Salce Elvira *
Hoy arranca el X Congreso Confederal de CCOO, momento para debatir, actualizar y poner al día la estrategia y los objetivos sindicales para los próximos cuatro años. Este Congreso se celebra en un momento socioeconómico muy difícil para la clase trabajadora y la sociedad en general, crisis que el poder económico y político quiere aprovechar para arrasar los derechos conseguidos con muchos años de lucha y que hemos respondido con tres huelgas generales.
La situación que padecemos es sustancialmente peor que hace cuatro años: seis millones de personas en paro, con los jóvenes como sus principales víctimas; aumento espectacular de la pobreza y la exclusión social (44% de la población vive en hogares con ingresos inferiores a 12.000 euros anuales, con un aumento desde 2007 del 86%), a lo que se une el recorte de derechos laborales producto de las tres últimas reformas del Estatuto de los Trabajadores, que han destruido la mayoría de las conquistas de la clase obrera, además de los ataques sistemáticos al derecho a la sanidad, educación o la vivienda. En definitiva, se está produciendo un aumento gravísimo de las desigualdades y de la injusticia que pone al país al borde del abismo, lo que exige políticas valientes, claras, urgentes y a la ofensiva.
Se confirma que, a medida que se despojan las conquistas sociales y aumenta el malestar de la mayoría de las personas, el Estado necesita aumentar la represión ante los que se movilizan, como lo están demostrando las sanciones y condenas producidas a raíz de las manifestaciones y huelgas legítimas, a las que deberemos responder contundentemente en defensa de las libertades democráticas.
Esta situación exige del movimiento sindical, y en especial de CCOO, poner al día su estrategia, nacional e internacional, actualizando los medios, objetivos y formas de trabajo, tanto externa como internamente, así como los mecanismos de participación, debate y toma de decisiones, lo que también incluye plantarle cara al modelo de Europa que nos están imponiendo y aplicar aquí una política bien distinta.
Tenemos una organización con algunos vicios y costumbres adquiridas a través de los años, a las que no ha sido ajena la etapa de crecimiento económico, que se pensaba iba a ser indefinido, un periodo de bonanza que no fue aprovechado para ampliar el poder sindical, distribuir más justamente la renta y aumentar el estado de bienestar: Se aceptaron sacrificios desequilibrados, con recortes en el mercado de trabajo, congelación de salarios, abaratamiento del despido, pensiones, reducción de cuotas empresariales, etc., que se han demostrado ineficaces para la creación de empleo y mejora de las condiciones de trabajo, experiencia que se debería tener en cuenta para el futuro.
Con relación al funcionamiento interno, desde el último Congreso, y por primera vez en 12 años, la dirección confederal ha recogido la pluralidad existente en el sindicato, incluido el sector crítico, lo que ha ayudado a cohesionar y avanzar tanto interna como externamente. Y como consecuencia de este periodo tan complicado que nos ha tocado vivir también ha habido diferencias que determinaron nuestro voto en contra respecto algunas decisiones y acuerdos que se han tomado en estos cuatro años, algo que estoy convencida enriquece a una organización
Así, el Acuerdo de Pensiones suscrito a principios de 2011 contó con nuestro rechazo. La lógica en la que se basa el mismo, retrasando la edad de jubilación, ampliando el periodo de cálculo y reforzando criterios de contributividad suponía un recorte importante en las futuras pensiones, lo que provocó una desafección importante con colectivos que tuvieron gran presencia en la huelga general de septiembre 2010. Algo similar ocurrió con el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2012-14, que supuso la aceptación de un importante sacrificio salarial, que no fue tenido en cuenta, ya que el Gobierno legisló a los dos meses en contra de sus contenidos más positivos, lo que posibilitó el incumplimiento de la patronal y ha dificultado la negociación colectiva durante todo el periodo.
Queda mucho camino por recorrer y multitud de retos que debe afrontar el movimiento sindical. En este contexto, la política de alianzas debería jugar un papel primordial. La defensa de lo público: sanidad, enseñanza, protección social, exige la mayor convergencia posible con plataformas y “mareas” en las que participen todos los colectivos, con especial atención a los jóvenes, sin sectarismo ni protagonismos exclusivos.
También es cada vez más necesario que las organizaciones, especialmente CCOO, fomenten la participación de los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones y acuerdos fundamentales que se adopten, así como el trabajo colectivo de los órganos de dirección a todos los niveles. Respetando todas las sensibilidades existentes: soy una firme convencida de que la pluralidad democrática enriquece y fortalece a las organizaciones y las direcciones que la practican.
En definitiva, la gravedad de la situación, donde a la crisis económica y social se añade el descrédito de la política, una corrupción demasiado generalizada, aumento de la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones, incluidos los sindicatos, exige luchar por una sociedad y un mundo mejor, cambiar la correlación de fuerzas, defender los derechos sociales y laborales y vencer las políticas neoliberales. En este contexto, la acción de CCOO será decisiva. Espero y confío que entre todas y todas lo logremos.
La voz de Salce, siempre clara y siempre necesaria. Ánimo