Una buena noticia

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Gabriel Tortella*

Vaya por delante que yo no voté a Mariano Rajoy. Vaya también por delante que el resultado de las recientes elecciones generales no es el que yo hubiera preferido. A mí, como a muchos españoles, no me gustan las mayorías absolutas. Y, sin embargo, yo creo que, con todo, el resultado electoral ha constituido una buena noticia para los españoles como usted y como yo, y para España en su conjunto. Pero no sólo para nosotros de los Pirineos para acá, sino también de los Pirineos para allá, para nuestros compatriotas europeos (¿no es Europa también nuestra patria?), e incluso más allá, para la economía mundial en general. El lector pensará que exagero. Yo creo que no.

La economía española está en la cuerda floja y al borde del precipicio; se ha dicho repetidamente, y es así. ¿Cuál es ese precipicio del que tanto se habla? La insolvencia. España tiene dos déficits básicos, de balanza de pagos y presupuestario, y para poder cumplir sus compromisos (sobre todo pagar sueldos, pensiones y prestaciones sociales) necesita que le presten porque, simplificando mucho, esos déficits significan que gasta más de lo que gana. Por eso depende de los odiosos mercados. Ahora bien, en situación parecida, unos peor, otros menos mal, están otros países también en la cuerda floja, como Portugal, Grecia e Italia. Estos cuatro países necesitamos préstamos casi continuos y cada vez nos cuesta más encontrar quien nos fíe. Grecia y Portugal están peor, pero son países pequeños a quienes la Unión Europea puede ayudar sin demasiados sacrificios. Pero España e Italia son muy grandes para que nos ayuden nuestros compatriotas europeos sin un desembolso excesivo.

La razón de que a estos cuatro países les cueste encontrar prestamistas es que cada vez inspiran menos confianza: para devolver lo prestado tendrán que reducir sus déficits, para lo que tendrán que hacer sacrificios tales como pagar más impuestos, reducir las prestaciones sociales, trabajar más por menores sueldos, cosas todas necesarias para ser competitivos y exportar. Necesarias, pero muy duras, contra las que la gente protesta y amenaza con rebelarse. Los políticos temen ser impopulares imponiendo tales sacrificios; quieren que se les siga prestando aunque no se sepa cuándo podrán devolver lo prestado. Por eso los prestamistas desconfían, se resisten a desembolsar, o exigen muy altos intereses. En esta situación, Grecia e Italia han sustituido sus gobiernos de políticos por otros de “tecnócratas”, que, por no ser políticos, se supone que tendrán menos reparo a tomar medidas impopulares. Esto debe dar confianza a los mercados; sin duda se la da, pero no mucha, porque nacdie sabe cuánto durarán los nuevos gobiernos tecnocráticos sin apoyo popular: en ambos países se habla de próximas elecciones, cuyo resultado es muy incierto. ¿Y España?

En España hemos pasado muchos meses con un gobierno cataléptico, con un presidente que, ni era candidato, ni tomaba las medidas necesarias para sacarnos del atolladero. Nada tenía de raro que nuestra deuda fuera cada día más difícil y más cara de colocar. Se suponía que las elecciones darían un vuelco a la situación y que el nuevo gobierno sería diferente, pero no se sabía con seguridad qué mandato iba a recibir. Parecía que iba a tener mayoría absoluta, pero hace menos de una semana se corrió el rumor de que el Partido Socialista se estaba recuperando en las encuestas. Toda esta incertidumbre repercutía en la “prima de riesgo”, lo que había que pagar por encima del interés que paga un país en el que se confía (Alemania), y la situaba en niveles insostenibles. Cuanto más caro paguemos los préstamos, más nos endeudamos, más difícil nos será devolver, más tendremos que pagar para compensar la desconfianza, etc.: un círculo vicioso infernal. En él estamos.

Sin embargo, de las elecciones ha salido un presidente electo que está comprometido con las reformas, y que, como tiene mayoría absoluta, tiene asegurados cuatro años para llevar a cabo sus compromisos. Sólo depende de sí mismo: tiene las manos libres. No necesita acuerdos ni componendas, y menos comprar a las comunidades autónomas, como le ocurría al gobierno hoy en funciones. Además, las comunidades autónomas están casi todas gobernadas por el partido del futuro gobierno, lo cual facilitará el disciplinar sus gastos. Era bien sabido fuera de España que las comunidades españolas eran una causa importante del déficit fiscal. Esta homogeneidad de un gobierno comprometido con las reformas económicas debe impresionar favorablemente a los mercados de capital. Por añadidura, el discurso de Rajoy nada más confirmarse su victoria ha sido muy acertado: adoptando un tono mesurado, ha predicado concordia y ha prometido no tener más enemigos que el paro, la crisis y el déficit. Se ha comprometido a hacer serias reformas y ha reconocido que el camino, al menos inicialmente, será duro. A los españoles quizá nos asuste esto un poco, pero tiene que haber sonado a música celestial en los oídos de nuestro socios europeos y de los mercados internacionales. Además, a diferencia de los casos italiano y griego, de pronto la interinidad aquí se ha acabado: vamos a tener por cuatro años un gobierno a quien más le vale tomar medidas pronto para enderezar la situación y pasar los momentos difíciles lo antes posible para, al cabo de esos cuatro años, haber absorbido el paro,  puesto la casa en orden, y concurrir a las elecciones con los deberes hechos y la economía en vías de recuperación.

Este mismo cálculo se harán los prestamistas. Si por ello baja la prima de riesgo, nos será más fácil salir de presente atolladero y dar los primeros pasos por el buen camino. Y si España deja de ser una preocupación para Europa, la confianza se extenderá, igual que la desconfianza antes se había contagiado. Además nos convertiremos en un ejemplo para los otros países en situación parecida.

¿Suena esto como el cuento de la lechera? A mí me suena más bien como una buena noticia.

(*) Gabriel Tortella. Economista e historiador. Es catedrático emérito de Historia de la Economía en la Universidad de Alcalá de Henares.
6 Comments
  1. blas says

    Creo que todo esto no se lo cree ni usted. El gobierno recién electo aduras penas será capaz de bajar las cifras deparo en los próximos 2 años y dudo de aún teniendo mayoría absoluta sea capaz de agotar la legislatura con lo que viene en los próximos años.

    Respecto a las comunidades autónomas y sus deficits, solo han salido a la palestra las que ha recuperado la gobernabilidad el pp, pero cuáles son los déficits reales de la C. de Madrid o la C. Valenciana.
    «discurso de Rajoy nada más confirmarse su victoria ha sido muy acertado», bueno, creo que es su deber, ponerse a trabajar, para eso ha sido elegido. Que no haga como su compañera Cospedal que el discursotras más de días es que todo lo dejó muy mal el psoe, bien , vale, pero ¿usted como lo va ha solucionar?

  2. luiseme says

    Ya, ya… de no saber cómo salir del «toallero» vamos a estar en el «candelabro» europeo…
    Siento no ser más optimista ni colaborar para crear confianza, pero esto no se lo creen ni los interlobotomizados de turno. 🙁

  3. Ramón says

    Gabriel, no suena bien que el PP y Rajoy tengan todo el poder. España, con menos de la mitad de la deuda que Italia y, desde luego, que Alemania, tiene los salarios más bajos de la UE y aún así insisten en reducirlos. Nos hemos endeudando para comprar fuera. Pero ese problema hay que separarlo de la deuda pública y del déficit, que no se debe a la falta de productividad ni al derroche, sino a que los ricos no pagan los impuestos y los trabajadores y el IVA son toda la recaudación con la que cuenta un Estado insostenible. Ahora van a reducir las prestaciones sociales que pagamos los trabajadores para que los que más tienen importen más yates, más coches de alta cilindrada y vivan mejor. Pero es verdad que vendiendo el AVE que hemos pagado todos, los aeropuertos, los puertos, el agua, el aire y los demás bienes del común, incluída la plaza mayor de Madrid para que monten un circo si quieren, la derecha facciosa, la de toda la vida, igual suelta unas migajas y resuelve «nuestra» deuda.

  4. Zaratustra says

    Llegará el día en que votaréis a los mercadodosensuputamadre

  5. Alberto says

    Ramón, no puede haber sido más acertado.

  6. celine says

    Creo que el tono de armarse de valor para afrontar el futuro de Gabriel Tortella es muy necesario, aunque temo que Ramón pueda acertar. Con todo, Ramón, habrá que cantar fuerte y dar pasos firmes, como recomienda Nietzsche para malos tiempos. Sursum corda!

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