El lenguaje de la decadencia moral

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El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, en una imagen de archivo. / Efe
El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, en una imagen de archivo. / Efe

El ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, ha calificado de “repugnante” y “deleznable” el acto celebrad el pasado sábado por el colectivo de expresos de ETA que salieron de la cárcel tras la anulación de la doctrina Parot. Las duras palabras del ministro recordaban, tono recio y áspero, a las pronunciadas solo unas horas después por el líder norcoreano Kim Jong-un, que dijo que con la ejecución de su tío eliminaba “escoria”. Y también a las declaraciones del tertuliano Eduardo García Serrano cuando, en el programa de Intereconomía El gato al Agua, de junio de 2010, llamó a la ex consejera de Salud catalana Marina Geli “zorra repugnante”.

Repugnante, deleznable, escoria… Soledad Gallego-Díaz nos recordaba en su imprescindible columna del pasado domingo en El País que, como ya apuntaba George Orwell, “el caos político está ligado a la decadencia de la lengua y la falta de claridad”. No se puede hablar de falta de claridad en las palabras utilizadas tanto por Jorge Fernández Díaz como por Kim Jong-un o García Serrano, para qué negarlo. Repugnante, deleznable o escoria suenan como auténticos cañonazos en boca de un político o un periodista, personajes en teoría templados y serenos. Pero sí se les puede acusar de decadencia verbal, es decir, de cierta declinación, principio de debilidad o incluso de ruina. Tanto moral como intelectual.

Son adjetivos impropios de individuos con grandes responsabilidades. Lenguaje innecesariamente agresivo y soez. Una lástima, puesto que no se tiene por qué recurrir al insulto para resultar impresentable: “Si con la imputación se va a realizar como persona, igual vamos”, dijo a la prensa Jesús Silva, petulante abogado de la infanta Cristina, sobre la imputación del juez Castro.

¿El abogado de la infanta sugiere que el juez Castro la ha imputado para “realizarse” como persona? Semejante fanfarronada, mezcla de arrogancia y chulería, suena aún más grosera que los “repugnante”, “deleznable” y “escoria” ya habituales en este post. “El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas, y el asesinato, respetable”, escribió Orwell. Podríamos pensar que con el lenguaje jurídico pasa algo parecido, pero lo cierto es que tenemos motivos para confiar en la justicia. Algunos. ¿Recuerda al tertuliano que llamó “zorra repugnante” a una ex consejera de Salud? Pues tres años después el Juzgado de lo Penal número 20 de Madrid ha condenado a García Serrano y al grupo Intereconomía Corporación a indemnizar a Geli con 18.000 euros por el daño causado.

Todo va lento, pero todo llega. Espero. La Audiencia de Palma admite el recurso de la defensa del expresidente balear Jaume Matas, que no ingresará en prisión hasta que no se tramite su indulto. Argumenta razones de “humanidad”. Regresemos a Orwell: “En lo que cabe, los seres humanos quieren ser buenos, pero no demasiado buenos ni todo el tiempo”.

7 Comments
  1. luigi says

    Lenguaje impropio en individuos con grandes responsabilidades.
    A menudo he pensado en eso de los prebostes y las grandes responsabilidades que se les presupone. Nunca me he explicado bien cómo era posible que abarcaran tantas cosas, públicas y privadas, que tuvieran tiempo para todo y que se les viera tan tranquilitos.
    Cuando yo, un pringao, tenía responsabilidades iba por la vida como puta por rastrojo, alterado, atacado de los nervios, sin tiempo ni para respirar…
    ¿Cómo es posible que a todos estos se les vea tan tranquilos y llegando a todo? La respuesta es sencilla pero a mí me costó mucho llegar a ella: porque no tienen ningún sentido de la responsabilidad.
    Ergo es normal que utilicen este lenguaje irresponsable.

  2. qq says

    ….O, abundando en lo que dice luigi abajo, además de no tener sentido de la responsabilidad, lo más probable es que no estén a la altura (ni por asomo, no de lejos, ni de coña) del puesto que están ocupando.

    El beato Fernández Díaz está entre lo más penoso de este Gobierno, lo que vista su penosidad general da idea de la bajeza del personaje. Flaco favor les hace, me temo, a los auténticos cristianos.

  3. Mecacholo says

    «Humanidad». Tener humanidad a veces es injusto.

  4. luigi says

    Por supuesto, doy por hecho que no están a la altura; y ello es así por una cuestión simple: no hay tanta inteligencia para tanto cargo.

  5. Josu says

    Me recuerda un tipo de lenguaje con tufo franquista, donde el adjetivo adquiría una carga semántica capital… La partidocracia ahoga sistémicamente el verbo político y lo rebaja a slogan o a panfleto. Se repite la misma idea hasta la saciedad con el fin de elevarlo a dogma… En realidad no se informa, no se debate, no se sopesan las cuestiones,… La dirección dicta y el resto repite, sin tener en cuenta su propio criterio,… El resto, los votantes, a ser buenos y callar hasta las próximas elecciones. A esto le llaman democracia…

  6. Josep María Lechuzeta says

    La pena de todo esto es que el alejamiento de la ciudadanía de la clase política sea sólo achacable a ellos mismos, sus metidas de pata y su lenguaje zafio en unos casos y desafortunados en otros resulta francamente intolerable. Creo que nosotros los ciudadanos tenemos la culpa cuando no exigimos el nivel minimamente exigible a nuestros representantes y permitimos que la «aplanadora» de los partidos llenen el congreso y el gobierno de gente «leal» a la nomenklatura y desleal con la calidad por no tenerla.
    Una de nuestras prioridades básicas para la supervivencia de nuestra democracia pasa por el cambio definitivo de la ley electoral.

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