El ‘establishment’

En La Sexta invitaron a Esperanza Aguirre a participar en su tertulia política matinal. Cualquier persona con dos dedos de frente, en las circunstancias que atraviesa la presidenta del PP madrileño, hubiese considerado semejante convocatoria una encerrona. Y hubiese buscado una excusa para no asistir. Aguirre aceptó la invitación y se presentó en el plató de la hermana pequeña de Antena 3 con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Corrupción? Un escándalo. ¿Operación Púnica? Un bochorno. ¿Gürtel? Yo la destapé. Cuando terminó el programa Aguirre parecía la persona perfecta para encabezar la lucha contra la corrupción que asola este país: “Creo que tengo buenas ideas y tengo experiencia para pensar de dónde viene todo esto, cuando alguien roba se ve fácilmente el incremento del patrimonio porque el dinero acaba notándose”, dijo sin despeinarse, en un brillante análisis socio-económico-jurídico de la situación actual.

Pero cuando más firme y contundente se mostró fue cuando el presentador, unos de esos periodistas televisivos que presumen de resultar incómodos, le recordó que era presidenta del PP de Madrid. “¿Establishment yo? ¿Pero cómo voy a ser establishment? Que yo no soy el establishment, al establishment no le gusto, puede usted jurarlo”, insistió toda ofendida, disfrutando cada vez que repetía el término. Los tertulianos reían las ocurrencias de Aguirre con gusto, para satisfacción de una cazatalentos especializada en seleccionar futuros imputados.

Establishment. Esa era la clave. En el momento en que pronunció la palabra mágica toda la pantalla se llenó de establishment. La política impresentable. El presentador incómodo. La cadena progresista de Lara. Los tertulianos, encabezados por Alfonso Rojo. Establishment en estado puro, a cascoporro. Un tsunami de establishment político, periodístico, empresarial. “Podemos es la primera fuerza en intención de voto”, anunció el presentador. Y Aguirre respondió poniendo el dedo, untado de establishment, en la llaga de todos los presentes: “pues preocúpense ustedes”.

Y la política catapultada por una traición, el 'tamayazo', se marchó entre abrazos y besos, cuando aún resonaba en el plató su frase estrella: “Sí, he llegado a la conclusión de que hay media docena de medidas que se pueden poner en marcha con carácter inmediato y que evitarían en un futuro la corrupción”.

El mundo al revés. La zorra, aún con plumas y sangre en el hocico, quiere establecer las normas de seguridad del gallinero. "Tras haber cometido graves errores en la elección y vigilancia de esos colaboradores corruptos”, reconoce en ABC una Aguirre que se siente la persona adecuada para proponer seis medidas “drásticas, rápidas y eficaces… con poder ejemplarizante y disuasorio… y carácter de urgencia”, para que aquellos ciudadanos que se sientan estafados “recuperen la confianza en los políticos”.

Normal que Cospedal piense que el PP ha reaccionado "de forma contundente" ante los casos de corrupción.

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