España caníbal

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Concentración convocada ayer por el movimiento 15-M, delante del ayuntamiento de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra, en protesta por la muerte de tres miembros de una familia por supuesta intoxicación alimenticia. / Raúl Caro (Efe)
Concentración convocada ayer por el movimiento 15M ante el ayuntamiento de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra, en protesta por la muerte de tres miembros de una familia por supuesta intoxicación alimenticia. / Raúl Caro (Efe)

Por esas cosas de la vida, y de la muerte, los ciudadanos nos hemos enterado el mismo día de dos acontecimientos relacionados con la alimentación de enorme importancia. El primero, la pasión de Miguel Blesa, todo un sibarita, por las delicatessen gastronómicas. El segundo, la muerte de tres miembros de una familia de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) por una supuesta intoxicación alimentaria. En el caso del presidente de Caja Madrid se hablaba de caviar y Vega Sicilia, mientras que en el caso del matrimonio y sus hijas se especuló con que podría tratarse de comida caducada. Un portavoz de la familia ha asegurado que no cogían alimentos de la basura. Es posible que el causante de las muertes sea una toxina de una conserva en mal estado.

Es bien sabido que eres lo que comes. La familia de Sevilla son tres números consecutivos en el tanatorio. El tío Micky, que es como llamaba a Blesa su sobrino, es tres números cero consecutivos. Los del más exclusivo de los caviares: Beluga Royal 000.

“He hablado con SAEID... y me dice que encantado que le llames y te lo acerca a casa”, se puede leer en un correo que le envió a Blesa su secretaria. “Tiene el Sevruga -170.000 pts/kg. Pero nos aconseja el Beluga Royal 000 (máxima calidad de caviar) que en la calle lo vende a 700.000 el Kg, pero a nosotros nos lo deja en 240.000 Pts/Kg (merece la pena) pero que no lo digamos a nadie. Cómprale 1/4 de cada y pruebas...”.

Cuarto kilo de Beluga Royal 000. ¡Con la sed que dan esas huevas de 3 mm de diámetro, azul aceradas, del esturión Husu Huso, las más grandes, sabrosas y caras del mundo! Habrá que remojar el reseco gaznate con algo de vino... Ildefonso José Sánchez Barcoj, ex director financiero de Caja Madrid, escribe este correo a Blesa en 2007: “tal y como hablamos, hemos hecho una pequeña bodega para acompañar convenientemente las "excelencias" de nuestra cocina [le adjunta dos cartas]. La primera es una carta especial para tu uso, y la segunda para uso de los miembros del Comité de Dirección. A ti te actualizaremos todas las semanas, y a los directores se la entregamos cuando piden la comida. La diferencia es que en la tuya hemos incluido algunas exquisiteces (no todo va a ser ratio de eficiencia), tipo Vega Sicilia, Valbuena, ya habituales y Chateau D'Yquem. También te hemos hecho una selección de buen champán. Un saludo”.

En esta España cada vez más caníbal hemos conseguido algo que parece imposible: una convivencia armoniosa y feliz entre ricos y pobres, entre gordos y famélicos, entre gourmets y desnutridos. Usted puede salir de cenar opíparamente en un restaurante con estrellas Michelin y ver cómo, a pocos metros, una manada de seres humanos saquea un contenedor de Mercadona. Y no pasa nada. Tranquilo. No le quitarán ni el Rolex ni el iPhone, ni le arrancarán los higadillos para comérselos crudos. Como mucho le mirarán desconfiados, por el rabillo del ojo, pensando que quizá tengan que compartir el botín y pasarle unos yogures Cañete. Son inofensivos. Usted podrá alejarse tranquilamente, dejándoles de recuerdo un regüeldo de carabineros caramelizados con eneldo y foie.

Los españoles tenemos que estar muy orgullosos de esta pacífica coexistencia de hambrientos y saciados, de honrados y ladrones, de  salarios sociales y sobres de dinero negro. De bancos de alimentos y princesas como Elena, que celebran su cumpleaños con 1.400 euros de sushi (pagados con dinero público). En no todos los países con semejante dolorosa desigualdad se viviría una paz social como la nuestra. Celebrémoslo como se merece: ¡con una comilona navideña!

Yo le recomiendo una cena de empresa caliente. El Club Social La Moraleja, discoteca con ínfulas de restaurante, ofrece a sus clientes dos menús, de 35 y 50 euros, con la clásica tabla de ibéricos, pastelitos de berenjena, chuletones a la brasa y salmones a la plancha. La diferencia con otros locales con similares viandas es que aquí los habituales camareros uniformados han sido sustituidos por señoritas en topless. Lo normal en un país antropófago.

6 Comments
  1. Mecacholo says

    Aquí sí que poleo a gusto. 🙂

  2. Mecacholo says

    Estamos adormecidos. ¿Sera la tele?

  3. Osuna 2013 says

    Lo de siempre, desde el Imperio de Roma hasta la Troika de Bruselas frente a los Indignados de Sol; los Señores(Dominici) y los adscritos a la gleba . Con television y “ furbo” pero las caras de unos y otros son análogas (de braquicéfalos o dolicocéfalos): más arrugas del sol en los jornaleros de Lebrija y mas cremas revitalizantes en los «resorts» de Puerto Banús.El Yata a toda máquina y el Paro sine die.
    Hasta que no se igualen los estómagos y los bolsillos (todos somos hijos de Dios,¿no?), esto no tendrá remedio. Y desde luego, amigos samaritanos, con la violencia no; porque ellos tienen los tanques, las porras, las leyes y las cárceles. Nosotros tendríamos al frente , si nos uniéramos de verdad ,a los Marthin Lutero King, a los Francisco, a los Vicente Ferrer, a los Gandhi ,a los Ellacuría, a los Mandela ya otros héroes similares. Serían la fuerza de la razón y de la hermandad frente a la razón de la fuerza y del desprecio. O sea

  4. inteligibilidad says

    Muy bueno.

  5. luigi says

    Ayer una persona me contaba que una trabajadora (no sé si esteticien o peluquera) le relataba cosas como las siguientes:
    – «Yo a mi hijo le llevo a un colegio privado porque los públicos están llenos de… (dejo a la imaginación del lector el relleno de los puntos suspensivos).
    – «A ver si privatizan de una vez la sanidad porque da asco ir a un hospital o al médico con las listas de espera y la masificación y…»

    La ignorancia tiene mucha culpa de muchas cosas y los «poderes públicos» la alimentan porque saben que en ella pueden seguir campando a sus anchas.
    Pero unos sindicatos vendidos y un partido socialista que nació vendido son también los grandes culpables de que no pueda aglutinarse la protesta y de que la gente no pueda hacerse una idea clara de lo que está sucediendo.
    Solo se habla claro, solo se expone la realidad en los medios o foros digitales, y eso después de buscar con ahínco los adecuados.

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