El muro

Si eres periodista y quieres estar en la pomada tienes que ir acostumbrándote a hablar de El Muro. Puedes estar a favor o en contra, eso es lo de menos. Lo importante es que hables, que comentes: ¡recuerda lo bien que se ganan la vida los tertulianos! El muro es cool. El muro de pago de los diarios digitales, se entiende. El muro de pago consiste en que el lector que hasta ahora entraba gratis en las webs de los diarios, comience a pagar por los contenidos. El muro es la última genialidad de las grandes empresas de comunicación para recaudar algo de dinero, y minimizar una crisis de publicidad, ventas y lectores que les está devorando.

Lo que no saben los grandes medios, o fingen no saber, es que el muro no es cosa nueva: lo levantaron ellos mismos hace tiempo. No el muro de pago, sino el muro que les separa de sus clientes, los lectores. Apostaron por crecer desmesuradamente, por mantener los elevados sueldos de la parte noble de las redacciones, por invertir en cadenas de televisión ruinosas, por mirar para otro lado y no tomar decisiones, por aferrarse a sus privilegios… Cuando llegó la crisis solo se les ocurrió reducir tanto las plantillas como la calidad del producto: estaban colocando los últimos ladrillos de la tapia. Hoy el muro se ha convertido en una muralla, con los medios a un lado y los lectores al otro.

El muro es un dique en el que se atasca el periodismo. Le cuento todo esto porque acabo de leer en Orbyt, la plataforma de pago de El Mundo, la columna “No hay paro” de Salvador Sostres: “En España se puede trabajar si tienes ganas de hacerlo… No es que haya paro, es que hay pánico. Pánico a tenerse que esforzar, pánico a arremangarse, terror a afrontar el propio destino, vértigo a levantarse como un hombre”. Para leer semejante basura se supone que hay que pagar 0,89 euros (9,99 por la suscripción mensual). ¿En esto consiste el proyecto que Pedro J. lleva meses vendiendo como la salvación del periodismo? Bazofia a precio de información. El muro.

El lector bosteza. Los grandes medios ya no tienen nada que ofrecerle, excepto decadencia y aburrimiento. Tenía razón Juan Luis Cebrián: son muertos vivientes. Zombis que intentan sobrevivir vendiendo cadáveres: la insoportable campaña de publicidad encubierta de El País con los Beatles, para promocionar una reedición de los cd´s que se venden los domingos con el diario, es un buen ejemplo del deterioro de un medio que fue grande. Subproductos como ABC o La Razón son ya irrelevantes: su muro tendrá forma de lápida.

Se habla mucho de la crisis de la prensa, de la muerte del papel, del cierre de periódicos, de los cientos de periodistas en paro, de los problemas con la publicidad en las web... Pero se habla muy poco de que los grandes periódicos, digitales y de papel, son cada vez peores. Un muro les impide ver esta trágica realidad.