El dinosaurio

"Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí". (Adaptación libre de un cuento de Augusto Monterroso)

La retirada de Manuel Fraga de la política activa por decrepitud, a los 89 años, es un signo innegable de la excelente salud democrática española, solo comparable a la muerte de Francisco Franco en la cama. Fraga es el franquismo, y también un ejemplo perfecto de adaptación al medio, un modelo a seguir por políticos sin escrúpulos: se puede sobrevivir en la dictadura, en la transición y en la democracia. Reciclar ideologías es posible. Los principios y las ideas son tan frágiles y moldeables como un excremento fresco de camello. Ser un fascista de manual no condena, de ninguna manera, a renunciar a los placeres de la democracia. Aquí todo vale.

Fraga se marcha. El dinosaurio ya no está con nosotros, pero cuidado, porque con su marcha no se extingue la especie. Ni mucho menos. La semilla de maldad sobrevive, se extiende sobre la tierra, y parece que no habrá meteorito capaz de acabar con los de su calaña. Fraga no se presentará a las próximas elecciones, y renuncia a su cargo de senador por designación autonómica. No está confirmado que el hombre que fue cómplice de Franco haya hecho coincidir su adiós con el homenaje “a los caídos por Dios y por España” que se celebra mañana mismo en Méntrida (Toledo). En cualquier caso, está asegurada la asistencia del Ejército, que participará en tan emotivo acto con dos unidades.

La retirada de Manuel Fraga anuncia el comienzo de su proceso de fosilización. Por fin formará parte de la paleontología política, esa ciencia que estudia inofensivos restos de monstruos para recomponer el pasado, advertir de sus miserias y despejar el camino a la idea de evolución democrática. Un gran día. Que suene el Cara al sol en Méntrida...