Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla del Partido Popular, dejó las cosas muy claras el día de su toma de posesión: gobernaría la ciudad con la Constitución y la Biblia en la mano. La frase, más propia del alcaide de la prisión de Alcatraz que de un alcalde de un país aconfesional (Artículo 16.3 de la CE: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”), no era uno de esos eslóganes diseñados por algún profesional para que parezca que el político en cuestión tiene vida neuronal. Era una amenaza. Zoido ha iniciado los trámites para cambiar el nombre de la avenida Pilar Bardem por el de Nuestra Señora de las Mercedes.
Es muy posible que a Pilar Bardem, que nació en Sevilla “por casualidad”, le importe un pimiento que una avenida tenga su nombre, y no conceda mayor importancia a este demagógico ejercicio de quita y pon. Pero la tiene. ¿Qué hizo Pilar Bardem para tener una calle con su nombre en Sevilla? Nada: el anterior ejecutivo pretendía eliminar reminiscencias franquistas del callejero, y sustituyó “General Merry” (otorgada por “su actuación en el glorioso alzamiento nacional”) por “Pilar Bardem” (un Goya en 1995). ¿Qué ha hecho Pilar Bardem para que el recién llegado alcalde la deje sin avenida? Cosas tan terribles como asistir a manifestaciones a favor del juez Garzón o del pueblo saharaui. “Esa mujer no se merece llamarse Pilar, debería llamarse Hoz y Martillo”, escribe un energúmeno en Twitter. “Pilar Bardem dejará de afear con su nombre una calle de Sevilla”, dice el fanzine Alerta Digital.
Todos los días, cuando cruzo el pueblo toledano de Cervera de los Montes, paso por la calle de los defensores del Alcazar, la calle de José Antonio Primo de Rivera y la plaza del generalísimo Franco. Y no siento nauseas, para qué vamos a exagerar, solo una profunda tristeza: algunos ayuntamientos mantienen esos homenajes fascistas, con el consentimiento de sus vecinos, mientras en Sevilla se está exhumando una fosa con 17 mujeres de entre 20 y 70 años asesinadas en 1937 por falangistas y guardias civiles.
La placa de la Plaza del Generalísimo Franco está en la fachada del ayuntamiento de Cervera de los Montes. ¿Imagina usted que el ayuntamiento de Bremen luciese una placa donde pudiese leerse “Plaza de Adolf Hitler”? ¿Y una avenida en un pueblo italiano que se llamase “Benito Mussolini”? El Partido Popular se opone, "por razones prácticas, de coste e históricas, a cambiar los nombres franquistas de las calles".
Gobiernan con la Biblia y Mein Kampf en la mano.
P.D.
Anoche La Sexta estrenó en abierto Crematorio, una excelente serie española que ya habíamos podido ver en Canal +. Les remito a La vida misma, el post que escribí entonces, once de marzo de 2011: Crematorio resulta fascinante porque está en nuestro adn: es la historia de la España reciente. Hijoputas, especuladores, ladrones, políticos… Corrupción, ignorancia, vanidad, extorsión, despilfarro, abuso de poder… Varias generaciones de españoles hemos crecido con los personajes y con las situaciones de Crematorio. De hecho, aún vivimos sumergidos en esas miserias”. La serie contó con el patrocinio de la Generalitat Valenciana...
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Y luego los del Partido Podrido hablan de la ley de la «Memoria Histórica» como una ley de resentimiento cuando los resentidos son ellos, además de los herederos (hijos y nietos, naturales o no, reconocidos o no) de los vencedores
Pues eso. A los adalides de no remover el pasado y reabrir heridas les preguntaría qué les parece la avenida de Joseph Goebbels, o la plaza de Hermann Göring. Mientras siga existiendo una sola avenida del Generalísimo, o plaza de José Antonio, o calle General Mola, mientras quede un sólo asesinado abandonado en una cuneta, este país seguirá sin ser una democracia. Así de sencillo.
Aquí sí que hacen falta reformas estructurales. Saludos.
Yo lo siento, pero cada vez que leo las famosísimas comparaciones con Alemania o Italia («se imaginan una Plaza de Adolf Hitler en un pueblo alemán…») pienso lo mismo. Ocurre que la página del nazismo alemán y del fascismo italiano no la cerraron ni alemanes ni italianos, sino los aliados, derrotándolos en una guerra mundial y provocando un cambio radical de régimen. No fue el caso español; a los aliados les pareció estupenda la dictadura franquista. Así que fuimos los españoles los que tuvimos que pasar página por nuestros propios medios, con nuestro dictador muerto en la cama e intentando –manías nuestras– que no hubiera que ganar otra guerra para pasar a una democracia. Los sectores que apoyaron a nazis y fascistas en Alemania e Italia (que los había, y bien amplios) no fueron derrotados por los demócratas de sus países, sino por las tropas extranjeras; y si no desaparecieron (no se puede erradicar a la gente), al menos quedaron políticamente fuera de juego durante un tiempo (no es eterno, como se ha visto en Italia con el imperio berlusconista-neofascista). En España se ha hecho de otra manera, forzados a no marginar capas amplias de la población, apoyaran o rechazaran al régimen franquista. Y eso tiene costes, lo de las plazas es uno de ellos, pero los caminos de los aliados, y de la propia Historia, son así de inescrutables. Habrá que irlos corrigiendo (y espero que las plazas a la gloria de Franco y su cuadrilla se vayan extinguiendo más temprano que tarde), pero ya vale con acomplejarnos frente a italianos y alemanes.
Soy de Cervera de los Montes, vivo en la Calle José Antonio y en mi DNI en la parte de atrás aparece Calle Enmedio. En 2003 hubo un acuerdo de pleno para recuperar los nombres de las calles anteriores al franquismo que se apoyó por la mayoría absoluta del PP. No obstante, la derecha gobernante se curó en salud poniendo el callejero con subvenciones europeas que en caso de quitar las placas había que devolver. Comparto tu reflexión y el asco que me produce una callejero así, en un pueblo donde hubo matanzas masivas por los fascistas.
Crematorio y azulejos y placas recordatorias del franquismo en una misma frase.
A ver una cosa. La avenida General Merry estaba dedicada al padre (Merry Ponce de León) del general Merry que tomó parte en el alzamiento franquista y la posterior división azul. Por tanto retirar su nombre del callejero era una aberración, pues no tuvo nada que ver con estos sucesos. ¿Que por ser militar y matar gente y eso también hay que quitarle la calle? Perfecto pero no le acusen de cosas que no hizo ni vendan la moto antifranquista porque en este caso no cuela, lo que ha colado es la ignorancia y oportunismo del anterior consistorio sevillano.