Los efectos de la innovación

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Julia Varela *

Si miramos al mundo anglosajón, que es el referente  del plan Bolonia, y, más concretamente, a Inglaterra y los Estados Unidos, encontramos que ya desde hace algún tiempo las universidades han comenzado a ser gestionadas como empresas bien jerarquizadas. Esto significa que cada universidad no solo debe estar en competición permanente con las otras universidades, captar a sus propios estudiantes, saber venderse y publicitarse bien, sino que además tiene que obtener beneficios económicos y proporcionar una formación que se adecue  a las exigencias del mundo laboral. Tanto la docencia como la investigación han de tener objetivos pragmáticos y efectos visibles y rentables a corto plazo.

El plan Bolonia

A través del Plan Bolonia se impone la nueva terminología del grado y de master que nada tiene que ver con la tradición universitaria europea. Se pierde así el término de licenciatura heredado en Europa de la tradición medieval. Esta nomenclatura no es una cuestión meramente formal, refleja bien la colonización   del mundo anglosajón, y una perversión del lenguaje, que sin duda no sólo tendrá consecuencias en la percepción de lo que llamamos la realidad universitaria. Al mismo tiempo se está imponiendo una escolástica en la programación de la docencia, que reenvía a un modelo de educación basada en objetivos, competencias (generales, específicas, transversales), de carácter tecno-burocrático que carece de sentido, que  recuerda viejos tiempos, y que empieza ya a ser suficientemente criticada (Véase, por ejemplo, el libro coordinado por José Gimeno Sacristán y otros, titulado Educar por competencias ¿qué hay de nuevo?, editado recientemente por la editorial Morata).

El plan Bolonia servirá de excusa también para desregular todavía más el trabajo en la Universidad, una desregulación que comenzó ya hace años con la perversión de la figura de los profesores asociados, y continuó con la contratación de profesores mileuristas, de tal modo que en la actualidad una parte importante de la docencia la están impartiendo profesores mal pagados.  Un colega asesor de Aznar me decía hace algunos años, cuando la derecha estaba en el gobierno, que tenían pensado que en el año 2013 no hubiese ya ningún nombramiento mas de funcionarios en la Universidad.

Las formas de reclutamiento y de selección de profesores que priman desde hace un tiempo tampoco son favorables ni a una docencia ni a una investigación de calidad. La habilitación depende en la actualidad de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, ANECA, creada por la LOU, que utiliza criterios que no son precisamente científicos. Para la concesión de sexenios de investigación, un artículo, y si es en inglés mejor, puntúa más que un libro. Pero sobre todo la evaluación se hace siguiendo criterios cuantitativistas, tecnocráticos y de un positivismo totalmente romo. La concesión de sexenios se hace, por supuesto, sin leer el contenido de las producciones, únicamente guiándose por el llamado  índice de impacto de determinadas revistas.

Los estudiantes también sufren este embate neoliberal, sobre todo debido a que la falta de trabajo y la devaluación de los títulos universitarios contribuye a que no se sientan motivados, y se interesen, en muchos casos, casi únicamente  por obtener un título. Muchos estudiantes de clase media que en la década de los ochenta  venían a la Universidad pública ahora van a universidades privadas o a centros universitarios de otros países. Y, dado que las distintas clase sociales reclaman distintas funciones de la universidad, posiblemente una de las causas de que las movilizaciones estudiantiles no sean en este momento demasiado fuertes se deba en parte a que las clases populares ven bien la propuesta de Bolonia de que los títulos universitarios  permitan acceder rápidamente a un puesto de trabajo. De ahí que no perciban los peligros que puede encerrar una más estrecha relación universidad-empresa. Al imponer Bolonia el control de asistencia  a las clases, son cada vez menos los que asisten a otras actividades universitarias que son importantes para su formación en tanto que ciudadanos. No obstante, según una encuesta  reciente realizada en la Facultad de CC Políticas y Sociología de la Complutense, sobre una muestra de más de 1000 estudiantes, el 64%  decía que su paso por la Facultad les había cambiado su forma de ver el mundo.

En fin, muchos jóvenes universitarios, tanto de clase media como de clases populares, parecen haber asumido la idea neoliberal de la flexibilidad, la supuesta oportunidad de poder cambiar de trabajo con facilidad para ser creativos e innovadores. Sin embargo ya Richard Sennett puso bien de manifiesto en La corrosión del carácter los efectos negativos de la nueva economía. La mayoría no parece darse cuenta de que solo unos pocos lograrán conseguir un buen trabajo, pues en general, como explica Robert Castel en La montée des incertitudes, la desregulación conduce a muchos a tener trabajos ocasionales, a ser trabajadores privados de derechos y de protecciones.

Está surgiendo una nueva actitud de profesores y estudiantes ante los estudios, ante la universidad y ante la cultura en general, que se manifiesta, por ejemplo, en la desaparición de los cursos de tarde. Los profesores están vertidos en cuerpo y alma a hacer curriculum, a  publicar lo que sea en aquellas  revistas consideradas de mayor impacto por la Aneca, lo que no favorece una investigación seria y reflexiva. La docencia requiere el doble de dedicación destinada a corregir trabajos debido a la evaluación continua, y cobra nueva importancia debido a que las evaluaciones anuales de los estudiantes son tenidas en cuenta por la Aneca en vistas a la habilitación para los distintos puestos docentes. Bolonia no tiene en cuenta cómo armonizar docencia e investigación, de tal modo que los jóvenes profesores se ven presionados doblemente.

En resumen, la conjunción de las dos lógicas apuntadas al inicio está lastrando la vida universitaria.

Algunas propuestas alternativas

El gran debate de nuestro tiempo es el debate entre una sociedad relativamente integrada a través de las protecciones del Estado social mediante la propiedad social o la sociedad convertida en mercado, una sociedad de usar y tirar. Son bien conocidos los efectos del neoliberalismo, la creciente mercantilización en el sentido de la financiación privada de la universidad, y la relación cada vez más estrecha que se busca introducir entre la Universidad y la empresa. Por esto se hace cada vez mas necesario reabrir el debate de las funciones sociales de la universidad, y qué tipo de formación debe proporcionar a los estudiantes, debate en el que no puedo entrar ahora. Pero sin duda esto no nos puede alejar de analizar cómo la lógica  de la llamada modernización está incidiendo en el funcionamiento interno de las universidades, al promover una mayor individualización y competitividad tanto entre los profesores, como entre los estudiantes, y una creciente burocratización, pues como decía Max Weber, a mayor burocracia, menos democracia.

Para terminar, y a modo de autocrítca, debo decir que una parte de los profesores, entre los que me incluyo, no hemos reaccionado suficientemente frente a las coacciones a las que se nos está sometiendo. Pero somos bastantes los que no estamos de acuerdo con la situación actual de la Universidad, como ponen de relieve las movilizaciones y manifestaciones frente al Plan Bolonia, y los manifiestos de grupos de diferentes universidades, que siguen publicándose en estos momentos en la red.

Es preciso formar equipos de profesores y estudiantes, tanto en la docencia como en la investigación. Hay que revitalizar el Foro Universitario de Izquierdas. Sería importante que la Universidad fuese una caja de resonancia de los problemas sociales y políticos de este país. La Universidad, como servicio público, debe estar al servicio de una sociedad más democrática, y debe contribuir a explicar qué es lo que está sucediendo en la vida social, política y económica, así como proponer medidas alternativas. Es necesario que frente a los planes de estudios cerrados predominen los currículos abiertos. Esa mayor apertura llevaría a que profesores y estudiantes pudiesen moverse de unas facultades a otras, y que hubiese  intercambios con los profesores del Consejo y de la UNED. Convendría que los cursos de los profesores permitan combinar investigación y docencia, especialmente en tercer ciclo, en el Doctorado. Por otra parte la Universidad debería estar abierta a una formación permanente y para ello hay que habilitar y ofertar cursos de tarde, y de noche.

Potenciar el modelo universitario europeo, frente al norteamericano, no significa renunciar a la calidad sino al contrario, significa no desvincular la producción y la transmisión de los conocimientos de  las  demandas sociales, defender la universidad como un espacio de integración entendido como servicio público al servicio de los intereses colectivos y no de unos pocos. En este sentido la Universidad española no debería ser sólo europea, debería potenciar el espacio Ibérico y latino-americano  mediante una política de becas impulsada por el Instituto de Cooperación iberoamericana.

Es preciso rejuvenecer la universidad sin descapitalizarla. La incorporación de jóvenes profesores a la Universidad es perfectamente compatible con potenciar el club de eméritos. Es preciso impulsar la política de donaciones que enriquezca los fondos de nuestras bibliotecas. En fin, la revitalización de las universidades públicas pasa por apostar de forma decidida por el desarrollo científico y cultural frente a la sociedad de la especulación que se nos propone desde el capitalismo financiero. Solo así la ciencia y la tecnología al servicio de una sociedad más justa contribuirá a imponerse sobre la sociedad del espectáculo.

(*) Julia Varela es catedrática de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.
2 Comments
  1. Jesu Marín says

    Muy bueno. Totalmente de acuerdo. Una «sociedad de usar y tirar» es lo que estamos consiguiendo sin planes propios y recortando los estudios para homologarlos a un nivel de FP, con todas las consecuencias que esto trae para el conocimiento y la fabricación de una sociedad del entretenemiento barato y de rápido consumo y del espectáculo. Es una pena que estos artículos y reflexiones no se publiquen en los grandes medios por el filtro que hacen ideológico. Tan sólo se publica lo pro-Bolonia. Una pena que esto sólo lo lean unos pocos.

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