendo encarcelados ni confinados o desterrados, o multados, y en un clima de respeto a las mutuas libertades.

El amable, educado, grato y barato país turístico que ha sido Túnez, socio de la Unión Europea, encuentra ahora unas dificultades económicas graves, endeudándose año tras año más, y más rápidamente. Y es lógico que la población tunecina esté preocupada, ya que sabe que los países europeos vecinos, mediterráneos, de los que esperaban cooperación, estamos ahora viviendo una recesión profunda. Hay sectores que emigran en condiciones extremas,  y desde hace tiempo hay también “pateras” tunecinas en las costas sicilianas… Por eso la irritación, popular y sindical, ante “la burla”, que se ha visto en la subida de los precios básicos.

¿Qué ha significado Túnez en otros aspectos, para muchos países de su entorno árabe-islámico y para nuestros propios países europeos? En lo social, y en lo concerniente a la situación de la mujer, hemos de recordar la actitud avanzada de este país islámico en el que la poligamia está abolida. Y esa decisión no fue sólo, como algunos pretenden, una medida tomada unilateralmente por Burguiba, sino el fruto de la reflexión y el acuerdo entre reformistas de toda procedencia, incluidos juristas islámicos del país, un paso adelante y acorde con las necesidades de igualdad de género y social desde unas perspectivas éticas contemporáneas. Sin embargo, las mujeres saben mejor que nadie que el paro puede generar una situación de involución en este aspecto. ¿Será en este terreno donde se produzcan cambios?

Sabiendo que en el país (y en sus costas) se encuentran nuevos recursos de hidrocarburos, y que éstos son explotados ahora de una manera diversificada, dando cupo cada vez más alto a los EEUU y a países del Golfo, y que probablemente se mantenga esta línea aunque se modifiquen los gobiernos, ¿es de extrañar que Francia (Europa) se haya formalmente inhibido y Arabia Saudí (con el horizonte de los EEUU) haya acogido al expresidente?

(*) Carmen Ruiz Bravo-Villasante es catedrática de Literatura y Pensamiento Árabes Modernos en la Universidad Autónoma de Madrid.

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