Pablo Padilla *
Que la violencia de género, cuyo máximo exponente son las 44 asesinadas a manos de sus (ex) parejas en lo que va de año, según los registros oficiales, sólo suponga un problema grave para el 0.5% de la población pone de manifiesto que este país está enfermo de machismo. Hoy, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en conmemoración del asesinato, en 1960, de las tres hermanas Mirabal a manos de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
Cuando hablamos de violencia contra las mujeres irremediablemente nos vienen a la cabeza los asesinatos que conforman el feminicidio que se da, con mayor o menor intensidad, a lo largo y ancho del globo. Sin embargo, nos enfrentamos a un fenómeno más complejo, sutil y capilar. En la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se define "violencia contra la mujer" como "todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada."
El riesgo de situar la violencia contra las mujeres únicamente en los asesinatos y las palizas reside en generar una idea en el imaginario colectivo de que esta violencia es puntual, anecdótica y llevada a cabo por varones desequilibrados que abusan de ciertas sustancias, o reducirlo a un grupo de edad, clase social o nivel cultural concreto. Esta creencia, además de simplista, no aborda el problema de fondo. Sin embargo, si concebimos la violencia contra las mujeres como una serie de comportamientos y actitudes que van desde el asesinato a la objetualización, pasando por el acoso callejero, la invisibilización en el espacio público, las desigualdades laborales o la atribución de supuestas capacidades innatas o naturales a cada sexo, la cosa cambia.
Hace poco me di cuenta, (porque me lo dijeron) de que como varón, blanco y heterosexual me han inculcado la extraña idea de que tengo que expresar mi opinión sobre cualquier tema, y en ocasiones me veo hablando u opinando de asuntos sobre los que mi ignorancia es supina. Pese a ello, la violencia contra las mujeres no parece ser un tema que nos suscite, a los hombres, esta imperiosa necesidad de opinar, recordar permanentemente nuestra postura o incluso dictar sentencia, salvo para marcar distancias con "esos hombres" que sí son agresores frente a nosotros, "esos hombres" que no lo somos.
La gravedad de la violencia contra las mujeres exige que además de no reproducir los comportamientos y actitudes citados anteriormente, los hombres, los que nos decimos feministas y los que no, adoptemos una posición activa. No mirar a otro lado cuando somos testigos de un acto de violencia contra una mujer, ya venga a manos de un amigo, un familiar o un desconocido. No naturalizar comportamientos que redundan en la idea de que las mujeres existen para satisfacer nuestros deseos y agradar nuestros sentidos. No reír las gracias de quienes utilizan esta lacra para, incomprensiblemente, ganarse nuestra simpatía. Y especialmente, cuestionar nuestra masculinidad y los privilegios que a ella vienen adscritos.
No es agradable verse como un sujeto agresor, pero como hombre en ocasiones soy partícipe de estas violencias. Quizá no de las más evidentes pero sí de aquellas que, por normalizadas, generan el caldo de cultivo imprescindible para mantener un sistema de violencia estructural (y no precisamente de la que habla Gallardón) contra las mujeres.
La relación de nuestra masculinidad, es decir, cómo hemos sido socializados como hombres, y la violencia contra las mujeres es innegable. La violencia se deriva de los privilegios que, como hombres, disfrutamos en nuestra sociedad. Aunque a veces resulta doloroso -nunca tanto como el dolor que se provoca-, es imprescindible que los hombres seamos conscientes de que nuestra posición en el mundo se sostiene sobre unos privilegios que debemos cuestionar y eliminar si queremos unas vidas libres de violencias machistas.
En este sentido queda mucho por hacer. A nivel individual, tenemos que revisar en qué situaciones nos aprovechamos de estos privilegios y nos aferramos a un modelo de masculinidad que, per se, genera violencia. A nivel colectivo requiere que los hombres nos repensemos juntos, nuestras relaciones y nuestra incapacidad de gestionar nuestros sentimientos y mostrar debilidad. Y a nivel institucional, por ejemplo, las campañas para prevenir la violencia machista podrían dejar de interpelar únicamente a las mujeres diciéndoles cómo deben vestir, con quién deben follar o cómo deben comportarse, y deberían enseñarnos a los hombres a cuidar, a no violar, a no acosar a las mujeres en la calle o en el metro, a no entender nuestras relaciones como una cuestión de propiedades...
No consiste en ver quién es más o menos feminista, ni quién es capaz de deconstruirse más o menos. Se trata de apostar decidida y radicalmente por una sociedad democrática en la que todas las personas tengamos los mismos derechos. Porque, como he aprendido de la persona que más me ha enseñado sobre este asunto, el feminismo es una cuestión de justicia.
Se os esta pirando con el feminismo… vivis en otra sociedad que ni el malo es tan malo ni el bueno es tan bueno, habeis convertido el feminismo en un lobby.
El feminismo tiene una taxonomía más compleja que la de muchos organismos pluricelulares, donde tienen cabida desde las corrientes más pintorescas, disparatadas y cercanas a una performance hasta cerebros preclaros y maravillosos que generan obras rigurosas e inteligentísimas que mejoran la vida de todos.
El subnorfeminismo sin embargo domina las instituciones y todos sus institutos, subinstitutos, postinstitutos y recontrainstitutos, convirtiéndose en una especie de magma que combina ideas políticamente correctas con prejuicios de toda índole. En el plano institucional, estos organismos suelen servir de colocación para primos y sobrinos. Su trabajo es la censura basada en las falacias moralistas más comunes, el control del ciudadano a pequeña escala. Dado que los medios de comunicación en España están indisolublemente unidos al poder y además carecen de personal, la propaganda institucional encuentra en ellos a sus voceros más competentes. Y así, de fuente a fuente, mucha gente sigue la corriente en esta oca diabólica, por completar el ripio.
Este subnorfeminismo se convierte para algunas personas, y como sucede desde hace años con aficiones y opiniones, en una suerte de cuestión de identidad. En un mundo sin dioses hay que aferrarse a algo, ya sea el piragüismo, los tebeos, el bdsm o el “feminismo”. O todo junto, que también se puede. No se trata ya de aficiones u opiniones, sino que forman parte de la persona, se asumen como piel propia, se ponen en marcha jergas de inmediato, sustituyen a la religión de manera sencilla, a medio camino entre el horóscopo y la misa. Dentro de estas “identidades”, las que más visten suelen ser las sexuales y las “buenistas”. Unas aportan una imagen de persona “vivida”. Las otras bondad instantánea con la simple adscripción en pijama desde casa a una postura determinada, lo que siempre conlleva la localización de unos rivales que no se adscriben de la misma forma. O sea, unos y otros, donde nosotros, los “unos”, llevamos el mensaje de la Verdad, siendo los “otros” infieles o herejes que refuerzan mi posición.
Y de esta forma, una parte de la ciudadanía repite hasta la extenuación los principios del subnorfeminismo, censurando todo aquel comportamiento que consideran infiel o hereje (los otros), cortando toda posibilidad de diálogo, cerrándose en banda en sus mandamientos censores y a años luz del rigor, unidos mediante un cordón umbilical a las falacias institucionales y al sensacionalismo de los medios de comunicación, que son esa corriente que los pone en movimiento. Como la danza de la posidonia, están ahí, en su roca, hasta que la siguiente “polémica mediática” los lleva de aquí a allá.
Por supuesto, cualquier discrepancia, cualquier matiz, cualquier condena a la manipulación de los hechos, le colocaría a usted en la parte de los “otros”. Y por tanto sepa que es usted un enemigo de las mujeres y un opresor heteropatriarcal
Debo aclarar que me muestro tajantemente en contra del maltrato o la violación de mujeres, hombres, niños, niñas, animales, animalas u otro cualquier ser vivo animal o vegetal, y también de los abusos y cualquier tipo de linchamiento, se produzcan donde se produzcan. Incluso manifiesto sin que me tiemble el pulso mi condena a los asesinatos, al cáncer, el dengue y al derretimiento de los casquetes polares.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2014/09/01/linchamiento/703785.html
Soy una madre de 64 años, he educado hija e hijos. Creo que es pero que muy difícil desterrar estereotipos incluso en nosotras mismas, las mujeres. A mi pesar e inconscientemente seguro que la educación que he dado a mis hijos está plagada de actitudes machistas que yo misma he mamado…así que, ¿Por dónde empezamos?
«Hace poco un amigo calificaba de paranoia social lo que estaba ocurriendo con el feminismo. En alguna red social pude leer una sentencia certera, algo así como “¿cuándo la revolución sexual y el feminismo se convirtieron en esto?”. Y muchas veces he dicho, en plan de broma, que no me gusta hablar de feminazismo porque es un término que contamina, de entrada, el debate. De ahí que prefiera subnorfeminismo. Chistes al margen, y sin temor a exagerar, hoy día el feminismo institucional se está transformando en un monstruo a pasos agigantados, en una mezcla de religión de andar por casa, autoayuda y postración al poder que se encauza mediante la censura, la autocensura y el ataque a los demás en forma de linchamiento, cada vez más exacerbado. Cualquier discrepancia con el discurso feminista oficial coloca al que la emite del lado de los morlocks, trolls y ogros que pretenden, a juicio de esta ideología o “idiotología”, elaborar discursos machistas, misóginos y, ay que no falte la palabrica, heteropatriarcales. Cualquier análisis o reflexión que encuentre incoherencias, faltas o errores en dicho discuros será tachado de enemigo de la igualdad.
Olvídense de la lucha por los derechos de la mujer, de las sufragistas, de… estamos en el siglo XXI. España. Si antaño había diversas concepciones del feminismo olvídense de nuevo. Eso está acabado. Algunas hay, casi todas excesivas y pintorescas, más cercanas a la performance sexual que a otra cosa. En cuanto a feminismo que funcione en la práctica con un corpus de ideas, con expresiones literarias de diverso tipo, con acciones institucionales… sólo queda uno, aquel que a fuerza de propaganda y sensacionalismo se ha apropiado de un término que en su día significó algo muy distinto.
Por feminismo institucional, oficial o subnorfeminismo se entiende aquellas reivindicaciones que, como en el sistema de retroalimentación de una fuente pública, van de las instituciones políticas a los medios de comunicación masivos, y de los medios de comunicación masivos a las instituciones políticas. Un bucle de lugares comunes transformados en dogmas cuasi religiosos.
Este tipo de feminismo, al que habría que colocar entre no menos de cien comillas, divide al mundo en dos especies diferentes, hombres y mujeres, siendo los primeros malvados y tocados por un pecado original, y las segundas víctimas bondadosas. Este maniqueísmo infantil se fundamenta en ese pecado original masculino. Una marca demoníaca por el hecho de ser hombre. Aquel que quiera superarla debe bautizarse, es decir, asumir todos los dogmas y publicitarlo. Entonces está limpio y pasa al otro lado, el de los buenos oprimidos. A su vez, se produce una manipulación histórica. El patriarcado, un modo de organización eficiente y práctico, común a la mayoría de sociedades humanas que han existido, y especialmente propicio para la crianza en determinadas circunstancias, pasa a ser el diablo. El patriarcado, llamado heteropatriarcado o patriarcado opresor, pasará a ser el responsable del asesinato de Kennedy y del codazo a Luis Enrique.
Debido a que el feminismo institucional inunda el ámbito académico, se añaden las falacias moralistas típicas más colmadas raciones de tabla rasa, fantasma en la máquina y buen salvaje. Con todos estos principios, el alimento o mandamientos suelen proceder del sensacionalismo mediático y la propaganda que genera. Por ejemplo tenemos el tratamiento lamentable, mediante conteo, de los mal llamados asesinatos de género, denominación destinada a domesticar y usar dichas muertes descartando el conocimiento de cada caso o de los rasgos de la violencia doméstica en general. Tenemos también la manipulación estadística de andar por casa, como en las diferencias de sueldos entre hombres y mujeres. A pesar de lo fácilmente desmontable que es algo así, la propaganda insiste e insiste, pues la censura hace minoritarias las explicaciones coherentes sobre esos números. Se deforma igualmente la relación entre hombres y mujeres hasta tachar de violencia prácticamente todo y crear un concepto vomitivo, la cultura de la violación, que mediante la manipulación presenta una situación apocalíptica inexistente. Se trata, en definitiva, de infundir miedo, como hacen tantas ideologías de corte totalitario. No hay exageración. El “machaque” desde los medios de comunicación e instituciones políticas es impresionante desde hace años.
A partir de ahí, este feminismo entre comillas se adopta como materia de identidad. Aporta indudables ventajas, pues permite al feminista tener buena conciencia, estar en un escalón moral superior y tener la sensación de que puede conectar con otros como él en pos de algo que percibe de forma distorsianada como bueno. Crea sensación grupal, palia la soledad. La naturaleza religiosa se percibe también en la jerga que adopta. Muchos de estos feministas se toman al feminismo como enseñanza, como algo que se puede aprender. Ríanse ustedes de los testigos de Jehová. Han sido superados en al Top 10 de la brasa hace mucho. Muchas feministas, sin rubor, tachan de colaboracionistas a aquellas mujeres que discrepan, pues se da por hecho que la mujer, al no tener pecado original, tiene carné del club de este despropósito desde el nacimiento.
Todo esto no tendría tanta importancia de no ser porque en la actualidad, el feminismo es quizá, de nuevo sin exageración, el elemento censor más fuerte que existe. Es casi imposible encontrarse con discrepancias en los medios de comunicación masivos. Muchos otros medios pequeños y medianos, incluso ejemplares en su labor, se ven sobrepasados por la horda subnorfeminista que vive pendiente del más mínimo desvío. Y esto deriva en autocensura, por lo que al final las falacias, las manipulaciones estadísticas, las tergiversaciones del lenguaje, son las que tienen vía libre y constante. Y más peligroso aún. En una España cainita y presta a utilizar a la mínima la quijada de burro contra quien sea, el feminismo (esto que se ha dado en llamar así) se está convirtiendo en etiqueta que se da por sentada en cualquier político. Así que, de la misma manera que sucede con el común de los mortales, aquel político que se desvíe será linchado. Debido a las características religiosas y moralistas del feminismo actual, se ajusta mucho mejor a cierto sector de la izquierda española, que ha visto en esta ideología un modo fácil de repartir mandobles, conseguir buena imagen y apuñalar al rival. Podríamos seguir, pero para qué.»
http://www.lapaginadefinitiva.com/2014/08/24/feminismo-y-posesion-infernal-el-tren-de-la-bruja-de-la-infamia/
Si lo de opinar sobre lo que sabes y sobre lo que no sabes es porque seas blanco-varón-hetero explícame porque hay mujeres, homosexuales y de-cualquier-otro-grupo que sigue el mismo patrón.
En cuanto a las desigualdades laborales, perfecto, que las mujeres merecen a igual trabajo igual remuneración ¡qué menos! e igual respeto. Ponte a buscar trabajo, como hombre que eres, cuidando niños, por ejemplo. Luego me hablas de discriminación. Y ahí ya no es porque no te consideren capacitado si no porque te consideran un violador en potencia (y si eres gay ya ni te cuento).
Y por lo de la definición de violencia contra la mujer, me falla una cosa, o en el nombre o en el texto: “todo acto de violencia basado en el género» debería incluir también a los hombres, digo yo. O eso o se cambia el texto y se pone “todo acto de violencia basado en que quien lo sufre es una mujer» y nos dejamos de eufemismos.
El problema para ganar más partidarios en que se eliminen esas injusticias de las que hablas en el artículo, que estoy de acuerdo en que hay mucho cavernícola que sigue con el planteamiento de hace siglos, es que para proteger a las mujeres que sufren ese infierno se está dejando fuera a mucha gente, hombres y también mujeres, que lo están padeciendo igualmente. El supuesto sólo cubre el sentido hombre -> mujer cuando debería cubrirlos todos (hombre -> mujer, hombre -> hombre, mujer -> hombre, mujer -> mujer) para quitar munición a quien quiere ridiculizar algo tan legítimo como el que todos tengamos los mismos derechos y obligaciones sin importar lo que tengamos entre las piernas.
Y si crees que me saco de la manga lo que digo, llama al 016 para denunciar que tu mujer te maltrata; ve a la policía a denunciar una agresión por parte de tu mujer; pide ayuda a los servicios sociales para poder salir de la casa en la que te maltratan siendo hombre. La respuesta (casi) siempre será la misma: no lo mereces porque eres hombre.
Ah, por si alguien me puede decir que eso son cosas de un machista misógino, que vea lo que dijo alguien tan acusable de machismo y misoginia como Emma Watson hace no demasiado tiempo en un discurso en la ONU.
juanma, te encanta leerte, por lo que veo. Entonces, según tu, son los hombres como género víctimas de un complot para socavar su bien merecido poder patriarcal? El benévolo patriarcado al que tu aludes, es contra el que nuestras antepasadas (las mías y las tuyas) tuvieron que luchar para ejercer el derecho al voto, o para poder tener una cuenta bancaria en propiedad. Millones de mujeres hoy en día lucha por sus derechos como lo hicieron nuestras madres, abuelas y bisabuelas, cercenados por el patriarcado. Y eso, te guste o no, es un hecho. Pregunta a cualquier mujer en la India, Paquistán o Mali.
Erin Pizzey es una mujer británica que creo los primeros hogares para mujeres maltratadas allá por los años 60. Pronto se dio cuenta de que no todas las mujeres que se dicen maltratadas son iguales. Algunas de ellas – ella hablaba de un 60% de ellas – son violentas. O, como las definía ella «proclives a la violencia (prone to violence)». Mujeres violentas víctimas de su propia violencia. Mujeres que también maltrataban a sus parejas.
A la vista de una realidad muy distinta a la que inicialmente había imaginado,Erin Pizzey reaccionó creando mecanismos idénticos a los que protegen a las mujeres: Trató de crear hogares para hombres maltratados.
¿Cómo reaccionó la sociedad en general y el feminismo hembrista en particular? Pizzey ha sido objeto de amenazas de muerte y boicots a
causa de su investigación sobre la afirmación de que la mayor violencia doméstica es recíproca, y que las mujeres son igual de capaces de la violencia que los hombres. Ella denunció que esas amenazas provenían de militantes feministas. La amenazaron de muerte a ella, amenazaron de muerte a sus hijos, amenazaron de muerte a sus nietos y, finalmente, le pegaron dos tiros a su perro. En consecuencia, tuvo que abandonar su país y exiliarse en Estados Unidos.
http://youtu.be/HNhD6FX4-BI
http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/pizzey1.html…
EL MALTRATO HACIA EL HOMBRE: EL MALTRATO INVISIBLE
¿Cómo se llama a eso? En el caso de las mujeres hablamos de violencia de género, mientras que en los hombres no tienen nombre. La sociedad tiene «bonitos» adjetivos para calificarlos: «calzonazos», «no ha sabido ponerse en su sitio», etc… No es cierto, por desgracia, en los tiempos que vivimos hay maltratadores de ambos sexos, hombres y mujeres.
Hace cuatro años cayó una maldición sobre mi hermano, tras denunciar a su pareja por malos tratos en el ámbito familiar todos los organismos implicados en la situación cayeron sobre él como una losa. La Fiscalía terminó por imputar a mi hermano por denuncia falsa, pidiendo dos años de cárcel y 12.000 euros de multa. No podíamos creerlo, ya que salió de aquel juicio culpable, pero «por suerte» sólo tuvo que pagar 3.000 euros.
Desde entonces, cada vez que veo en la televisión o escucho en la radio algún caso de maltrato hacia un hombre le diría: no señores, no denuncien, se pueden ver en la cárcel; porque aún ni la sociedad, ni los organismos implicados, están preparados para asumir que estos tipos de violencia se producen.
Durante todo el proceso judicial se siguió produciendo ese maltrato, un padre al que no le permiten ver o hablar con sus hijos ya lo están maltratando, al igual que a los hijos. Todo ello a pesar de ser de los pocos hombres que consiguieron una custodia compartida. Custodia que consistió en: o vienes a por tus hijos a la hora que yo te diga y quiera, o te los dejo en el bar de al lado.
Mi hermano desarrolla una grave enfermedad, un cáncer, y a pesar de los continuos ingresos en hospitales, operaciones, quimioterapia, cumple con su custodia compartida y los quince días que le corresponden él cree tener a salvo a sus hijos.
¿Saben lo que son unos ciclos de quimioterapia de los que cada sesión dura cinco días con sus cinco noches? ¿Saben lo que significa tenerlo puesto y tener dos niños a tu cargo de 10 y 7 años durante todo el tiempo? Hay que ser muy hombre. Estos niños ven a su padre muy enfermo, deteriorado, pero su madre no quiere hacerse cargo de ellos durante estos días. ¿No es eso el maltrato a unos críos?
La enfermedad avanza implacable. Vamos al juzgado a pedir un cambio de medidas, ya que no puede quedarse con sus hijos, se está muriendo. En el juzgado no dan crédito, nunca se han encontrado con un caso similar, igual que en el colegio de de los niños.
¿Qué hay de esos organismos que determinaron que la denuncia era falsa?
Después de una lucha incansable mi hermano Juan Antonio falleció el 12 de noviembre y tuvo la oportunidad de despedirse de sus hijos a pesar de la rotunda negativa durante semanas de su progenitora. Por ello, antes de irse dejó por escrito una carta en la que terminó preguntándose: «Por qué no se escucha a un hombre cuando recibe malos tratos, por qué no se le cree cuando denuncia y cuando dice que se está produciendo maltrato hacia menores. ¿Por qué esta lenta justicia permitiré que un padre muera sin ver a sus hijos? Ahora soy libre y podré cuidar las 24 horas de mis niños»
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2014/11/26/maltrato-hombre-maltrato-invisible/724993.html
Anteayer fui a oír una conferencia de cierto catedrático de filosofía. Pero fue prácticamente imposible atender a la conferencia, porque un grupo de feministas, convenientemente organizadas, que había venido a reventar el acto. La razón de esta “violencia reactiva” femenina, era que el hijo del conferenciante había logrado la extrañísima hazaña de que en los juzgados le concedieran a él la custodia de su hijo, frente a la madre de la criatura (la cual, por cierto, ya había abandonado previamente a los hijos de un matrimonio anterior). Para castigar semejante desatino patriarcal, y con la lógica y el respeto a la libertad de expresión que las caracteriza, las aguerridas feministas concluyeron que el abuelo del niño no tiene derecho a hablar en público sobre filosofía medieval.
Pero claro, esto es un rarísimo hecho aislado: los grupos feministas realmente existentes suelen caracterizarse por su exquisito respeto a la lógica y a la libertad de expresión.
Comentario escrito por Athini Glaucopis — 25 de August de 2014 a las 10:57 pm
Comentario leído en éste controvertido artículo políticamente muy incorrecto que trata sobre el tema, y sobre hasta dónde están llevando las cosas el feminismo radical, institucional y mediático que «se está transformando en un monstruo a pasos agigantados, en una mezcla de religión de andar por casa, autoayuda y postración al poder que se encauza mediante la censura, la autocensura y el ataque a los demás en forma de linchamiento, cada vez más exacerbado»:
+ http://www.lapaginadefinitiva.com/2014/08/24/feminismo-y-posesion-infernal-el-tren-de-la-bruja-de-la-infamia/
Erin Pizzey es una mujer británica que creo los primeros hogares para mujeres maltratadas allá por los años 60. Pronto se dio cuenta de que no todas las mujeres que se dicen maltratadas son iguales. Algunas de ellas – ella hablaba de un 60% de ellas – son violentas. O, como las definía ella «proclives a la violencia (prone to violence)». Mujeres violentas víctimas de su propia violencia. Mujeres que también maltrataban a sus parejas.
A la vista de una realidad muy distinta a la que inicialmente había imaginado, Erin Pizzey reaccionó creando mecanismos idénticos a los que protegen a las mujeres: Trató de crear hogares para hombres maltratados.
¿Cómo reaccionó la sociedad en general y el feminismo hembrista en particular? Pizzey ha sido objeto de amenazas de muerte y boicots a causa de su investigación sobre la afirmación de que la mayor violencia doméstica es recíproca, y que las mujeres son igual de capaces de la violencia que los hombres. Ella denunció que esas amenazas provenían de militantes feministas. La amenazaron de muerte a ella, amenazaron de muerte a sus hijos, amenazaron de muerte a sus nietos y, finalmente, le pegaron dos tiros a su perro. En consecuencia, tuvo que abandonar su país y exiliarse en Estados Unidos.
VIOLENCIA ES VIOLENCIA:
http://youtu.be/HNhD6FX4-BI
Anteayer fui a oír una conferencia de cierto catedrático de filosofía. Pero fue prácticamente imposible atender a la conferencia, porque un grupo de feministas, convenientemente organizadas, que había venido a reventar el acto. La razón de esta “violencia reactiva” femenina, era que el hijo del conferenciante había logrado la extrañísima hazaña de que en los juzgados le concedieran a él la custodia de su hijo, frente a la madre de la criatura (la cual, por cierto, ya había abandonado previamente a los hijos de un matrimonio anterior). Para castigar semejante desatino patriarcal, y con la lógica y el respeto a la libertad de expresión que las caracteriza, las aguerridas feministas concluyeron que el abuelo del niño no tiene derecho a hablar en público sobre filosofía medieval.
Pero claro, esto es un rarísimo hecho aislado: los grupos feministas realmente existentes suelen caracterizarse por su exquisito respeto a la lógica y a la libertad de expresión.
Comentario escrito por Athini Glaucopis — 25 de August de 2014 a las 10:57 pm
Comentario leído en éste controvertido artículo políticamente muy incorrecto que trata sobre el tema, y sobre hasta dónde están llevando las cosas el feminismo radical, institucional y mediático que “se está transformando en un monstruo a pasos agigantados, en una mezcla de religión de andar por casa, autoayuda y postración al poder que se encauza mediante la censura, la autocensura y el ataque a los demás en forma de linchamiento, cada vez más exacerbado”:
+ http://www.lapaginadefinitiva.com/2014/08/24/feminismo-y-posesion-infernal-el-tren-de-la-bruja-de-la-infamia/
A Juanma habría que aplicarle la ‘navaja de Ockham’… demasiado discurso tan poco estructurado y complejo que al final sólo deja ver su gran enfado entre líneas… Juanma, si fueras mujer y sin privilegios sociales como los que ahora tienes siendo hombre, ¿pensarías lo mismo?… Es algo que ni siquiera podrías responder , o no al menos sensatamente. Un abrazo grande, hermano.
Me adhiero, cien por cien, a los comentarios, acertadísimos, de Juanma. Por lo que sólo añadiré una cosa: jamás cuestionaré mi masculinidad, jamás. Porque nunca he agredido a ninguna mujer, porque nunca las he considerado menos que yo y, sobre todo, porque estoy muy a gusto siendo hombre y no tengo la menor sensación de culpabilidad, ni mía ni ajena por los crímenes o errores cometidos por otros. Y me repungan exhibiciones lacrimógenas como la del articulista que, sin querer entrar en el terreno persona, que respeto, no son sino réplicas de la indigna presión que hacen las feministas más ultras para desnaturalizar al varón y, como decía una de ellas, hace muy poco, conducir la humanidad a un mundo lésbico. Por eso, entiendo que los varones no sólo hemos de salir al paso de criterios como el del articulista y del feminismo sino que nos hemos de proclamar abiertamente ANTIFEMINISTAS y exigir al feminismo que pare el carro, reconozca sus gravísimos erroes -como la infame Ley 2004-, dé cuenta de a dónde está yendo el dinero que reciben a espuertas y que no consigue ni evitar la muerte de una sola desde hace diez años. Se exigen responsablidadades a Blesa o Rato por su mala gestión_ igualmente se les ha de exigir a Zapatero, Fernández de la Vega, Miguel Lorente, Leire Pajín y tutti quanti, que expliquen como con su ley sólo han conseguido meter en el talego a miles de hombres pero ni un solo paso a favor de las mujeres realmente agredidas o asesinadas, que las hay y con las cuales sí me solidarizo sin reservas.
Nada más lejos: el estado español es el gran macho alfa.
Estoy completamente de acuerdo con juanma, este sistema llamado patriarcado es una entidad social viva, luego entonces, transmuta, cambia, se mueve, se transforma, muta, y todo para sobrevivir como entidad, como sustento del capitalismo (otro monstruo social vivo). Algunos feminismos están siendo engullidos por el patriarcado que critican, por otro lado los hombres, la diversidad de hombres está inmersa en este sistema «patriarcal» «machista» o como lo quieras llamar, la necesidad social más proxima y mas importante de esta lucha «feminista» es la propia cuestion e interrogacion de loS hombreS, es por eso que el patriarcado se resiste a ello, y está valiendose de nuevos feminismos para lograrlo, (y alguno que otro masculinismo, como el de RamonLamas) El mayor paso y la prueba final en una sociedad justa sexualmente es una (pre)ocupacion de los hombres por los hombres, por su propia entidad «hombre», tomarla, cuestionarla, nunca estando orgulloso de ella.
Los derechos son necesarios pero insuficientes sin libertad.Los derechos de los pres@s los derechos de las mujeres quetienen protección y por tanto restriccion de comunicacion etc
Después de leer vuestros comentarios me pregunto: ¿Se ha creado una nueva asociación llamada Maltratadores Sin Fronteras?. Enhorabuena al autor del artículo por su acertada reflexión.