PGE 2013: clara apuesta por más recesión y desempleo

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La situación macroeconómica española, en un contexto global de recesión, sigue sin ser entendida y diagnosticada con precisión por el Gobierno de Rajoy, algo que tampoco supo hacer el anterior. Conviene, por tanto, seguir enseñando a los que gobiernan que España está en plena fase de lo que se denomina “recesión de balances”, es decir, un colapso de los distintos sectores económicos provocado por un exceso de endeudamiento privado, que está llevando al sector público a un nivel de endeudamiento que puede llegar a ser explosivo.

Esta situación se pude observar en los siguientes gráficos:

Fuente: elaboración propia y Banco de España

Fuente: elaboración propia y Banco de España

Las cifras muestran la realidad de la situación española. El sector privado atesora un volumen de deuda que supera el 324% del PIB. Por el contrario, la deuda pública apenas supera el 80% del PIB, aunque una parte de esta deuda pública se ha incrementado fruto de la mutualización de parte de la deuda privada. Este montante de deuda, como ha ocurrido en otros episodios históricos, es prácticamente imposible que se pueda repagar, lo que sin duda tienen en mente los inversores que están deshaciendo posiciones en activos españoles. Este mecanismo puede llevar a la deuda española a una espiral explosiva, o lo que es lo mismo, un proceso irremediable de reestructuración de la deuda privada.

La secuencia española, similar a la que está ocurriendo en EEUU, y UK tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, es lo que se denomina fase YIN del ciclo, es decir, los agentes (empresas y particulares) comienzan a reducir drásticamente el consumo para repagar sus deudas, al ahorro se incrementa, el desempleo aumenta con muchas fuerza, las empresas no financieras dejan de invertir, destruyendo el capital invertido, y las entidades financieras reducen masivamente el crédito ante el incremento de la mora y el Estado trata de recapitalizar las entidades a costa del contribuyente. El Estado deja de ingresar, el déficit público se desboca y la deuda pública se eleva, por los estabilizadores automáticos, y también cuando se decide transformar deuda privada en deuda pública. Si el tipo de interés de la deuda supera con amplitud al crecimiento del PIB nominal de la economía, nos enfrentamos a un proceso de quiebra por explosividad del montante de deuda.

Cuando una economía está en esta situación, solo la política fiscal puede ayudar a que no se caiga en una espiral de recesión aún más profunda. Es decir, vía incremento del gasto, rentas salariales o inyección directa de renta a empresas y particulares. Por el contrario, la política monetaria se torna irrelevante, por más que los bancos centrales se empeñen en inundar de dinero el sistema bancario. Pero lo que algunos desconocen, especialmente la corte liberal y neoclásica, es que la demanda de dinero es una variable endógena, y no exógena, y que la velocidad de circulación del dinero no es constante, y responden ambas a la evolución de demanda efectiva, completamente deprimida por la errónea política económica procíclica que impone la UE y servilmente implementa el PP y antes el PSOE. El mejor ejemplo de esta regularidad empírica es que EEUU, y en menor grado UK, han puesto en marcha un proceso de expansión fiscal que está permitiendo crecer lo suficiente para permitir a los agentes pasar la travesía de la recesión de balances.

La respuesta de España a la fase YIN del ciclo, profunda recesión de balances, es un proceso de consolidación fiscal sin precedentes consagrado en unos Presupuestos Generales del Estado para 2013, aprobados en solitario, en los que el gasto se reduce de forma notable, especialmente el productivo y social, todo orientado a cumplir con un déficit imposible, un 4,5% del PIB. Este recorte de gasto, junto a la devaluación interna (salarios, pensiones, rentas en especie), van a ahondar aún más la recesión en la que se ha instalado la economía española. Una reducción del gasto en educación, casi un 82% desde 2008, especialmente en educación compensatoria y becas, en sanidad (3,1%), fomento (13,5%) y fomento de empleo (34,5%) y desempleo (6%), harán que la fase de desapalancamiento privado sea aún más dolorosa, lanzando a una gran parte de la población a la situación de desempleo y exclusión social. El resultado inevitable es que lo que se incrementa con mucha fuerza sean los intereses de la deuda pública, un 33,6%, frente a un supuesto aumento del PIB nominal del 1%. Los resultados de esta política miope y completamente equivocada se perciben nítidamente en los resultados de la EPA del tercer trimestre de 2012. El empleo sigue descendiendo, un 4,6%, el paro alcanza el máximo del 25% de la población activa, la población activa sigue descendiendo y el empleo asalariado indefinido continúa en caída libre. El Gobierno, y todos los españoles, se darán de bruces con el incumplimiento de todas las previsiones de ingresos y gastos, pudiéndose llegar a una caída del PIB del 2,0% en 2012 y un 2,5% en 2013. Con ello, el déficit público cerrará el ejercicio del 7% este año, y en un 7,5% en 2013.

En suma, la pertinaz obstinación en una política económica inadecuada, confiando en la política monetaria y en políticas de oferta caducadas y fracasadas, siguen deshaciendo toda la construcción de una sociedad medianamente justa y cohesionada, fruto del esfuerzo de las políticas socialdemócratas de los 80. El desmantelamiento del sistema público de protección social, la progresiva y creciente desigualdad social impuesta, y la condena para una gran parte de la sociedad, no se justifican por el cumplimiento del déficit público. Si éste -y el anterior- gobierno hubiesen escuchado a muchos economistas alternativos, podríamos haber podido parar la sangría del desempleo y haber ganado tiempo para superar la recesión de balances. Pero la guerra cruenta ente acreedores y deudores en Europa se va a saldar con más 20 millones de desempleados en la UE, algo que alguien tendrá que explicar a las generaciones futuras.

(*) Alejandro Inurrieta es economista y director de Inurrieta Consultoría Integral.

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