Incitación

En estos tiempos de información a cascoporro nos estamos acostumbrando a ver cosas espeluznantes, capaces de provocarnos náuseas, revolvernos los higadillos y hacer que nuestros intestinos parezcan rellenos de mantequilla. No, no me refiero a las fotos de Mercedes Milá en pelotas en la portada de Interviú. Hablo de algo mucho más terrible. ¿Que no puede haber nada más terrible? Sí, querido lector: la debacle de los informativos de TVE. ¡Nuestros informativos! Esos que pagamos usted y yo para no tener que enterarnos de las cosas que pasan por boca de Lara, Cebrián, Berlusconi, Roures y compañía. Esos que pagamos usted y yo para enterarnos de las cosas por boca de Rajoy.

Tras cinco años liderando las audiencias, los telediarios de mediodía y los de la noche de TVE han perdido su histórico liderazgo: Julio Somoano solo ha necesitado un par de meses para hundir la piragua y ceder la hegemonía lograda por Fran Llorente. El informativo de las nueve de la noche de Telecinco, presentado por Pedro Piqueras, es líder. De verdad. Créame. Se lo aseguro. Por sólo una décima, de acuerdo, pero el informativo presentado por Pedro Piqueras, repito, Pedro Piqueras, es el más visto de España: 14% de media para la cadena de Mediaset y 13.9% para La 1.

En cualquier caso, la culpa no es de Rajoy y su burdo intento de desmantelar la televisión pública y poner los informativos a su servicio. No. La culpa es de Somoano y compañía, los hombres del PP en TVE, que han querido demostrar que estamos equivocados, que siguen siendo periodistas independientes, retransmitiendo las manifestaciones del Congreso. ¡A quién se le ocurre semejante estupidez! Lo cuenta muy bien uno de esos políticos fuera de toda sospecha, el presidente del Grupo Popular en el Parlamento Europeo Jaime Mayor Oreja: “Me parece un disparate que se televisen todos los problemas del orden público con cámaras de televisión, porque incitan a manifestarse”, ha dicho en la COPE.

Mayor Oreja tiene razón. Más incluso que cuando dijo aquello de que “el aborto es algo propio de los bolcheviques y que, junto con la eutanasia, forma parte de las viejas recetas de los totalitarismos que han asolado Europa”. O cuando aseguraba que “frente a la mentira y la calumnia tiene que ganar la decencia de Paco Camps, el más honorable de todos los valencianos y el más honorable de todos los españoles”. O cuando dijo aquello otro de “¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo si hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad?”.

Mayor Oreja sabe que a la gente hay que atarla en corto: un Gobierno como dios manda debe controlar qué emite su televisión. Este engendro audiovisual es sumamente peligroso, puesto que excita la imaginación del telespectador: cuando TVE retransmite una corrida de toros, es muy posible que usted se levante de la butaca y pegue un pase de pecho a la lámpara. O que cuando vea una misa en la tele le entren ganas de sodomizar a un monaguillo. Los medios audiovisuales tienen una capacidad de contagio terrible ¿verdad?

Es la incitación, que diría Oreja. La misma incitación que le hace babear cuando Telemadrid retransmite en directo manifestaciones de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) o de protesta por la reforma de la Ley del Aborto.