El Buñuel definitivo de Max Aub

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Agustín_García_SimónSi después de ver su cine, alguien tuvo alguna duda del talento, genio, sinceridad, sencillez y humanidad auténticas de Luis Buñuel (1900-1983), es más que probable que la disipara después de leer sus Memorias (Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982), uno de los libros más emocionantes de este género, tan dado al escamoteo y la simulación a posteriori, precisamente por su franqueza apabullante. No mucho tiempo después, en 1985, la editorial Aguilar publicaba el libro de Max Aub, Conversaciones con Buñuel, que recogía, además de otras entrevistas con familiares y amigos, una parte del material extraordinario (miles de hojas mecanografiadas o escritas a mano, grabaciones, etc.) que el escritor y amigo del cineasta había dejado tras su muerte en 1972 a propósito del atractivo proyecto que le ocupaba: una gran biografía sobre Luis Buñuel, que debería ser en realidad la “novela” de tan atractivo personaje. Han tenido que pasar más de cuarenta años para que ese precioso material inédito, depositado y felizmente conservado en la Fundación Max Aub de Segorbe (Castellón), haya sido ordenado cuidadosamente por Carmen Peire y editado por la editorial granadina Cuadernos del Vigía. El resultado: una obra impresionante, Max Aub, Luis Buñuel, novela (2013),  fundamental ya mismo no sólo para el conocimiento de la persona y obra del aragonés universal, sino de toda una generación, y su contexto político, cultural y artístico, que fabricó la mayor ilusión española del siglo XX, la II República, y vio al poco cómo sucumbía en la más atroz de nuestras guerras civiles, dejando abierto un ominoso camino de desolación y desesperanza.

A lo largo de más de seiscientas páginas de una edición a dos tintas bastante cuidada, Max Aub, uno de los mejores y más lúcidos escritores españoles del siglo XX, pergeña en torno a una larga entrevista, suma incompleta de las conversaciones grabadas en años, el marco, escenarios y personajes fundamentales que harán del retrato definitivo de Buñuel la referencia más creíble de un personaje y un tiempo violento, complejo y fascinante, como fue la primera mitad del siglo pasado. Aub, con esa agudeza que afila todavía más, si cabe, ese tipo de escritores obsesionados por la verdad, nos ha dejado en esta “novela”, además, las claves profundas de la radiografía de su época, de su propia vida; las huellas indelebles que solo la literatura eleva por encima de la Historia, porque para él, mejor que los documentos para conocer a alguien o algo, son las historias, los testimonios, los cuentos, las anécdotas que genera una persona o un hecho; y porque, en definitiva, está convencido de que “a lo que más puede aspirar la Historia es a ser una buena obra literaria”. Despejado el campo, el objetivo -verdaderamente conseguido en el libro- no es otro que llegar no a la perfección del retrato en sus formas, sino al sentido profundo de su ser y sus expresiones, a la línea moral que explica la obra de Luis Buñuel y muestra el porqué de su comportamiento y de su cine; para lo cual hay que iluminar con el mismo tino y capacidad el ambiente determinante de su época, de la que es inseparable. Pero Max Aub, como todos los grandes, no tiene ningún problema en predicar con el ejemplo de la duda y del escepticismo acerca de su propio trabajo, esta mezcla de entrevista, ensayo y brillante análisis reflexivo, entre la historia, la literatura y el arte que configuran el primer tercio del siglo XX; por eso escribe: “Ahora bien, antes de que los lectores tomen cuanto digo por cierto, así haya sido yo autor del suceso, pónganlo, por si acaso, en cuarentena”.

Dos vidas coetáneas, unidas por una estrecha amistad, en un tiempo que arrebató para siempre la paz y la seguridad burguesas, tan minuciosamente conseguidas a lo largo de todo el siglo XIX, y que la I Guerra Mundial hizo saltar por los aires, dando paso al verdadero signo del nuevo siglo: la seducción de la Revolución en todos los órdenes y la concepción totalitaria de la política y de la existencia, que el frenesí revolucionario llevaba en su seno, como el arma definitiva que derribaría el viejo liberalismo y la democracia burguesa nacidos de la Ilustración. La irrupción de la obra de Freud y el hallazgo de la fórmula de Einstein harían añicos el viejo escenario, que había que recomponer en adelante de una manera completamente nueva, iconoclasta, con el choque violento de una vanguardia revolucionaria, de modo que el mundo nuevo fuera completamente distinto y mejor que el anterior, y para siempre.. Ese es el cauce que aprisiona la vida, hechos y obras de estos dos personajes que en este gran libro se retratan, analizando el mundo que les rodea y del que no podrán escapar. Pero en el compromiso político, indudable, de los dos hay un matiz no pequeño que los diferencia y explica su particular trayectoria y el alcance y profundidad del retrato personal que de Buñuel hace en esta obra, de manera definitiva, Max Aub. Éste lo advierte de manera explícita en su “Prólogo personal”: “Nuestra diferencia fundamental reside en lo político. A él le importa más la justicia que la verdad. No a mí. Si fue o no comunista es un problema que no me atañe, que no he resuelto ni me importa. Estuvo sin duda al servicio de los comunistas; comunistas fueron y son sus mejores amigos y como tales -como amigos- tan importantes para él como para mí. Fui y sigo siendo, desgraciadamente, socialista, es decir, mucho más liberal que él. Tanto monta: a ambos nos fue muy mal”.

Imagen del libro editado por 'Cuadernos del vigía'.
Imagen del libro editado por 'Cuadernos del vigía'.

Sin duda, es esa parte más liberal la que le permite a Max Aub ahondar en la esencia de las cosas, que aquí es decir en las grandes y muy variadas contradicciones de un personaje, por lo demás entrañable, modélico en mantener por sistema la coherencia de su pura incoherencia: “yo soy antifanático, fanáticamente”, dirá el propio Buñuel. Y no es cierto que a Max Aub no le importe la relación de Buñuel con el comunismo, al contrario (página 307): “El problema de Luis Buñuel y su relación con el comunismo soviético ha sido de los que me ha producido más incertidumbre en la búsqueda de la verdad acerca de él y su obra (…) Era para mí cuestión esencial desentrañar lo más cercano a la verdad”.  La importancia de un aparente matiz diferencial (la justicia, la verdad, la libertad) que a la postre, se convierte en fundamental; una constante en la vida de muchos de aquellos famosos personajes de los años treinta, que buscando la justicia, sacrificaron la libertad y ocultaron la verdad, como el propio Aub expresa, resumiendo, la vida de su muy querido amigo: “A este combate a favor de la justicia -sin tener en cuenta la libertad más que muy contadas veces- ha dedicado Luis Buñuel su muy burguesa vida”. En todo caso, una vida a la que no agradeceremos bastante su talento, valentía y franqueza, ahora de nuevo plenamente revividos, gracias a esta obra imprescindible para la cultura española.

(*) Agustín García Simón es escritor y editor.
2 Comments
  1. carmen peire says

    Muchas gracias por tu artículo, de verdad, de corazón.

  2. carlosg says

    Se agradecen artículos como éste, muy por encima de la media.

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