Pedro Costa Morata *
Insistiendo en su rumbo de provocaciones, la Universidad Católica de Murcia (UCAM) ha anunciado que investirá doctor honoris causa a Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, desafiando en esta ocasión –a más de la ética universitaria– a los derechos pisoteados del pueblo palestino y, en general, a las innumerables víctimas de un Estado y una política que medio mundo consideran agresivos y racistas, y que millones de personas califican de criminales y terroristas; incluyendo esa importante población cristiano-palestina que, como el resto, vive ocupada o expulsada, perseguida o reprimida, saqueada o empobrecida.
Distinguir, pues, al primer ministro del Estado de Israel con honores universitarios no se justifica de ninguna manera moralmente homologable. Ni –como se argumenta– por el interés de conseguir sus favores en el establecimiento de relaciones académicas con universidades israelíes ni –motivo adicional que también se maneja– por la aparente coherencia con el desarrollo de la cátedra que la UCAM dedica a Estudios sefardíes, asunto loable y digno pero sin relación con la historia ni la estructura del Estado de Israel; y tampoco Netanyahu pertenece a la rama sefardí del judaísmo.
La UCAM, que inició sus actividades en 1997, acoge actualmente a unos 12.000 alumnos, con cinco Facultades y una Escuela politécnica, que prácticamente en todos los casos han creado polémica y han sido recibidas como perjudiciales por las dos universidades públicas existentes en Murcia: la histórica y la politécnica. En esta impetuosa marcha el favor de las administraciones públicas del PP –la regional y la estatal – ha sido evidente, y con ello ha quedado claro que el rigor académico no es, ni con mucho, su principal objetivo. La designación de Murcia como sede, sin embargo, sí parece haber sido una elección científica: en esta región el PP se enseñorea desde hace casi dos décadas acogiendo todos los conservadurismos, con altísimo respaldo en las urnas (que llega al 60 por 100) y usura consecuente de su poder; la UCAM sabe y comprueba que, al menos por lo que a la Administración regional se trata, su camino no presentará obstáculos.
La UCAM es criatura de la ruidosa y arrogante personalidad de José Luis Mendoza, destacado miembro de la secta ultra católica de los Neocatecumenales, conocidos como “kikos”, que parece disfrutar con estos enfrentamientos, seguro de su poder dentro del catolicismo oficial. Y ni la humildad ni la prudencia destacan como sus virtudes más destacadas: se jacta de tener “línea directa con el Papa (con el anterior, veremos qué pasa con éste) y con 40 cardenales”… así como de dirigir sustanciosos cheques al Vaticano, que él mismo cifra “en 49 millones de euros en quince años” (óbolos nada secretos, desde luego, que incluso fueron conocidos por la opinión internacional cuando al Cuervo, aquel mayordomo desleal del anterior papa, se le incautó un cheque de 100.000 euros procedente de la UCAM). Mendoza se comporta como un sobrado conquistador en tierra fácil, donde sabe que otros le despejan el camino y guardan sus espaldas.
Contra su decisión de honrar a Netanyahu se ha alzado el embajador de la OLP en España, Musa Amer, quien en muy cuidada misiva ha hecho ver a Mendoza lo injusto del homenaje proyectado, teniendo en cuenta el carácter sistemáticamente violador de los derechos humanos y las resoluciones internacionales del Estado de Israel y del propio Netanyahu, aludiendo incluso a ciertos comportamientos hostiles hacia los cristianos. Por su parte, miembros de sectores críticos murcianos, alarmados y dispuestos a impedir este atropello a la universidad en general, han informado de la iniciativa a la Nunciatura en España, con lo que los nuevos responsables diplomáticos del Vaticano quedan advertidos del dislate.
No se espera, conociendo al personaje, que vaya a modificar sus planes por sí mismo, ya que en su conducta se viene afirmando un permanente deseo de tentar al diablo, de exhibir descaradamente sus poderes y de constituir piedra de escándalo en lo universitario y –visto desde fuera de su mundo– hasta en lo católico. Mendoza sigue, con su organización ultra y su universidad perturbadora, el molde y el modelo de las sectas llamadas “evangélicas” de estirpe norteamericana, que corroen y alienan a cada vez más población, por ejemplo, en Latinoamérica. Maestros del embaucamiento, estos neocatólicos de ideología integrista global (que incluye en lo económico un neoliberalismo procaz) exaccionan a sus fieles con el diezmo medieval, para compensarlos con mitos y consuelos que incluyen la salvación eterna… poco menos que a la carta. Como en Latinoamérica, persiguen compactar un bloque de intereses que consolide y expansione su propia ideología, y para ello la secta religiosa crea su propia universidad (aquí, la UCAM), su propio partido político (que en este caso no es necesario, disponiendo del PP a su antojo) y sus medios de expresión (de esta universidad se dice que anda tanteando la posibilidad de adquirir un periódico, pero de momento se conforma con financiar un equipo de baloncesto de primera división y de exhibir a atletas de prestigio como alumnos o patrocinados). Es la universidad espectáculo, una central de propaganda con la educación superior como pretexto.
Esta estrategia mediática cuenta con Netanyahu y con el Estado de Israel, primer y principal generador de extremismos (incluyendo muy especialmente el islámico) y con su carga excepcional de crímenes sin cuento. Y con peones bien escogidos por su significación y utilidad. En primer lugar, el cardenal español Cañizares, prefecto vaticano de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que ya ha acompañado a Mendoza en su visita a Netenyahu para hacerle objeto de la invitación a la solemne investidura; también figura en este grupo Silverio Nieto, jurista de la Conferencia Episcopal Española y director de la cátedra de Relaciones Iglesia-Estado y Derechos Humanos, de la UCAM; y el ubicuo José María Aznar, que a su integrismo estructural (¡y rampante!) añade en esta ceremonia tan grotesca dos notas complementarias: el anti-islamismo y el pro-israelísmo; a Aznar, que dirige la cátedra de Ética Política y Humanidades de la UCAM, se le reserva el papel de padrino en ese acto miserable.
No se deben ocultar los llamativos rasgos antievangélicos del homenaje a Netanyahu. En su acometida anti-universitaria, mezclada con la frivolidad y el oportunismo, Mendoza pretende dar lecciones –de gestión universitaria, de espíritu empresarial, de vanguardia docente…– a todos, incluyendo muy especialmente a las otras universidades católicas asentadas en España desde tiempo atrás, cuya confesionalidad no ha afectado a su prestigio académico. En su burda mezcla de lo sefardí y lo israelí, pretende incrustarse en la órbita de ese mundo de intereses político-internacionales tan criticable como peligroso. El dirigente de la UCAM parece regirse por su propio guión moral, y hasta por su propio evangelio, con esa conducta obviamente ajena al mensaje cristiano prístino y tan minuciosamente perturbadora, satisfecho a ojos vista de los problemas que genera y los escándalos que provoca. Todo un ejercicio consciente de hipocresía militante y de insulto a lo universitario, lo político y lo ético.
con esto y con los de la publica: «honoris causa al señor arafat», estamos arreglaos con poca ropa.
No es ético que una universidad católica honre a una persona que viola el derecho internacional.