Cuentan que el PSOE de Rubalcaba está, como la selección de Del Bosque, cerrando un ciclo. Parece que los de rojo, todos, necesitan renovarse. Por un lado tenemos a la selección, que jubilará a sus veteranos con honor, esperemos, tras haber cosechado enormes éxitos, haber asombrado al mundo y habernos hecho sentir orgullosos de ser españoles. Por otro tenemos a los socialistas, con esos barones que se niegan a retirarse y perder el control del aparato, con esos aspirantes tan pocos ilusionantes, con ese discurso tedioso y fatuo. Nos avergüenzan cada vez que abren la boca. La Roja promete morir permaneciendo fiel a sus colores, a su estilo, a su capacidad para ilusionar a un país. El partido de Rubalcaba luce un color secundario, desteñido y paliducho, sombra de lo que un día fue, por el que nadie da un duro, ni ondea una bandera, ni desperdicia un voto.
Así las cosas Susana Díaz, la gran esperanza blanca del socialismo de salón, dice que “España no puede permitirse un PSOE sin rumbo y dividido”. Está muy confundida. España se puede permitir cualquier cosa, porque aquí todo vale: recuerde que el partido que gobierna este país ha pagado las reformas de su sede con dinero negro. ¿Quién da más? Un PSOE sin rumbo y dividido no es una sorpresa, es el PSOE de los últimos años. Mediocridad en estado puro. Algo que puede parecer una debacle para la izquierda, pero que en realidad puede convertirse en la gran oportunidad progresista. Y es que la tan cacareada reforma de la izquierda quizá no pase por el PSOE, una banda, sino por esos partidos que le están adelantando sin poner el intermitente.
Lo que España no puede permitirse es un partido desaparecido en combate, dividido y sin rumbo, consumido por las ambiciones internas, que culpe de todos su males a la crisis económica y sea incapaz de incomodar a un Rajoy rodeado de corruptos. Es decir, no puede permitirse a este PSOE blandengue, servilista, aburrido, previsible, rancio, descafeinado… Un PSOE con Bono y González en el papel de ególatras iluminados. Un PSOE con Rubalcaba capaz de mostrarse republicano por la mañana y monárquico por la tarde para aguantar media hora más en el cargo. Un PSOE con la selección de candidatos a la secretaría general más triste y con menos talento que usted pueda imaginar. Un PSOE incapaz de hacer frente a un Gobierno corrupto y podrido hasta las entrañas.
Lo que España no puede permitirse es el PSOE que ofrecen Rubalcaba, Susana Díaz y compañía. Un PSOE desgastado por la ausencia de ideas y por un discurso tibio, impersonal, apocado. Por eso los ciudadanos dan la espalda a un partido que termina ciclo, y que no saldrá del agujero mientras no se libre de todos los impostores que circulan por sus pasillos.
No se puede decir más con menos. Perfecto.
El PsoE continúa su viaje errático hacia la descomposición. Efectivamente, ya no creo que la esperanza pase por la imposible renovación de este partido. Pasa por lo que se ha iniciado hace unas semanas; y lo digo con tristeza por lo que han hecho con un partido histórico y con mucho apoyo popular. Un partido corrupto desde el que se podría haber tratado de iniciar la transformación de la sociedad sin tener que empezar de cero, que ha abandonado a sus bases y sus principios.
No merece otra cosa que su desguace.
No ponen el intermitente porque no adelantan por un lado: ¡les van a adelantar por encima!
El PSOE ya es PASOK, ellos aún no lo saben. Y ya somos muchos, lo que no esperamos un imposible: que hagan limpieza y salgan del agujero. Pues ellos son el agujero. Son un engaño con patas. Dicen una cosa y hacen justo lo contrario. Republicanos que votan a favor de la sucesión de un rey. Suma y sigue. Hasta la derrota final.
Pues yo veo un posible problema en lontananza. En 2004, con un PSOE no tan hundido como ahora, pero ya bastante tocado, con esas patéticas batallas Almunia-el otro como se llame, cuando hubo primarias y salió un ZP jovencito e ilusionante. Aznar e Irak hicieron el resto y ya sabemos como acaba ese cuento.
Volvemos a primarias, candidatos todos jóvenes que podría ilusionar de alguna manera al votante acérrimo o al nostálgico que aú se resiste a aceptar que su partido d etoda la vida está con un pie en la tumba política. Todavía puede pensar que a ver si este….
Y dependerá de que el este que salga tenga lo que hay que tener (buenos asesores, sobre todo) y pueda dar ese esperado golpe de timón que permita que la confluencia de izquierdas sea, realmente, la más concurrida y potente posible.
El que acaben con los dos pies en la tumba, desgraciadamente, parece lo más probable…
No llega con los dos pies, Selito: han de acabar, cuanto antes, con el cuerpo entero en la tumba.