La intervención por parte del Ministerio de Economía y el Banco de España de Bankia, confirma lo que algunos llevábamos mucho tiempo anunciando, y recomendando a nuestros clientes, y es que el sistema financiero español, salvo contadas excepciones, está en una situación límite y no merece confianza.
Las sucesivas inyecciones de capital público vía FROB, en el caso de Bankia más de 4.000mill€, cuyos intereses están comiéndose parte del capital, han sido dilapidadas, puesto que el grueso del cáncer no se ha extirpado, es decir el conjunto de activos tóxicos no se han separado del balance, y siguen dentro de él, consumiendo capital. Esta mala praxis, que puso en marcha el PSOE, y ha continuado el PP, incluso a pesar de sus repetidas declaraciones de que no lo haría, muestran la torpeza y la falta de formación financiera que han tenido los dos equipos económicos.
La pregunta, por tanto, es muy clara, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? La historia es simple y está llena de episodios que contradicen lo que debería tener un país que se autodenomina serio. En primer lugar, la falta de previsión de una burbuja inmobiliaria que, a pesar de las advertencias de algunos, se retroalimentó con una política fiscal de vivienda inflacionista, un urbanismo laxo, unos responsables municipales irresponsables, un sistema financiero poco profesional y formado, y ciertamente irresponsable también, y una autoridad supervisora que miró hacia otro lado. Junto a todo ello, los colaboradores necesarios, como han sido las empresas constructoras y promotoras que lejos de cuidar su propia supervivencia a medio y largo plazo, han devorado el negocio de corto plazo, y finalmente unos consumidores ahítos de ilusión monetaria cuyo sueño de riqueza en ladrillo, ha acabado por arruinar muchos proyectos de futuro.
En este panorama, las falsamente llamadas entidades públicas, es decir las Cajas de Ahorro han sido el eslabón eufemísticamente llamado social, que han inundado de créditos, por supuesto al mismo tipo de interés de los bancos hermanos, a tantas familias de rentas medias y bajas, especializándose en vivienda y en financiar caprichos de los responsables políticos autonómicos. Mientras hubo posibilidad de colocar los créditos malos en los mercados nacionales e internacionales y el crédito de los mercados mayoristas fluía, todo era asumible, y así fueron colocando, ante la falta de depósitos, a los sufridos clientes, productos cada vez más sofisticados para cumplir los requisitos de capital. Este doble juego, por un lado hipotecas con ciertas cláusulas complejas para una sociedad sin formación financiera, y por otros productos de ahorro que han terminado por ser una gran trampa para muchos ahorradores, como las preferentes, han sido la tónica, sin que los supervisores, Banco de España y la CNMV hayan intervenido de forma contundente, para evitar las quiebras individuales o la excesiva exposición al riesgo de muchas personas aversas al mismo.
La ruptura de la burbuja inmobiliaria, el desplome de los mercados mayoristas de crédito ha dejado al descubierto las carencias de la gran parte del sistema financiero español, con escasa capitalización, a pesar del sistema de las provisiones cautelares que puso en marcha el Banco de España en la época de Rojo y Mariano Rubio. La cantidad de activos tóxicos acumulados, suelo y promociones enteras sin vender, hipotecas basura, avales cruzados entre demandantes de crédito hipotecario, la superación sistemática de los límites permitidos en el loan to vale han destapado la falta de diligencia del Banco de España, que además ha escondido también buena parte de la información relevante sobre el sector que se ha hurtado a los usuarios, a la sociedad en general. El crecimiento del desempleo, la brusca subida de la morosidad bancaria, y el hundimiento del conjunto del mercado, han provocado que la mayoría de entidades hayan entrado en una fase de fusiones, virtuales primero y reales después, para intentar con la dimensión digerir la ingente cantidad de deuda generada por las entidades financieras y los consumidores. Todo ello mediante la inyección de dinero público, en forma de préstamos y también en forma de aportación directa, en lo que ha sido, sin duda, la peor estrategia posible liderada por los sucesivos gobiernos, y especialmente el Banco de España.
En este contexto, Bankia, con la colusión de varias Cajas semiquebradas, y un Banco, como el de Valencia arruinado, es el mayor exponente de este fracaso de solución al colapso del sistema financiero. La matriz, CajaMadrid, ha estado en el germen de este modelo económico que ha provocado la desviación de actividad desde la industria productiva, hacia el sector inmobiliario, abandonando muchos proyectos que podían haber generado un tejido empresarial e industrial que habría permitido soportar mejor la crisis económica, como han hecho en Euskadi o en Navarra. La mala dirección, tanto del hasta ayer presidente, Rodrigo Rato, como del anterior, Blesa, han demostrado que el modelo de gobernanza, con un Consejo de Administración politizado y alejado de cualquier excelencia profesional, es la gran asignatura pendiente de este sistema financiero. Además, la política de retribuciones ha exacerbado la crítica social y académica, que en un momento como éste, resulta ser una gran afrenta social hacia una sociedad cada vez más empobrecida.
Los resultados conocidos de Bankia 2011, aunque las cuentas no las haya firmado el auditor, revelan que su quiebra está muy cercana, con una morosidad inmobiliaria que supera el 28%. Ante la evidencia de que la intervención es inminente, la solución propuesta por el Gobierno, es una vez más, un gran error. Inyectar dinero, dicen que 7.000-10.000 millones de euros, sin desgajar del balance los activos tóxico, vía préstamos al 8%, seguirá sangrando una cuenta de resultados, que terminará en una venta o una quiebra desordenada.
¿Qué se debería hacer? Claramente, el modelo a seguir es el sueco o islandés, en el que los gestores deben ser despedidos, algo que ha ocurrido con Rato, aunque lo disfracen de dimisión, sacar del balance todo lo tóxico, dejándolo en un banco malo, financiado, en parte, por acreedores, gestores y en último caso bonistas. Sin embargo, este modelo no es del agrado del propio sistema financiero, que prefiere mantener a los directivos, con una retribuciones de escándalo, y también para poder repartirse lo que quede ya saneado con dinero público, y alcanzar el deseado oligopolio financiero al que nos encaminamos.
En suma, la intervención de Bankia, sin participación del Banco de España muy definida, es el fracaso de un modelo económico, pero también es el fracaso de la intervención y supervisión del Banco Central. La inyección de dinero público, mediante más deuda, añadirá más incertidumbre a un sector financiero que ha sufrido la mala gestión pública y privada en salvaguardar las buenas prácticas. La falta de transparencia en toda la gestión de la crisis, la ausencia de una hoja de ruta definida, y la desviación de fondos públicas hacia unas entidades prácticamente en banca rota, son algunas de las rémoras de la gestión de los Gobiernos. Urge, por tanto, que las autoridades públicas, Gobierno y Banco de España, miren hacia Suecia o Islandia, antes de que acaben como los gobiernos griego, portugués o irlandés y que la sociedad denuncie y logre salvaguardar los derechos individuales de una sociedad demasiado dormida.
Las PYMES, dispuestas.
Xosemanuel Galdo-Fonte
Una clase política que después de alcanzar mandato electoral, toma dirección contraria al contenido de sus compeomisos, tan solo se puede definir como un congregado de farsantes, unos charlatanes de feria poco fiables.
La clase política, ese colectivo de transformistas expertos en pintar cuadros fuera de lienzo, como resultado de ese habitual desvarío, terminan embadurnando el panel de la realidad con la brocha gorda de su ineptitud, para luego, tras poner telón a la chapuza, tener el atrevimiento de arrogarse la autoría creativa de una obra de arte.
Es indistinto el estilo pictórico , la estética, la técnica o la idea adquirida; pues en este gremio artístico de saltimbanquis políticos, tan escaso valor tiene la plástica de quien contornea un puño con una rosa o quien bosqueja un cielo con gaviota, toda vez que su carencia, no solo se prodiga en sus fondos sino que igualmente se desliza por el perfil de sus formas.
Pero la versatilidad de estos eruditos de pacotilla, no se para en pinceladas, llegando con su extravagancia enfermiza a convertir el país en el escenario apropiado para dar rienda suelta a la representación de una bufonada descarnada, una sesión continua, donde estos «bien pagaos», intentan camuflar su excedida insuficiencia, repercutiendo la gruesa factura de su mal oficio, sobre unos atónitos espectadores que no logran entender su condición de sujeto pasivo.
Quienes, no reaccionaron ante los primeros brotes de la crisis admitiendo que su origen derivase en metástasis extensiva, quienes tras cuatro años de diagnostico concluyen que el mejor antídoto es matar al enfermo, es evidente que pueden mantener una alianza de intereses y camaradería con los mercados especulativos, pero no resulta ser el plantel indicado, para afrontar de modo efectivo la reactivación de la economía productiva, que es el único revulsivo a los males que padece el país.
Una clase política que después de apropiarse del mandato electoral, rompe unilateralmente sus compromisos con las urnas tomando dirección contraria al contenido de su oferta, tan solo se puede definir como un congregado de farsantes, unos charlatanes de feria poco fiables, para quien la democracia, es simplemente el marco apropiado para garantizarse la indecente exclusividad de sus privilegios, mientras bailan la danza macabra que interpretan los mercados.
Esta clase política por más mensajes subliminales que emitan para satisfacer su egocentrismo, podrán enredarnos con parafernalias bursátiles y rescates bancarios, lograrán desbaratar el país incrementando el esfuerzo fiscal mas allá de la capacidad contributiva de los ciudadanos, alcanzarán el cinismo cercenando las políticas sociales que prometían mantener , sabrán arruinar la estructura productiva del país haciendo lo contrario de lo debido o mantendrán en activo un veto que defendían levantar.
Lo que no sabrán resolver estos inútiles, será como salir de la crisis, como hacer crecer la economía, como crear empleo, pues dichos objetivos tan solo se logran con la intervención decidida del universo empresarial que mayoritariamente conforman las PYMES.
Empresas, que urgentemente deben salir en autodefensa a través de sus órganos de representación, con iniciativas de acción directa y medidas de choque, dirigidas, a poner freno al negativo balance que como consecuencia de las inconcebibles medidas políticas, ocasionó cierres encadenados desde el inicio de la crisis en el 2008, cuya cifra absoluta se eleva a 178 500 empresas lo que llevó implícito la destrucción de 2.985.000 puestos de trabajo, cuyo rescate habrá de tomar preferencia sobre cualquier consideración objetiva, al igual que la reactivación de la inversión pública.
Es innegable presumir, que quienes han sido capaces de llevar a este país a las cotas mas elevadas de su desarrollo, tienen demostrada capacidad para sacarla una vez más del atolladero en el que otros la han sumido.
Es obligado pues, poner fin a la economía imperfecta, no resulta tolerable por más tiempo, mantener activas las políticas sustentadas en el monopolio de los mercados especulativos. La clase empresarial como único exponente de la economía productiva, tiene el derecho de intervenir y el deber de hacerse oír alto y claro, y desde un papel protagonista, participar activamente en la reconducción del país , haciendo valer su vocación inequívoca, que no es otra, que contribuir, a la creación de una sociedad cada vez más próspera tomando por singladura la potenciación de la empresa privada como el elemento mas importante de la generación de empleo y riqueza
Los hechos hablan por si solos , por tanto no hay mas que añadir, tan solo concluir afirmando, que este país ha de someterse a un proceso de mutación inversa, pues es evidente que sobran políticos y faltan empresarios.
http://es.globedia.com/las-pymes-dispuestas
Y sobran politico-empresarios, esa casta que vive de subvenciones públicas y pasan de cargos ministeriales a consejeros de empresas que ellos han privatizado, día si día también. Tipejos como Rato, Alierta, el ministro actual de defensa y tantos otros caraduras cuyo único mérito como empresarios y políticos es el arribismo profesional y repartirse la piñata de lo privatizable. ¿Cuantos de los que se dicen empresarios de éxito han hecho fortuna con concesiones dudosas o directamente delictivas de la propia administración cuando «los suyos» estaban en el poder, desde franco hasta hoy? !Se salva el listillo de Zara y pocos más y con su historia negrísima de comienzo semiesclavistas de empleo precario en aldeas profundas y deslocalizaciones mil!!!