La culpa es de internet
“Voy a fundar una revista llamada Arriba España para ocupar el hueco que queda a la izquierda de El País”. Leído en Twitter.
Los directores de los tres diarios con más lectores de España, El País, El Mundo y La Vanguardia, han sido sustituidos en los últimos tres meses. Ya sabe quiénes son estos líderes de opinión: Pedro J Ramírez y otros dos. Aprovechando tan dramáticas circunstancias, el director de La Razón, Francisco Marhuenda, se consolida en su puesto, y hasta tiene tiempo para salir de la redacción y de los platós de televisión y ofrecer conferencias en la sede del PP del madrileño distrito de Salamanca.
El País estrena director. Un hombre que garantiza modernidad, un fichaje 2.0 que llega avalado por su experiencia en redes sociales: envió sin querer un correo personal para Cebrián a 50 corresponsales y colaboradores. El Mundo estrena director. Un hombre que cuando, horas después de su nombramiento, fue entrevistado en “El Intermedio” (La Sexta), apenas acertó a decir que estaba en el despacho que era de Pedro J, que el cuadro que colgaba en la pared se lo regaló Pedro J, que Pedro J fue muy respetuoso en el traspaso de poderes, que no quiere sentar un mal precedente llamando a Pedro J para pedirle consejo, que la destitución de Pedro J ha provocado la felicidad de mucha gente…. La Vanguardia estrena director.
¿Cuándo se jodió todo?
Allá por 1969, cuando cuatro universidades norteamericanas establecieron Arpanet, la primera conexión de computadoras, los orígenes de internet. ¿Tiene esto algo que ver con la crisis del periodismo? Por supuesto. Todo: como cualquier persona con dos dedos de frente sabe, internet está acabando con la profesión. Internet es responsable de todos los males del periodismo: pérdida de lectores, descenso en las ventas, crisis publicitaria…
El Mundo perdió difusión y 14 millones de euros en 2013. Las ventas de La Vanguardia han caído un 20,08% en 2013. El País ha perdido 140.000 ejemplares de difusión media diaria en los últimos seis años, y al cierre de 2012 tenía un EBIT negativo de 5,43 millones de euros. Todo culpa de internet, por supuesto.
Los medios de referencia se tambalean. La crisis es tan grande que corre el rumor de que los próximos coches de empresa de los altos cargos de las grandes redacciones solo podrán ser de gama media. ¿Hasta dónde llega esta debacle? ¿Debemos preocuparnos por la libertad de prensa? ¿Está siendo acosado el periodismo? ¿Corre riesgo el derecho a la información?
Si abre usted la web del New York Times, y navega unos minutos, comprenderá que internet es el demonio, y ha sido la puntilla para el periodismo de calidad, el bueno, el de toda la vida. El de papel.
Lo que sobra no es internet, sino intoxicación. Y lo que falta no es papel, sino información.
Para comprobarlo no hace falta cruzar el charco e irse hasta el Times. Basta con cruzar el Canal y visitar The Guardian.
modo ironia ON
Yo trato de imaginarme un mundo sin internet y se me abren las carnes. Antiguamente obtener información, conocimiento, satisfacer curiosidades eran proezas solo asumibles por espíritus aventureros. Hoy el mundo entero está más cerca.
Pero además imaginar informarse a través de los viejunos medios en papel o las televisiones se me antoja hoy un despropósito. Gracias a la prensa digital y, en general, a internet es posible obtener información fiable que, de otra forma, sería imposible.
El problema es que los periódicos se han cargado a los periodistas de verdad. Solamente han permitido noteros y relatores de lo que les mandan escribir los políticos y los gobiernos.
Ya no quedan periodistas de opinión cultos y decididos a ofrecer su punto de vista. Los relatores actuales no tienen las más de las veces ni idea de lo que están tratando, ni han hecho ni siquiera un poquito de investigación.
Es el signo de los tiempos: interné pa tos y pilas recargables para el vibrador de Pedro José
Maldito internet.
Antes, lo que publicabas era la verdad, y lo que no debía ser verdad no se publicaba. Te pagaban para hacer esto. Y que además el público a su vez religiosamente pagaba por recibir su dosis y comunión si no diaria, al menos la inexcusable cita dominical.
Ahora cualquiera puede contrastar en cientos de sitios. Ya los lectores no compran su ejemplar, su dosis. Ni regalándole cafeteras ni la espasa. Cómo van a pagarte los amos, si ya no les sirves para establecer la realidad. Si hasta el cazo institucional lo pierdes mordiendo la mano que te mantiene con vida, en vez de lamerle la bota y besar por donde pisa.
Maldito internet.
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