Esos pueblos

Como ya le he contado en otras ocasiones, vivo en un pueblo pequeño de Castilla La Mancha, apenas cien habitantes, una escuela, dos bares, una tienda, un río seco, un par de buses al día, las aguas fecales vertiendo en la cañada real... No estamos tan aislados como pudiera parecer: poco a poco notamos la mano del gobierno del Partido Popular. Le pondré algunos ejemplos para que entienda que la reciente privatización del agua potable de la localidad, que no ha mejorado de calidad pero sí ha multiplicado su precio, haya pasado a ser un problema menor.

Hace solo unos días se ha aprobado en esta comunidad la Ley de Medidas Complementarias para la Aplicación del Plan de Garantías de Servicios Sociales en la que, entre otros muchos recortes, se elimina el número mínimo de alumnos matriculados que debe tener un colegio para que los niños de entre tres y once años reciban clase en sus localidades. Antes, la cifra mínima para tener el colegio en marcha era de cuatro alumnos. Se habla de que esa cifra mínima pase a ser 20.  En estas condiciones el colegio de mi pueblo, con una decena de chavales, tendrá que cerrar el próximo año. Autobús, carretera y manta para los pequeños. “Esos desplazamientos no serían gratuitos para  los alumnos de Educación Primaria”, asegura La Tribuna de Talavera.

La mayoría de los habitantes de estos pueblos pequeños son personas muy mayores. El médico, que venía tres días a la semana a pasar consulta, la pasada semana ya solo vino dos: los días siguientes a aquellos en que tiene guardia, ya no le sustituye nadie. “Los ajustes que tiene previsto llevar a cabo el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) a través de la Ley de Medidas Complementarias pueden dejar sin consultas médicas a algunas de las localidades más pequeñas”, advierte La Tribuna de Talavera. Autobús, carretera y manta para los mayores, que si enferman tendrán que desplazarse a Talavera de la Reina o Navamorcuende.

Mi hija va a clases de piano en la Escuela Municipal de Música Luigi Boccherini de Arenas de San Pedro, un pueblo cercano de la provincia de Ávila. Hace unos días nos llamaron para una reunión urgente: quieren privatizar el centro. La alcaldesa no se conforma con el plan de ajuste presentado por la dirección de la escuela, y dice que espera “ideas geniales” para que el centro tenga “déficit cero” y así poder sobrevivir. No dice la alcaldesa que para alcanzar ese soñado “déficit cero” las cuotas de las clases ascenderían a precios inalcanzables para los alumnos.

Podría contarles más cosas, como los recortes para ayudas a dependientes o que la administración debe  cantidades astronómicas a las pequeñas farmacias locales. Pero creo que ya es suficiente. “Más de 4.000 ayuntamiento son económicamente inviables”, aseguraba en portada y a cuatro columnas El Mundo en su edición del lunes 19 de marzo. Acabáramos. Los pueblos sobran, son una antigualla, un gasto innecesario, un lastre para el progreso.

“El futuro está también en el campo y en esos pequeños municipios hacia los que ahora se mira para escatimar recursos, como si no se llevara toda la vida escatimando con ellos”, sentencia Carmen Sánchez-Jara, directora de La Tribuna de Talavera, en su carta del pasado domingo.