Por qué ha fracasado Rubalcaba

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Jesús Cuadrado *

“Me cegó la posibilidad de sacar a un acosador de la vida política”. Esa sentencia, pronunciada por el número tres del PSOE cuando lo de Ponferrada, podría ser perfecta para un fin de etapa, para una canción de despedida. Pero, no; el número tres sigue en su puesto y, aún peor, el número uno, el líder, lo ha explicado como un error, gravísimo en su apreciación, corregido con el valor del reconocimiento. El de Oscar López pude ser calificado de error pequeño o grande, el del líder es, sin duda, colosal. Es decir, con Ponferrada como síntoma, Rubalcaba decide renunciar a cualquier opción de ejercer como líder a cambio de la continuidad de su número tres en el empleo.

Se dice que un líder, a diferencia de un gerente, de un empleado de la empresa, debe contar con la cualidad de la “inteligencia contextual”, es decir, con la capacidad para “leer el partido”, como un Ronaldo o un Messi. Para el caso que nos ocupa, el escenario que hay que interpretar es el de la España de 2013, en situación crítica como en pocas ocasiones en su historia, con unos ciudadanos que no le pasan ni una a una clase política que pretenda seguir con una actitud de casta, que denuncie comportamientos inaceptables si se trata de los adversarios, pero los justifique si afectan a la cofradía propia. Que no soportan que sus políticos antepongan sus intereses a los del conjunto del país. En ese contexto, un líder no hubiera dudado a la hora de optar entre la credibilidad de su partido y el futuro laboral de su número tres. Un líder.

La ausencia de un liderazgo reconocido en el PSOE no es una cuestión que afecte sólo a sus militantes; plantea, sobre todo, si la salida de esta grave crisis cuenta en España con una alternativa socialdemócrata, si el Partido Socialista es algo más que una plataforma reivindicativa, si es un partido de gobierno. Y para eso, sin resolver la cuestión central, la carencia básica de liderazgo, de poco servirán no se cuántas conferencias, “como nunca antes hizo un partido político en España”, o el encargo académico de renovación de “ideas”. Si lo que observan los ciudadanos es que Rubalcaba, tan necesitado de crédito en la opinión pública, con más de un 90% de rechazo, ante una de esas ocasiones “de libro” para la afirmación de un liderazgo alternativo, desaprovecha la ocasión en beneficio de la lealtad al grupo, a la “organización extractiva”, fin de la cuestión. Y que pueda desaparecer la opción socialdemócrata, tan necesaria en el país, no resulta increíble si se mira hacia Grecia. Así que, cuando no se es capaz de ver el bosque, de poco sirve seguir contando árboles.

Para el futuro del PSOE, el mayor problema está en quienes bloquean el cambio imprescindible que necesita el partido. Rubalcaba nunca entendió que el tipo de crisis a la que se enfrenta el Partido Socialista no es una crisis rutinaria, que se resuelve con las fórmulas habituales; es una crisis nueva, la más seria desde Suresnes, y paralela a la que vive un país necesitado de profundos cambios políticos e institucionales. Y no se resuelve ese desenfoque tratando a los sectores críticos como desleales, resentidos, rencorosos, o recurriendo, en un partido que procede de la Ilustración, al principio retrógrado de “los trapos sucios se lavan en casa”. Cuando Rubalcaba  dice que “la parroquia” tendrá que acostumbrarse a verle al frente del PSOE durante los cuatro años que toca, la pregunta obligada es “¿pase lo que pase?”. Si eso significa que desaparece la socialdemocracia como opción de gobierno en España, ¿no importa?

Que Rubalcaba no identificó el cambio no rutinario al que se enfrentaba el PSOE fue muy evidente en el Congreso de Sevilla. Allí, con prepotencia suicida, convirtió un resultado de apoyo de la mitad del partido en un control del 100%, optó por lo contrario a la suma cuando más lo necesitaba el país, y el PSOE. Un líder hubiera sido capaz de “leer el partido”; Rubalcaba aplicó las recetas habituales, primando las visiones de grupo sobre las del liderazgo. Ahora, aún para quienes creen en los milagros, la posibilidad de recomponer un liderazgo creíble en las actuales condiciones es, como se sabe, imposible. Y esta no es una de esas cosas que cura el tiempo, al contrario, sólo la puede empeorar.

Se suele recurrir en la actual dirección del PSOE a la “herencia” como explicación de la pérdida de apoyo electoral. Pero, si se observa el caso de Ed Miliband, líder del Partido Laborista del Reino Unido, no parece tan claro. Hoy, el nuevo líder laborista, con una “herencia recibida” en condiciones similares, es el líder más valorado y los laboristas cuenta con un respaldo en las encuesta de más del 40%. No conviene engañarse. Cuando Rubalcaba se hizo con el control del partido, impedidas las primarias, el CIS concedía al PSOE, en agosto de 2011, una intención de voto del 38%. Lo que ha ocurrido después y, peor, la tendencia que se comprueba, exige una actitud de máxima lealtad para hacer posible que el PSOE, la única opción socialdemócrata con la que cuenta España, tenga alguna posibilidad de recuperación. Cuestión de liderazgo.

(*) Jesús Cuadrado (Castroverde de Campos, Zamora, 1952) Fue diputado del PSOE de 2000 a 2011.
5 Comments
  1. Carmen says

    Lo que una secta de oportunistas y aprovechados están haciendo con el PSOE no tiene nombre. Ni cabeza dirigente ni organización fuerte ni programa coherente.

  2. Luis Requena says

    El nuevo liderazgo no puede venir del otro 50% de Sevilla, que acarrea los mismos lastres que la opción que ganó. El nuevo liderazgo tiene que surgir desde abajo, algo que se impidió a propósito al convocar el congreso con aquella premura, dejando como únicas alternativas a dos miembros de establishment. La regeneración tiene que venir de la generosidad y la actitud de quienes tienen que anunciar ya su marcha, y de los debates de la conferencia política. Es de estos debates de donde tiene que aparecer un nuevo liderazgo sin ataduras, a quien no se le pueda echar en cara su pasado, alguien que intente recomponer los vínculos de mutua confianza entre electo y elector que a día de hoy están hechos añicos, y que va a tener que romper con siglo y medio de inercias, por que estamos ante unos nuevos tiempos. Quien piense que puede volver al statu quo de antaño, que se vaya olvidando.

  3. paco otero says

    ¿donde esta su responsabilidad en la situación actual del partido?… Sr. Don Jesús Cuadrado.
    nota:
    la época (al menos en la izquierda)de los héroes,lideres ídolos ha pasado,solo queda entre algunos periodistas actores de tv,etc.

  4. Antonio says

    Señor Cuadrado, estoy totalmente de acuerdo con usted en que el PSOE necesita un cambio de liderazgo, pero también quiero decirle con toda sinceridad que lo tenemos claro si hay alguien que piensa que Carmen Chacón, a quien usted votó en el Congreso de Sevilla, es la persona adecuada para llevar a cabo esa renovación. Por otra parte, y más importante si cabe que el cambio de líderes, es la articulación de un programa político y económico creíble y, sobre todo, realizable, del que el PSOE carece en este momento. Una cara nueva puede servir de enganche entre el partido y la sociedad para que, por lo menos, a la gente le interese algo lo que provenga del PSOE, pero si el nuevo y fresco líder va a estar quemado dentro de tres meses, para eso es preferible que continúe Rubalcaba. Acuérdese de que dependemos de Angela Merkel para casi todo, y ésa es la mayor desgracia que tenemos. Saludos.

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