Justicia e igualdad

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El rey Juan Carlos conversa con Iñaki Urdangarin durante un acto oficial celebrado en 2006. / Efe

El rey Juan Carlos ha dicho, en su habitual discurso navideño, que la justicia es igual para todos. Y ha sido el acabose. Han sonado campanas y trompetas, se han derramado toneladas de confeti, las luces de la Gran Vía han dado un respingo atómico y hasta parecía que el pueblo llano lucía nueva y resplandeciente sonrisa. Nada más escuchar las sorprendentes palabras de nuestro monarca, “la justicia es igual para todos”, no lo olvide, España entera recuperó la alegría, la esperanza y las ganas de vivir. Las audiencias televisivas del sermón, que en 2010 alcanzaron sus índices más bajos, se han recuperado. ¿Morbo? No hombre, es que nos gusta saber que estamos en buenas manos. La prensa y las redes sociales se han entregado a su graciosa majestad: “Es el mejor discurso del rey, sin duda”, podía leerse en Twitter.

Cada día nos conformamos con menos. En este caso, con algo que debería ser una de las grandes obviedades de las sociedades democráticas: que la justicia es igual para todos. ¿Cómo?, se preguntará el lector antisistema, ¿que hasta ahora no lo era? Hay dudas que ofenden, que no necesitan ser aclaradas y, que en caso de surgir o necesitar alguna puntualización, pueden hacer que la confianza en el sistema se resquebraje. Por eso cuando la pareja de uno llega a casa no se le suele recibir con un “Hola cariño. No me he acostado con el butanero”.

Afortunadamente, el grandioso discurso del Rey no impide el progresivo e imparable deterioro de la monarquía. Los españoles que siguen optando por esta forma de Estado son, según la habitual encuesta de Metroscopia para El País, cada vez menos: 49% de monárquicos por un 37% de republicanos. La distancia entre ambos es más corta que nunca, apenas, 12 puntos.

Los españoles quizá seamos iguales ante la ley, si es que alguien todavía puede creer en la palabra de un Rey. Pero lo que parece evidente es que no somos iguales a la hora de, por ejemplo, conseguir una vivienda digna, pese a que el artículo 47 de la Constitución garantiza ese derecho. Remontémonos a los últimos cuatro años... En ese periodo de tiempo Urdangarín y familia, los involuntarios instigadores del incendiario discurso real, han adquirido un palacete en Barcelona, cinco pisos en Palma y uno en Terrassa, valorados en 7,3 millones de euros. Cuatro años en los que, vaya por dios, más de 150.000 familias han sido desahuciadas en España.

7 Comments
  1. Carlos G. says

    ¿Dónde se ha visto que se le pidan cuentas a un miembro de la Familia Real?. Ah que ya no es miembro, o sí, o no, o ya no aparece, que no es lo mismo pero casi, la apariencia lo es todo a estos niveles. En fin, que lo que demuestra que salga a la luz este caso es que aún quedan algo de dignidad en la prensa y que la justicia tendrá sus carencias, pero sigue siendo el mecanismo que tenemos para denunciar, investigar y en su caso condenar a los delincuentes.

  2. qq says

    Al tipo que le escribe el discurso al monarca le traicionó el subconsciente. Precisamente porque sabe que ni la justicia, ni casi todo lo demás, son iguales para todos, se encargó de destacarlo en el texto. Y ejemplos, aparte del del yernísimo, no faltan: como esos bancos que han recibido (otra vez) una pasta del BCE, se supone que para estimular el crédito, y que por supuesto dedicarán a algo mucho más lucrativo: comprar deuda de los mismos países que les han prestado el dinero. El negocio es redondo: al banco le cobran un interés del 1%, pero él cobrará el 3%, el 4%, o más, dependiendo del país que decida endeudar. No hay problema: si vuelven a quedarse sin liquidez, se pide más, y listo. Y si no, siempre quedarán hipotecas que ejecutar, porque es sabido que, aunque la justicia es igual para todos, la única inyección disponible para los que no pagan la hipoeteca, o ven su empresa quebrar por falta de crédito, es la inyección letal de la dura realidad. Sin embargo, de esto nunca hablará el rey en su discurso. Saludos.

  3. Selito says

    Pues yo creo ue todo esto da para interpretaciones algo contrapuestas. A saber:
    – La Casa Real es justa y en su justicia respeta la igualdad de todos vs la casa real ve que ultimamente su popularidad va pa’bajo y no quiere pillarse los dedos por una pelota de balonmano de más.
    – El rey es un rey ecuánime y justo y, cual GUzman el Bueno, está dispuesto a sacrificar a su propio hijo (político) en eras de esa ecuanimidad vs el rey es un suegro como cualquier otro y ve la oportunidad perfecta para desacesrse de otro yerno incómodo, sin sangre azul él, tocapelotas de profesión encima (ya solo le queda una. la divorciá republicana… risa malévola…)
    – El rey repasa punto por punto su discurso todos los años y está de acuerdo con todo lo ue luego lee vs se la colao doblá algún cachondo escribano

    ¡¡Feliz Justicia para todos y próspera Igualdad Nueva!!

  4. Ester says

    Demagogia, eso es lo que se puede leer entre las lineas del presente articulo. Siempre andamos con las mismas, derecha o izquierda, rojos o azules, republica o monarquia… Pero que estrechez de miras!!! Como ciudadana europea, muchisimo antes que espaÑola, creo que podemos ser y ver mucho mas allà de bipartidismos, y derechos, porque tambien debemos luchar por todas nuestras obligaciones. Sin lugar a dudas la brillantez del discurso del rey, es precisamente porque un rey se reafirma en la democracia y el estado de derecho, que con su propio esfuerzo personal forjo hace ya mas de 30 años, lo que al menos debemos reconocer y respetar. No creo que por ser una Republica fueramos mejores ciudadanos, y eso es lo unico en lo que nos deberiamos centrar.

  5. RAFAEL says

    su majestad el rey no se merece estos disgustos. VIVA EL REY.La infanta Cristina bien que lo sabria y aguantaba, mal hecho

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