Cruzando el cordón

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Alfredo Aymenon*

Miles de personas recorrieron ayer las calles de Madrid -y de muchas otras ciudades- clamando en defensa de la educación pública, contra su venta al mejor postor en los vaivenes de los mercados. Al término de la marcha, un grupo de manifestantes acudieron al Congreso de los Diputados para seguir mostrando su indignación ante el proceso mercantilizador que viene sufriendo la educación en nuestro país. Fueron reprimidos por la policía, resultando seis estudiantes detenidos.

Estas estampas de cargas en los alrededores del Congreso son una constante desde la irrupción del movimiento 15M. Y es que una gran parte de la sociedad entiende que quienes allí están “no nos representan”. El régimen bipartidista se ha entregado (probablemente siempre lo estuvo) a la presión de los especuladores, a quienes siguen haciendo negocio con la deuda del país y presionan para que los recortes aumenten, repartiéndose después los contratos de los servicios públicos ahora “externalizados”. Fue en esa misma cámara donde la Constitución, de la que a nuestra generación se ha dicho siempre que es un acuerdo poco menos que sagrado, fue modificada en un plazo récord sin consultar a la ciudadanía, como un nuevo sacrificio al dios de los mercados. Es en el Congreso donde tenemos que ver a corruptos personajes percibiendo sueldos millonarios mientras sufrimos el paro y la precariedad.

Por eso nos levantamos al grito de “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Por eso nos encontramos en las plazas y calles de nuestras ciudades, tratando de redescubrir el espacio de lo político, decidiendo sobre nuestras vidas sin aceptar los chantajes de los poderosos, dándonos cuenta que los y las de abajo somos el 99% de la sociedad y que tenemos que enseñar los dientes al 1% que gobierna nuestras vidas haciendo que primen sus beneficios.

Y con esta situación, nos llegan las elecciones del próximo domingo, 20 de noviembre. La maquinaria de los grandes partidos se pone a funcionar y hasta nuestro salón llegan los ecos de quienes dicen que comienza el cambio, un cambio que no sabemos hacia dónde va, pero que, como la fama les precede, nos tememos que consista en más paro y más recortes. Otros tratan de hacernos olvidar lo que han venido haciendo en los últimos años, diciendo ahora que la crisis la tienen que pagar los que más tienen, cuando desde el Gobierno han desahuciado familias que no podían pagar sus hipotecas y reprimido a quienes las apoyaron. Juan Rosell, presidente de la CEOE, decía en la precampaña: “Los programas de PP, PSOE, UPyD, CIU y PNV, no suenan mal y van en la línea de lo que pedimos”. Y eso tiene que hacernos pensar, ya que la CEOE jamás representará los intereses del 99%, sino que apuesta por el copago en la sanidad (mejor sería decir “repago”), por un despido más barato (incluso gratuito), en definitiva, por la pérdida de derechos de la mayoría social.

Ante la cita electoral, las opiniones están divididas. Hay quien apuesta por abstenerse, quien opta por el voto nulo para que no compute y no se obstaculice la entrada a los partidos minoritarios, quien vota convencido/a a un partido alejado del bipartidismo que encorseta nuestra vida política... Respetando todas estas opciones, yo votaré, votaré para cruzar el cordón policial que rodea al Congreso. Sabiendo que las luchas se dan en las calles, en los centros de estudio y trabajo, también sabemos que en el Congreso se deciden leyes que nos afectan a todos. Sabemos que la política ha estado secuestrada por los intereses de los mercados, que ya han entrado en campaña haciendo subir  las tensiones sobre la deuda del país para justificar un ajuste duro y de shock (como diría la genial economista Naomi Klein). Seguiremos acudiendo al Congreso a denunciar cada nuevo atropello a los derechos que tanto ha costado conseguir, pero quiero saber, que cuando el cordón policial no nos permita llegar más cerca, tan cerca que tengan que ver los rostros de quienes padecemos la crisis, va a haber alguien en el interior de la cámara, alguien a quien tengan que escuchar forzosamente, que les diga que no nos representan, que trabaje como compañero/a del movimiento para que esta crisis no la paguemos.

(*) Alfredo Aymenon es activista del Movimento 15-M.
1 Comment
  1. jose says

    Yo votaré contra la instalación en España de la PPecracia. Abastenrse o anular el voto, es apoyar a la ultraderecha que con sus votos quiere imponernos como presidente a quien ejercerá de macario del ventriloco Melenas.

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