Trío de ases

Francisco Marhuenda, director de La Razón, se quejó amargamente en el programa La Sexta Noche (La Sexta) de que en esa cadena se le criticaba cuando ambos medios tienen el mismo propietario. José Manuel Lara. “No he venido aquí a que me insulten, a mí ni a mi periódico, cuyo dueño es el mismo que el de esta cadena”, afirmó el periodista independiente que ha trabajado y trabaja para los gobiernos de Aznar y de Rajoy. Interesante reflexión, que dice mucho del concepto que en nuestro país tienen algunos periodistas de la libertad de expresión.

Marhuenda no concibe que caniche muerda a caniche. Y lloriquea como una vieja cuando, en la casa de su amo, alguien se atreve no sólo a llevarle la contraria, sino a dejarle en ridículo. Pilar Rahola le humilló en directo, primero llamándole “fábrica de independentistas”, después imaginándole como letrina de palomas. A él, hombre de empresa y de Gobierno antes que periodista, no se le hacen estas cosas. Y menos ante cientos de miles de espectadores. El director de La Razón resume, con su amargo y acaponado lamento, la situación de la profesión: sumisión, irritabilidad, desconcierto… precariedad.

Al mismo tiempo que Marhuenda secaba sus lagrimillas, otro grande del periodismo independiente aullaba sus penas a la luna. Pedro J. Ramírez, el hombre que debería pasar a la historia del periodismo por su delirante adaptación del 11-M, acusaba a El Mundo, el periódico de su vida hasta hace solo unas semanas, de censurar su última columna. Son las cosas del escorpión, un ser concebido para picar con el que los tratos resultan imposibles. Y es que Pedro J., como le sucede a los grandes hombres, lo quiere todo: la pasta por abandonar El Mundo y no poner en marcha otro medio… Y poner en marcha otro medio tras trincar la pasta. ¿Acuerdos? ¿Pactos de no agresión? Nada que una buena columna ¿censurada? no pueda, en nombre de la libertad de expresión, mandar al garete.

Y en último lugar, pero no por ello menos brillante, el gran periodista y mejor empresario Juan Luis Cebrián. Escribe el miembro de la Real Academia Española, y director en la sombra de El País, una columna memorable en la que destacaría un párrafo que comienza con cuatro palabras que son toda una lección de periodismo: “Corren rumores, probablemente fundados, de que la deferencia permanente de las cadenas de Berlusconi y Lara con los líderes de la nueva formación, a los que han encumbrado ofreciéndoles tribuna permanente, sería consecuencia del análisis de los consejeros electorales del PP, pues presumieron que así se ayudaría a la fragmentación de la izquierda, facilitando la renovación de la mayoría del partido en el Gobierno, por parva que resulte”.

Marhuenda, Pedro J., Cebrián… Trío de ases. Corren rumores, probablemente fundados, de que el periodismo español, el grande, el de toda la vida, el de verdad, está en buena manos.