La Cumbre Europea o la dejación a los mercados

Cándido Méndez *

La última Cumbre Europea nos ha vuelto a dejar atónitos y más preocupados. Se ha socavado la integridad de la Unión y se ha concluido con más austeridad. Y lo más vergonzoso es que todo esto se ha hecho dando la espalda a la inmensa mayoría de los ciudadanos europeos, que asisten preocupados  a un espectáculo dantesco, en el que se evidencia, más si cabe, que los gobiernos de la UE han renunciado al ejercicio de la política a favor de los mercados.

En este sentido, tengo serias dudas de que los que dicen que gobiernan Europa,  la señora Merkel y el señor Sarkozy, mantengan su autonomía política. El presidente francés, por ejemplo, está supeditando su responsabilidad como gobernante a los intereses electorales porque teme que las agencias de calificación le rebajen la triple A y pueda perder las próximas elecciones por este motivo.

Por eso han tomado sus determinaciones con una cuidada puesta en escena. Nos anunciaron que teníamos encima la espada de Damocles, que era la última oportunidad para la Unión Europea y para ello ‘apuraron’ el acuerdo para decirnos de nuevo que con más ajustes tranquilizarán a los mercados, estabilizarán el euro y combatirán la crisis económica.

¿Cuántas veces hemos oído lo mismo? Y lo más importante ¿cuáles han sido las consecuencias de  estas decisiones? Se ha ahondado más en la crisis, ha aumentado el desempleo y no se ha reactivado la economía.

La primera potencia económica del mundo, el primer destino de las inversiones extranjeras, el gran mercado mundial que es Europa y la primera potencia democrática y en términos de cohesión social del planeta  está, en estos momentos, abocada a una recesión económica por seguir estas recetas, y está arrastrando con ella a los países emergentes. Y distintos expertos coinciden en que la Unión Europea puede verse en esta situación durante más de una década.

Hemos vivido crisis muy duras, pero siempre hemos tenido la esperanza de Europa. Y nos la están arrebatando y, en su lugar, está creciendo un sentimiento de rencor. Los sindicatos europeos compartimos que el proyecto de la Unión Europea unirá a los ciudadanos del viejo continente si  ofrece objetivos y medios para ser una herramienta  de progreso social. Así lo urgimos desde la CES al Consejo Europeo, y esto incluye el respeto y la promoción de los derecho sociales fundamentales, incluidos los sindicales, y la autonomía de la negociación. La Europa social debe crecer y estar acompañada por la integración económica.

Pero mayor disciplina fiscal, un sistema de sanciones automático para los que incumplen el objetivo de déficit y una vigilancia más estricta, como ejes del pacto fiscal, no es el camino para impulsar un crecimiento sostenible y dar empleo a millones de personas.

Es urgente un cambio en profundidad de las políticas porque se está produciendo una degradación de la situación económica,  social y democrática.  Y es necesario un gran acuerdo social en favor del crecimiento económico, del empleo, pero también para defender nuestro patrimonio más valioso: el patrimonio democrático y social, que representa el Estado de Bienestar y el modelo social europeo, valores que son seña de identidad de la UE, y que se están erosionando.

No nos vamos a resignar a un nuevo ataque a la Europa Social, pero tampoco a nivel nacional nos vamos a resignar a servir de soporte para que Alemania pague menos por su deuda y a ser el origen de mano de obra sobrecualificada para Europa.

No caminemos hacia un futuro peor que el presente y bastante peor que el pasado. Es necesario que el gobierno de Europa escuche a los ciudadanos, a los trabajadores, que piden un cambio hacia políticas que vuelvan a colocar al viejo continente en el camino del crecimiento económico y del progreso social.

(*) Cándido Méndez es secretario general de la UGT.