No hay medio de comunicación que en estos días no haya rellenado algún hueco, a modo de clásico contenido navideño, con su lista de las noticias más importantes de 2013. Cada ranking escorado hacia una orilla, todos inevitablemente tendenciosos, pero también muy significativos, informativos y si me apura hasta divertidos: reuniendo las noticias consideradas más importantes por muchos medios, cribándolas y analizándolas, es posible hacerse una idea de por dónde ha ido el año recientemente fallecido. En ABC y La Razón consideran revolucionario que el nuevo Papa se sitúe al lado de los más necesitados, y hasta de los desahuciados, como si pudiera ser de otra manera. En El Mundo insisten en el riesgo de ruptura de la patria si se celebrase la consulta independentista catalana. En El País apuestan por Mandela y, como no, por la explosión Iberoamericana. Otros medios recuerdan el accidente de tren en Galicia, los ataques con armas químicas en Siria, y hasta la recomendación de la ONU para paliar el hambre comiendo insectos.
Por una vez, no tengo dudas. La noticia del año para mí es que estamos siendo gobernados por un partido político corrupto. No se me ocurre nada más importante, más transcendente, más demoledor y descorazonador que un país como el nuestro, acosado por el paro, la miseria social y la pérdida de derechos laborales, se haya instalado en el escándalo político constante. Hemos normalizado la sinvergonzonería y el golferío. España es un país macilento dirigido por mentirosos y descuideros. Y no puede haber noticia más importante que esta, de ninguna manera, porque afecta al resto de aspectos de nuestra sociedad: la cultura, la salud, la educación, el deporte... la democracia. Todo termina podrido si es gestionado por individuos que, además de ineptos, son ladrones.
El grado de miseria es tan grande que nuestros jueces, desbordados por esta corrupción rampante, solicitan equipos de apoyo y peritos independientes. Los juzgados españoles investigan en estos momentos, según datos facilitados por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), 1.661 casos de corrupción, de los cuales 302 son considerados macroprocesos. La mierda se acumula de tal manera en todas las grietas de la sociedad que no deja que el sistema respire. La democracia agoniza. Tras seis años de crisis el país carece de proyecto, todo está por hacer. Y quienes deben enfrentarse a tan titánica reforma son una pandilla de granujas descarados, capaces de las mayores aberraciones. Como por ejemplo, intentar hacernos creer en indemnizaciones en diferido. O en que todo es mentira, salvo algunas cosas.
El fracaso de la política española, esta es la noticia del año 2013. El país está en manos de un partido que, ateniéndonos a los hechos, disfruta de una estructura claramente mafiosa: la red Gürtel, la reforma en negro de su sede en Génova y su posterior registro policial, el control de las cajas conocido gracias a los correos Blesa-Aznar, los papeles de Bárcenas, el ático de Ignacio González, etc. Todo noticias de 2013, el año en que supimos que el PP ha convertido España en un estercolero.
Amén.
Yo ya tengo una edad y una trayectoria y no salgo de mi asombro permanente. Estoy perplejo a cada paso, con cada nueva noticia, con cada reacción o falta de reacción de la gente, asistiendo a lo que parecía imposible, rodeado de esta aparente normalidad que también me desconcierta.
Las palabras ya no son capaces de definir la realidad.
¿Y no dices nada de los ERE’s?
La que te va a caer, chaval… 😉
La noticia del año es que estamos siendo gobernados por un partido político corrupto…. sostenido por millones de votantes que lo apoyan estúpidamente con la nariz tapada (a día de hoy seguirían ganando una elecciones, aunque no fuera con mayoría absoluta). No es, pues, que el partido que no gobierna esté corrompido. Lo que lo está es el país.
Genial, Jefe: un 10.
A mi también me parece genial, digno de ser calificado con un 10 y de ser galardonado con los premios Ortega y Gasset o algo semejante, para que jamás se olvide, y lograr que, tarde o temprano, el Rajoy y sus secuaces paguen por sus desfalcos y latrocinios, evitar que en el futuro se den políticos de semejante calaña y, ya de paso, resarcir a la ciudadanía española de semejantes abusos y desafueron